Tai se detuvo frente a la puerta del gran salón donde Kai le había dicho que estarían los Grant, sus padres, y muy probablemente el Príncipe.
Kai era el indicado para abrir la puerta, dando pie a la gran entrada que Tai debería hacer para su futura familia.
Pero verlo de pie a su lado, sin mover un músculo, con los brazos tras la espalda, era algo que estaba comenzando a impacientarla.
—¿Sucede algo?
Kai no respondió, y Tai estaba a punto de abrir la boca para volver a preguntar en dado caso que su hermano no la hubiera escuchado la primera vez, cuando alguien más se colocó al otro costado de ella, acomodándose el saco y la corbata en un movimiento eficaz.
—Lo lamento —la voz ronca de Serge, la mano derecha de Kai, los saludó.
—Tardaste bastante —refutó Kai, fulminando a su amigo por encima de la cabeza de Tai.
—No es mi culpa que exista una debutante cada tres pasos que doy —Serge ni siquiera despegó los ojos de la puerta frente a ellos—. Y al parecer, muchas de ellas no saben tomar un "no" por respuesta.
Tai parpadeó, como si no entendiera lo que estaba hablando Serge, hasta que vio al grandote posar sus ojos en ella, sonriendo con cariño en su dirección.
—Lady Nazarova.
—¿Por qué entrarás de chaperón conmigo también?
—Porque al parecer, tu hermano tiene la loca idea de cargarte sobre su hombro y sacarte de aquí si creyera que tu próximo esposo no es digno de tí. Que, si me permites decirlo —Serge miró a Kai rápidamente antes de volver con Tai—, es muy factible que suceda. Así que estoy aquí para impedirlo.
—Entonces, qué bueno que llegaste a tiempo —sonrió Tai.
—Tarde —insistió Kai, inclinándose para tomar el pomo de la puerta—. Aún estás a tiempo. El rubio sigue en el salón de baile.
—Ya basta, Kai —Tai hizo un puchero—. Abre la puerta.
—Como tú quieras —suspiró Kai, haciendo exactamente lo que le ordenaron.
El salón principal no era otro que el salón de lectura de los DiMarco. Siempre era el favorito de Tai, y el que Mia más odiaba. Aún así, Tai recordaba pasar algunas tardes metida entre esas cuatro paredes leyendo con sus amigas sobre cualquier mundo fantástico que había escrito en las páginas de los libros cuando eran niñas.
Y justo en ese momento, la historia de amor que se iba a desarrollar estaba por escribirse.
Respirando profundo, Tai cerró los ojos, poniendo la imagen de Alek sonriendo en el salón de baile en el fondo de su mente, concentrándose en lo que tenía que hacer. Volviendo a abrir los ojos, Tai puso su mejor cara y se dirigió seguida de Kai y Serge hacia donde estaban sus padres hablando con otro matrimonio.
Ambos eran personas altas, incluso la mujer era más alta que el hombre. Usaba el clásico vestido de categoría que una Condesa podía tener, con un peinado extravagante que contrastaba con la piel morena, adornando los rizos oscuros con un tocado de plumas y un pequeño broche de zafiros.
Tai sonrió involuntariamente, su mente viajando hacia el dueño de un par que tenía por ojos.
El Conde vestía igual que el resto de los caballeros de su clase, sonriendo al ver a las tres personas que caminaban en su dirección, cosa contraria a lo que hizo la Condesa, que miró a Tai de arriba abajo con el mentón alzado.
Con cortesía, tanto Serge como Kai inclinaron un poco la cabeza, primero saludando al Conde y luego a la Condesa. Los Condes correspondieron, centrando su atención en Tai cuando Kai elevó su mano.
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La Historia Entre Los Dos [Libro #1]
RomanceBilogía «Russkaya ruletka». Libro #1. Después de haber sido rechazada por el mejor amigo de su hermano cuando Anna y Arizona leyeron su diario, Tailime solo quería sobrellevar la escuela como cualquier otra chica de su edad. Claro que lo hubiera con...