EL VERDUGO Y SU REINA
ROCIO
─¿Entonces no te gusta nadie? ─pregunto Linda.
─Hay un chico que me interesa, pero no lo veo como un novio ni nada, solo se me hizo atractivo ─dije.
─Uy, bueno... ¿quieres que te un secreto? ─asentí─ a mi si me gusta alguien.
─¿Quién? ¿Un compañero de tu carrera?
─No, es más que un compañero, es mi profesor.
─¡¿Qué?! ¡¿Cómo te puede gustar tu profesor?!
─Baja la voz que mamá te puede escuchar, además ¿por qué no?
─Tu eres su alumna, Linda.
─Pero él está lindo.
─¿Cuántos años tiene?
─No es un viejo, tiene veinticinco años, solo me lleva unos cinco años.
─Eso es mucho, Linda.
─Ay hermanita, eso es mucho porque tu recién cumples quince este año, a mi edad eso es solo números.
─Estas loca, ¿cómo se llama?
─Dylan ─suspiro.
─Hasta el nombre está mal ─solté.
─No digas eso, es un bonito nombre.
─Cuando una está enamorada siempre mira al pato como cisne.
─Que cruel eres para tener catorce, te lo cuento porque eres mi hermana, esto es algo que a Irene no se le podría decir.
─Pues claro, es una niña aún, si le dices eso le meterás ideas malas a su cabeza. De todos modos, ¿no podias fijarte en otra persona?
─Ay hermanita, ya llegara un hombre que te quiera con la misma intensidad con la que quiero a Dylan.
─Lo dudo, yo si emplearía una orden de alejamiento.
─Con toda amargura sé que llegara alguien a tu vida.
─El romance no es algo que priorice en mi futuro.
─Relájate que tienes solo catorce.
─Dije que no lo priorizo, no que me niego a vivirlo.
─Yo debería de ser la madura entre las tres, pero parece que te tardaste al nacer.
─Como digas, ahora ayúdame a escoger un vestido para la fiesta.
─Tu fiesta ─resalto─, se hará tu quinceañero y no pareces feliz.
─Es de aquí unos meses ─le recordé─, mamá y tu son las que más se alteran por esto.
─Papá prometió hacernos una fiesta a las tres, ahora te estoy apoyando yo, quiero que tu apoyes a Irene cuando yo no esté en esta casa.
─¿Ya te quieres ir?
─No es eso, para cuando Irene cumpla quince yo ya estaré cerca a los treinta, no pienso quedarme toda la vida en casa de mis padres, pero tampoco las dejare de lado.
─Y pensar que creí que me libraría de ti.
─Dentro de tu amargado corazón sé que me quieres.
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UN DESTINO DIFICIL DE ENTENDER
RomancePara él, ella era el brillo de sus ojos. Para ella, él era la razón de su nerviosismo. Para ambos, ellos eran esa música que escuchaban hasta el amanecer. Tres historias que buscan una sola cosa: sanar. Entre esos tres hilos de amor... Solo uno qued...