7- ROCIO Y JEREMY

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EL VERDUGO Y SU REINA

ROCIO

─¿Entonces no te gusta nadie? ─pregunto Linda.

─Hay un chico que me interesa, pero no lo veo como un novio ni nada, solo se me hizo atractivo ─dije.

─Uy, bueno... ¿quieres que te un secreto? ─asentí─ a mi si me gusta alguien.

─¿Quién? ¿Un compañero de tu carrera?

─No, es más que un compañero, es mi profesor.

─¡¿Qué?! ¡¿Cómo te puede gustar tu profesor?!

─Baja la voz que mamá te puede escuchar, además ¿por qué no?

─Tu eres su alumna, Linda.

─Pero él está lindo.

─¿Cuántos años tiene?

─No es un viejo, tiene veinticinco años, solo me lleva unos cinco años.

─Eso es mucho, Linda.

─Ay hermanita, eso es mucho porque tu recién cumples quince este año, a mi edad eso es solo números.

─Estas loca, ¿cómo se llama?

─Dylan ─suspiro.

─Hasta el nombre está mal ─solté.

─No digas eso, es un bonito nombre.

─Cuando una está enamorada siempre mira al pato como cisne.

─Que cruel eres para tener catorce, te lo cuento porque eres mi hermana, esto es algo que a Irene no se le podría decir.

─Pues claro, es una niña aún, si le dices eso le meterás ideas malas a su cabeza. De todos modos, ¿no podias fijarte en otra persona?

─Ay hermanita, ya llegara un hombre que te quiera con la misma intensidad con la que quiero a Dylan.

─Lo dudo, yo si emplearía una orden de alejamiento.

─Con toda amargura sé que llegara alguien a tu vida.

─El romance no es algo que priorice en mi futuro.

─Relájate que tienes solo catorce.

─Dije que no lo priorizo, no que me niego a vivirlo.

─Yo debería de ser la madura entre las tres, pero parece que te tardaste al nacer.

─Como digas, ahora ayúdame a escoger un vestido para la fiesta.

─Tu fiesta ─resalto─, se hará tu quinceañero y no pareces feliz.

─Es de aquí unos meses ─le recordé─, mamá y tu son las que más se alteran por esto.

─Papá prometió hacernos una fiesta a las tres, ahora te estoy apoyando yo, quiero que tu apoyes a Irene cuando yo no esté en esta casa.

─¿Ya te quieres ir?

─No es eso, para cuando Irene cumpla quince yo ya estaré cerca a los treinta, no pienso quedarme toda la vida en casa de mis padres, pero tampoco las dejare de lado.

─Y pensar que creí que me libraría de ti.

─Dentro de tu amargado corazón sé que me quieres.

UN DESTINO DIFICIL DE ENTENDERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora