V. PASIONES REPRIMIDAS.

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En la tranquila atmósfera de la oficina, Jiang Cheng y Wei Wuxian se encontraban sumidos en una tensión palpable, cargada de emociones reprimidas y palabras no pronunciadas. A medida que su conversación avanzaba, el peso de los años de resentimiento y frustración se hacía cada vez más evidente en el aire denso que los rodeaba. Lo que comenzó como un intercambio tranquilo de palabras pronto se transformó en una acalorada discusión, donde ambos expresaban en voz alta todo lo que habían guardado durante años: sentimientos de culpa, arrepentimiento, desesperación, rencor y odio. El sonido de sus voces llenaba la habitación, cargado de emociones encontradas y un profundo anhelo por comprender y ser comprendido.

Con el paso del tiempo, la intensidad de la discusión dio paso a una calma gradual. Sin embargo, en medio de esa serenidad recién encontrada, surgió una nueva y poderosa necesidad: el deseo ardiente de sentir los labios del otro una vez más, de experimentar la cercanía íntima que compartían. Era como si buscaran reafirmar con ese gesto que ninguno de los dos estaba dispuesto a renunciar al otro, que estaban destinados a permanecer juntos. Con las miradas profundas y penetrantes, podían ver el deseo reflejado en los ojos del otro, así como la vulnerabilidad que cada uno llevaba consigo. Ambos buscaban en el abrazo del otro el consuelo que tanto ansiaban, así como la oportunidad de sanar las heridas del pasado.

Y así lo hicieron. Comenzaron con besos suaves, apenas un roce, explorándose mutuamente, descubriendo los rincones familiares y los nuevos matices del otro. Con cada instante que pasaba, su deseo compartido se intensificaba. Lo que empezó como un dulce beso se volvió más apasionado y urgente. Sus lenguas se encontraron en un baile seductor, explorando los rincones más profundos de sus bocas, sin prisas pero con una devoción palpable. La tenue luz que se filtraba por las cortinas entreabiertas bañaba la habitación en un resplandor suave, creando un escenario íntimo y acogedor para su encuentro. Mientras se entregaban a la pasión compartida, el mundo exterior parecía desvanecerse, dejándolos a solas en su propio universo de amor y deseo.

—¿Todavía te molestan, A-Cheng? —preguntó con preocupación, mientras acariciaba suavemente las cicatrices en la piel de Jiang Cheng. Para él, esas marcas no eran solo heridas físicas; representaban los momentos difíciles que habían enfrentado juntos, las batallas libradas y las pérdidas sufridas en el camino. Era un recordatorio constante de los desafíos superados y los sacrificios realizados en su camino—. Lo siento, no tienes que contestar, fue una pregunta tonta.

—No, al menos ya no me duelen físicamente. Aunque la energía espiritual las haya sanado, las marcas permanecerán ahí para siempre. —respondió con pesar, apartando suavemente la mano de su compañero. No era que las caricias de Wei Wuxian fueran molestas, sino que quería evitar que se sintiera culpable por el pasado—. Son como un recordatorio constante de lo que pasó. ¿No te parecen desagradables?

—No, para nada. En realidad, son un recordatorio de tu valentía y fuerza, mostrando que has superado grandes obstáculos. —aseguró, mientras se movía con agilidad para colocarse sobre las caderas de su compañero. Extendió su mano suavemente para tomar el mentón de Jiang Cheng, buscando que este lo mirara a los ojos—. A-Cheng, estas cicatrices pueden parecerte desagradables, pero para mí te hacen aún más atractivo y cautivador.

En un momento cargado de intensidad y pasión, Wei Wuxian buscó sellar cada palabra con besos, como si pudiera transmitir la profundidad de sus sentimientos a través de aquellos gestos de intimidad. La habitación se veía envuelta en una atmósfera íntima, donde la luz tenue de las velas danzaba sobre las paredes, proyectando sombras que parecían moverse al compás de los latidos acelerados de sus corazones. Jiang Cheng, inmerso en un mar de emociones, se dejó llevar por la intensidad del momento, permitiendo que sus manos encontraran el camino hacia las caderas de su amante.

Con un gesto fluido, Wei Wuxian fue recostado nuevamente en la cama, sin espacio para bromas ante la urgencia del momento. La necesidad mutua de intimidad y conexión los impulsaba, llevando a Jiang Cheng a explorar con sus dedos la cavidad de su amante. Los jadeos compartidos resonaban en la habitación, reflejando el deseo compartido entre ambos. Wei Wuxian, familiarizado con la sensación, comenzó a mover sus caderas, instando silenciosamente a Jiang Cheng a continuar. Buscaba desesperadamente mantener ese vínculo íntimo que los unía, sintiendo el miedo ante la idea de perderse en la incertidumbre del momento. Cuando los dedos de Jiang Cheng se retiraron, un temor momentáneo invadió a Wei Wuxian, quien reaccionó instintivamente rodeando con sus piernas las caderas de su amante.

—¡Jiang WanYin, no te atrevas...! ¡Ah! —Entre suspiros entrecortados, experimentó una mezcla de sensaciones al ser penetrado por Jiang Cheng. Aunque al principio sintió cierta incomodidad, pronto se dejó llevar por una oleada de emociones, desde el temor hasta una profunda conexión con su amante. Sus sentimientos se enredaron en una tormenta de sensaciones mientras su cuerpo respondía con intensidad—. A-Cheng... Mmg....

—Quiero escucharte, Wei Wuxian. Por favor, déjame oírte. —Suplicó, aumentando el ritmo de sus movimientos mientras disfrutaba de cada gemido que escapaba de los labios de su amante. Sentir ese control sobre él lo envolvía en un placer indescriptible, avivando aún más su deseo y excitación—. No me prives de eso, deja que escuche tu voz pidiéndome más, suplicando que te posea con más intensidad.

En respuesta a la solicitud, Wei Wuxian entreabrió los labios, emitiendo gemidos que resonaban en la habitación mientras elevaba las caderas, indicando a Jiang Cheng que continuara con más intensidad. Cada penetración se llevó a cabo con un ritmo lento y deliberado, envolviéndolos en una atmósfera de pasión compartida. A pesar del ardor del deseo que los consumía, también se percibía la profundidad del amor que compartían en cada caricia.

A medida que las embestidas se volvían más profundas, el sonido de sus cuerpos mojados se entremezclaba en la habitación. Aunque Jiang Cheng aplicaba fuerza en sus movimientos, dejando marcas en las caderas de Wei Wuxian, este último se entregaba al placer sin reservas, concentrado en corresponder los besos con la misma intensidad. El éxtasis se acercaba cuando sintió una creciente sensación en su vientre, señalando la proximidad de su orgasmo. Agradeció haber tomado precauciones al notar el cambio en la dinámica, mientras los gemidos aumentaban con cada embestida de Jiang Cheng, quien sujetaba con firmeza sus caderas.

Tras algunas embestidas más, el éxtasis los alcanzó, sumergiéndolos en una ola de placer compartido. En ese momento culminante, se aferraron el uno al otro con pasión desenfrenada, como si buscaran fusionarse en un solo ser. Cada movimiento, cada contacto, era una expresión tangible de la profunda conexión que compartían, una unión que trascendía el mero acto físico. Mientras alcanzaban el clímax, los sonidos de sus gemidos y respiraciones entrecortadas se fundían con el suave murmullo de las cortinas movidas por la brisa nocturna, creando una atmósfera íntima y mágica en la habitación.

A medida que la intensidad del momento comenzaba a disminuir, quedaron envueltos en una calma relativa, luchando por encontrar un ritmo de respiración más sereno. Cada gesto y cada beso eran una afirmación de su amor y compromiso mutuo, una promesa silenciosa de estar juntos en las alegrías y las penas del futuro. Finalmente, cuando el frenesí del placer cedió, Wei Wuxian depositó un beso tierno en la frente de Jiang Cheng, un gesto de ternura y complicidad que simbolizaba su promesa inquebrantable de apoyo mutuo y amor eterno.











"Te quiero como para leerte cada noche... línea tras línea, espacio tras espacio, hasta el final de mis días."


CONQUISTANDO EL CORAZÓN DE UN LOTO || ChengxianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora