Cassidy
Camino rápidamente calle abajo, para llegar al café donde me reuniré con Tamara para ir a casa de Fred.
Fred es uno de los chicos más populares del instituto, pero no por su belleza o por ser el capitán del equipo de fútbol, lo es por su dinero. Es hijo de uno de los empresarios más exitosos de todo Campbell, un hijo de papá al cuál le cumplen todos sus caprichos.
A mí personalmente me causa repulsión como hombre. Es buen amigo para pasar el rato, hasta que se quiere pasar de baboso contigo, y no, no solo es conmigo, es literalmente con todo lo que se mueva y tenga hoyo donde meter su pene.
Pero aunque sea resbaloso y todo, qué buenas fiestas hace, razón por la cuál Tamara y yo no nos perdemos ninguna ocasión en la cual podemos asistir a una.
Esas fiestas tienen todo lo que los adolescentes de nuestra edad desean: música a revienta tímpanos, alcohol y mucho, pero mucho desorden por doquier, y una que otra pasada de droga, en pocas palabras, todo lo que mi madre dice que es incorrecto.
Las hace aprovechando que vive solo, su madre murió de cáncer hace unos cuántos años, y su padre vive al otro lado de la ciudad, casi nunca está o se le ve con su hijo, pero no cabe duda de que sus ausencias las rellena con dinero.
Que vida tan vacía.Me paro frente al café a esperar por Tamara, la cuál no tarda demasiado en llegar, saluda anímicamente cómo es propio de ella:
—Hola guapetona—. Dice mientras me da un fuerte abrazo— con esa falda pareces toda una zorra capaz de domar a cualquier hombre que se te atraviese, ruarrr.
—También estoy feliz de verte, Tamara. Esperemos a ver qué debo domar ésta noche—. Le respondo con una sonrisa.
Llamamos al taxi que llega rápidamente, subimos y le indicamos la dirección.
Vamos en camino a la fiesta, voy revisando el feed de Instagram cuando Tamara me dice:
—Cassy, ha vuelto a pasar—. Me dice con cierto tono decaído.
No contesto al momento y solo la abrazo, un abrazo al cuál ella corresponde.
Dicen que los abrazos al minuto se vuelven incómodos, pero, tras pasar el minuto y no sentir la necesidad de soltar a la otra persona, sentimos comodidad en esos brazos que nos sostienen, sentimos en ese abrazo los ánimos que necesitamos para continuar muchas veces, ese alivio a una tristeza que no sabíamos, o tal vez sí, que cargabamos. Necesitamos tocar a los que queremos tanto como respirar.
A mí personalmente no me gusta el contacto físico, de nadie, en ninguna circunstancia, haciendo excepciones para situaciones especiales que lo requieran, o para las personas especiales para mí, con las cuales me siento segura.
Y con Tamara, podría pasar todo el día pegada a ella como chicle masticado tirado en el pavimento que se pega a las suelas de nuestros tenis, sin sentir ningún tipo de incomodidad.
Y nuestros abrazos siempre terminan siendo de ese tipo especial, que sin decir ninguna palabra, transmiten muchísimo más que una carta con más de 1 millón de palabras.Tamara sufre de ansiedad con ataques de pánico desde como los 11 años. Lo desarrolló desde que hizo una presentación en un baile de una academia a la cual ella asistía, dónde se dobló el tobillo y se cayó, y todo el auditorio explotó en risas. Creo que su cerebro lo asimiló como un suceso un poco traumático y le generó cierta ansiedad social, que terminaron en ataques de pánico.
Hoy en día ya ella los maneja totalmente, gracias a las terapias y tratamientos que recibió. Muchísimas veces me llamó en pleno ataque, y yo sin dudarlo salía corriendo de mi casa a la suya, para abrazarla y recordarle que todo estaba bien, que mientras estuviéramos unidas, nada le pasaría a ninguna. Me destrozaba verla de ea forma, hinchada de tanto llorar y sin nada de apetito, se sentia horrible no poder hacer más por ella. Gracias a Dios Tamara superó todo eso y ahora rara vez sufre de un ataque, y también sabe controlarse a si misma. Los ataques a veces suceden sin detonante aparente.
Y a pesar de eso, Tamara tiene total seguridad en ella misma y sigue con su actitud despampanante. Nadie se imaginaria nunca lo que siente.
Y así con muchas personas, que aparentemente están felices pero nadie sabe las luchas internas que posee cada quién. Realmente considero a los que sufren de ansiedad personas muy valientes, luchar contra tu propia cabeza no es para nada fácil.
![](https://img.wattpad.com/cover/331909120-288-k255881.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Un desastre llamado Dereck
Ficção AdolescenteSiempre sentimos atracción a lo oculto, a lo negado, a lo prohibido. ¿Acaso no está bien cometer algún pecado de vez en cuándo? Al final, nos da una sensación divinamente placentera. Pero y si acaso existiera la encarnación de eso... Definitivamente...