5- MISY Y ZAYD

890 52 10
                                    

MI VIDA SOCIAL SE VOLVIÓ MUY SOCIABLE

MISY

Muchas veces quise morir... y en muchas oportunidades traté de hacerlo, pero la realidad es que no quiero morir, pero tampoco sé cómo puedo vivir, esto no era vida.

Mi casa siempre estaba rodeada de oscuridad y no lo digo literalmente, las luces siempre están apagadas. Siempre que llego aquí es solo para dormir, a veces puedo comer, a veces no como días... a veces el dinero que tengo lo consigo con mi trabajo de fines de semana. En verdad era agotador seguir viviendo, no había nada en lo que pueda interesarme, era una vida vacía.

─Ya me voy ─dije mirando a mi madre.

Ella estaba frente al televisor, hace días no logro ver su cara, sé que en las tardes y noches se reúne con varias personas, no conozco a ninguno y hasta considero que les dice que no tiene una hija.

Si se preguntan a quién recuro cuando tengo problemas, la respuesta se responde sola, a mí.

Salí de casa en dirección a la universidad, ni bien ingresé a mi clase me fui al último lugar, ahí cargaba mi celular ya que había un tomacorriente, así que no crean que es porque trato de hacerme la interesante. Me gustaría contar más sobre mi vida, pero sinceramente no hay que contar, de mi casa a la universidad o de mi casa al trabajo.

Siempre que terminan las clases termino subiendo al piso número quince, hasta ahora creí que sería mi guarida, pero al parecer había alguien más que subía ahí para pensar con tranquilidad.

Cuando toque el botón del elevador me fije que estaba subiendo del primer piso ─yo estoy en el quinto piso─, mi expresión no cambio, pero tal vez casi lo hace... tal vez ahora me hice la fuerte para que eso no sucediera, ahora ese "tal vez" surgió cuando lo vi, frente a mi estaba Zayd.

No comprendí porque mi cuerpo no daba ni un paso, él estaba solo en el elevador, estaba segura que en su mente se hacia la pregunta de porque no ingresaba, no había respuesta, ni en la de él, ni en la mía. En este instante había una extraña tensión.

─¿No ingresas? ─pregunto.

Cuando arme valor para dar un paso, se comenzó a cerrar el elevador, abrí un poco la boca para decir algo, pero no logre decir nada cuando él puso su mano antes de que se cerrara, soltó un suspiro y camino hacia mí, puso sus manos en mis hombros y me llevo hacia dentro, pero él se quedó fuera.

─Tal vez te incomodo, así que úsalo tú.

─Gracias, pero no me incomodas.

─¿Segura?

Tarde unos segundos en decir algo, pero justo en el instante en que lo iba a asegurar, el elevador comenzó a cerrarse, volví a mirarlo, pero supuse que al no decir una respuesta él lo tomo como un no.

Cuando llegue al piso quince camine hacia el pasillo, mientras tenía tiempo libre podría avanzar mis trabajos o eso creí, hasta que escuche varios pasos acercarse, cuando levante la mirada al ver que se pusieron frente a mí supe que mi momento de tranquilidad había terminado, eran las tres chicas de esa vez.

─Según ustedes, ¿qué hice esta vez? ─pregunte con cansancio.

─¿Ahora te ligaste a mi novio? ─soltó una de ellas.

─¿Cómo te llamabas?

─Maldita perra, ¡¿no recuerdas el nombre de la chica a la que le robaste el novio?!

─No.

─¿Entonces no niegas robarme el novio?

─Por mucho que te diga que no lo hice no me creerías, lo más educado que puedo hacer ahora es preguntarte el nombre.

UN DESTINO DIFICIL DE ENTENDERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora