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Tomando ambas cubetas repletas de agua, voy caminando de regreso a casa, una pequeña cabaña en medio de la nada en la Columbia Francesa, lejos de mi verdadera casa, lejos de quién planea hacerme daño

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Tomando ambas cubetas repletas de agua, voy caminando de regreso a casa, una pequeña cabaña en medio de la nada en la Columbia Francesa, lejos de mi verdadera casa, lejos de quién planea hacerme daño.

Desde mi llegada descubrí la falta de agua que secaron las tuberías, no era nada moderno, de hecho compre una cabaña rústica y antigua. Había gastado gran parte de los ahorros que tenía en comprar cosas para arreglarla.

A pesar de haber nacido en cuna de oro, mi padre siempre quiso que yo aprendiera a valerme por mi cuenta, desde aprender a cocinar hasta saber arreglar mi propio automóvil y muchas cosas más, todas estas habilidades fueron útiles ante mi llegada esté lugar. No es que hubiera mucho que pudiera recomponer sin la fuerza necesaria de una persona más grande que yo, pero me las había arreglado.

No necesitaba a ningún hombre, pero eso no quitaba el vacío de haber perdido al hombre de mi vida.

Ahora vivía mi vida alejada de la sociedad, mi vida corre peligro cada vez que estoy cerca de otras personas. El camino a la cabaña era largo, 20 minutos caminando con dos baldes de agua a cada lado hacia el trayecto más complicado, pero al menos sabía que mi resistencia había mejorado. El primer mes tenía que tomar descansos para poder seguir el camino de vuelta a la cabaña. Ahora simplemente era una caminata constante sin ninguna parada ocasional. Simplemente, llegar, tomar agua y volver.

El estar en medio de la nada me brindaba seguridad; aun así, no llenaba la soledad que comencé a sentir hace tiempo atrás. Al principio no me sentía de esta forma, temía a cualquier persona, no podía confiar en nadie, pero ahora que he pasado más tiempo que nunca en un solo lugar, sin contacto con la humanidad, sentía picazón por la necesidad de dejar de estar sola.

Creo que la mejor idea que pude tener fue haber comprado esos paneles solares convertibles que me permitían tener electricidad. Su instalación fue fácil... lo complicado había llegado en el momento de conectar los generadores a las conexiones de la cabaña, guiándome por las instrucciones, además de prueba y error.

No me arriesgue a traer internet, mi teléfono celular había permanecido apagado desde la muerte de papá, lo había querido desechar para que no me lograran rastrear, pero en él tenía todas las fotos con mi padre, no podía permitirme simplemente eliminarlo.

Llegando a la cabaña, deposito el agua de los baldes en la tina del baño. Me debato un momento en sí, este sería mi último viaje o daría uno más. En el instante en el que tomo las cubetas y salgo de la cabaña siento el aire pasar por los altos pinos. Mi cabello se mueve sin control, como si una tormenta se aproximara, elevo mi vista al cielo, los pájaros vuelan sin preocupación, me pierdo observando la naturaleza en su máximo apogeo. Han pasado tantos meses, pero la belleza de la naturaleza nunca ha dejado de impresionarme. Cuando menos lo espero estoy llegando al río, como si una fuerza superior me trajera de nuevo a este lugar.

Mi corazón palpita como no lo ha hecho en tanto tiempo, siento como la ansiedad se mueve por mi torrente sanguíneo rápidamente. Me dejo caer en la tierra, sin importarme la suciedad que manche mi vestido. Las lágrimas empiezan a caer sin aviso previo, sostengo mi pecho tratando de tranquilizar mi corazón, mi respiración se vuelve errática al recordar lo que me ha traído a este lugar, quien me ha obligado a mantenerme fuera del radar. Sostengo la tierra con mi otra mano.

Encontrada por ellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora