Parte 5

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Al ambiente húmedo de la jungla, se le sumó la tensión y el silencio. El tiempo parecía congelarse para los dos hombres que ahora se encuentran desnudos en el río, lavando sus extremidades con algunas plantas aromáticas. Porque sí, de alguna manera, Zoro cedió ante la petición del cocinero luego de lo que dijo.
En ese momento, sintió sorpresa y un calor inexplicable se instaló en su interior; esa confesión sonó bastante sincera para él. Aunque ninguno de los dos se haya demostrado el querer cuidarse mutuamente, solo hasta ahora, uno con acciones y el otro con palabras esperando que prontamente se convirtieran en realidad.

Esperen…¿Por qué pensaría eso?
El moreno no comprendió de dónde venía ese anhelo, quizá porque nadie le había dicho nunca una cosa así. ¿Protegerlo? Que tontería, él es un demonio encarnado con la capacidad de cortar todo a su paso, no dependía de nadie y aún así, jamás se atrevió a cortar a Sanji, pensar que no era capaz de lastimar a su nakama rival le revolvió el estómago. O a lo mejor, jamás logró tocarle un pelo. Tenía que reconocerlo, el hombre delante de él es fuerte, tanto como para retarse a sí mismo.
Su único “defecto” era ser más emocional como el hecho de no poder pelear contra las mujeres.
A pesar de que sus ideología chocarán constantemente  y le enfadara esas actitudes, lo soportaba pues venía de Sanji.
Corrección, lo aceptaba pero ¿Por qué?

La misma pregunta llenaba la mente de Zoro, mientras restregaba sus músculos dándole la espalda a Sanji.

El contrario se encontraba igual o peor que el peliverde, su cara sonrojada delataba que habló de más; ni siquiera se detuvo a contemplar el cuerpo de Zoro, ya que ingresó al agua y se sumergió completamente por un rato.

Ahora, tallando su propio pecho, se sentía como un idiota por dejarse llevar, su corazón le jugó en contra y pese a ello el sabía que cada palabra que dijo fue real y sincera. Por eso, lo que más le preocupa es precisamente su corazón, que latió con gran intensidad cuando se quedaron mirando cara a cara, cosa que le ocurría solo con las mujeres o el físico del otro. Temía que estuviera comenzando a ceder por su nakama.

Unos minutos más tarde, Chopper ingresó al agua con ayuda de Sanji para que no se hundiera, lo acercó a la cara de Zoro para que pudiera aplicarle la crema medicinal en el ojo, mientras, Sanji se escondía tras el pelaje de su amigo para que no viera la vergüenza que le causaba.

El cocinero también le ayudó al pequeño a lavar su espalda y pezuñas. El espadachín se animó a ayudarle con sus astas, empujando ligeramente al otro, pues siempre se encargaba de lavar al reno y verlos así le generaba algo de recelo, incluso en eso rivalizaba con Sanji.

~ ~ ~

El cielo se oscureció, algunos animales duermen y otros están al acecho, en medio de ese paralelo, una fogata se enciende para calentar a los Sombreros de Paja.
El silencio es un invitado más, que los acompañó desde la situación del río y tras comer un estofado con la carne del tigre causante del problema. El sonido de los grillos también los acompaña, haciendo que al rubio le pase un escalofrío desde la espalda hasta la nuca.

Para aligerar el ambiente, Chopper se animó a iniciar una conversación, después de todo no podían hacer nada más.
“Esto me recuerda mucho a Skipeia, es la segunda vez que hago algo así como acampar.” Lo dice con una sonrisa.

“Para mí no, en el pasado tenía que hacerlo si no me alcanzaba el dinero.” Zoro le comenta desde una posición bastante cómoda, pasando sus brazos detrás de su cuello.

“Yo detesto estos lugares.” Sanji lo asegura por su evidente miedo, que aumentó ahora que ya no usa su chaqueta (Ya no le quedaba). “A veces Zeff sugería ir a pasar una noche de campamento, odiaba eso.”

La sonrisa del médico se nubla ligeramente pero la mantiene. “Me hubiera gustado hacer algo así con Doctorine, quizá no acampar pero pasar más tiempo juntos…”

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