IV. DESAFIANDO LAS NORMAS.

231 18 0
                                    

Para Jiang Cheng, las dos semanas pasaron como un parpadeo, rápidas e implacables, burlándose de la inquietud que lo carcomía por dentro. Cada día se esfumaba con una facilidad exasperante, como arena resbalándose entre sus dedos, y ahora, en cuestión de minutos, tendría que dejar la relativa seguridad de su habitación para enfrentarse al día que definiría su vida. La ansiedad le apretaba el pecho, y sus manos, incapaces de quedarse quietas, ajustaban una y otra vez las mangas de su traje, buscando una perfección que nunca parecía alcanzar.

Frente al espejo, su reflejo le devolvía una mirada cargada de dudas. Su mente no dejaba de lanzarle imágenes de todo lo que podía salir mal, sombras que se acumulaban como nubes en un cielo a punto de estallar en tormenta. El peso de las expectativas, las suyas y las ajenas, lo envolvía como una segunda piel, sofocante e inevitable. Tan perdido estaba en ese torbellino de pensamientos que ni siquiera registró el suave crujido de la puerta al abrirse.

—A-Cheng, ¿por qué sigues preocupándote por las mangas de tu túnica? Te ves muy bien, realmente guapo. —Yanli habló con una voz cálida, intentando tranquilizar a su hermano. Aunque sonreía, sus ojos reflejaban una mezcla de orgullo y preocupación por lo que pudiera ocurrir ese dia—.

—Jiejie, ¿no deberías estar en la tarima representando a nuestros padres? Pensé que el consejo te había dado instrucciones claras sobre eso. —Su tono era curioso, aunque con un ligero toque de preocupación. A pesar de los nervios, Jiang Cheng sentía algo de alivio al tener a su hermana allí acompañándolo—.

—Sí, claro que me las dieron.—Yanli arqueó una ceja, su sonrisa se mantuvo serena, pero había una firmeza en su postura que evocaba a su madre, aunque en su mirada había una chispa de rebeldía tan poco característica de ella—. Pero decidí ignorarlas. Tenía que venir a verte y entregarte algo antes de que salgas.

—A-jie, no deberías desobedecer las órdenes. Ya sabes cómo son esos viejos del consejo, siempre buscando excusas para criticarte. No quiero que sigan tachándote de "mujer celosa" o algo peor. —Frunció el ceño al recordar las palabras hirientes de algunos ancianos. Aunque intentaba mantener la compostura, no podía evitar sentirse molesto por el trato injusto hacia su hermana—.

—Que hablen lo que quieran. Soy la madame Jin, hija mayor de los antiguos líderes Jiang, hermana del líder de Muelle de Loto y del patriarca de Yiling. —Yanli alzó el mentón, su voz calmada pero firme. Sus ojos brillaron con una determinación que recordaba a su madre, pero luego suavizó el tono, añadiendo con ternura—. Y si quiero ver a mi hermanito antes de su boda, nadie me lo va a impedir.

—Jiejie, no deberías tomarte esos riesgos... —Murmuró Jiang Cheng, pero su voz se apagó al ver la mirada firme de Yanli. Sabía que no había forma de hacerla cambiar de opinión cuando estaba decidida—.

—Tranquilo, A-Cheng. No vine a discutir contigo. Solo quería darte esto. —Yanli sacó un pequeño estuche de entre sus mangas y lo abrió, revelando una horquilla de plata con incrustaciones en forma de loto—. Papá la mandó a hacer hace años, con la esperanza de dártela el día de tu boda.

—¿Cómo la conservaste? Creí que todo lo de nuestros padres se perdió en el incendio. —Su voz era apenas un susurro, cargada de incredulidad y emoción. Tomó el estuche entre sus manos, observando la horquilla con una mezcla de sorpresa y emoción contenida—. 

—Fue A-Xian quien la recuperó. —Yanli sonrió con tristeza al recordar. El dolor de las pérdidas aún resonaba en su corazón, deseando que las circunstancias hubieran sido distintas y que su familia estuviera completa—. Padre se la mostró una vez, y cuando A-Xian la vio en el cabello de Wang Lingjiao, no dudó en quitársela. Me la entregó cuando vinieron por mi a Meishan Yu. Desde entonces, la he guardado para este momento.

CONQUISTANDO EL CORAZÓN DE UN LOTO || ChengxianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora