The beginning

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Nunca es bueno apostar con Felix, siempre parecía tener un tercer ojo que le permitía ver el futuro. Bien la suerte y el destino lo amaban demasiado.

Minho realmente pensó que podía ganar, de otra manera nunca hubiese aceptado la apuesta. Mucho menos con la penitencia qué debía cumplir quién perdiera, sugerida por Jeongin.

«Ése mocoso extraño» pensó Minho, Jeongin era ése tipo de chico al cuál le atraían los sucesos más allá del plano terrenal, que bien era lo bastante cobarde o lo muy sensato para no probarlas por si solo, aunque a Minho no le sorprendería si en algún momento algo realmente extraño llegara a pasarle ¡no vivía sin leer historias paranormales a las tres de la madrugada!.

El pálido entendía que podía ser divertido, pero no dejaba de preguntarse ¿cómo dormía bien por las noches? Si bien Minho no estaba aterrado por el mundo paranormal o el más-allá; si tenía cierta repulsión por ello, creía en su existencia por lo que no quería involucrarse con algo desconocido, allí dónde no lo habían llamado.

Hasta que perdió la apuesta con Felix.

– ¿Realmente lo harás? – preguntó Felix. Se atrevió a pensar que Minho se negaría a llevar a cabo el ritual que Jeongin designó, pero al parecer. Minho estaba dispuesto a hacerlo.

– Di mi palabra, no tengo otra opción – declaró, con su típico tono monocorde y una sonrisa de medio lado, con aquél aire de autosuficiencia.

Si bien Minho daba un aspecto calmado ante sus amigos y parecía que solo tuviese que ver una película para niños; en el interior estaba asustado y sus manos estaban frías. Tenía un mal presentimiento aflorando en su pecho.

Esperaba que solo se tratara de un simple juego absurdo que alguien desequilibrado había inventado y subido a internet, que luego paró en manos de Jeongin a raíz de alguna fuente desconocida, poco confiable. En su mente y en todo su sentido común, prefería mantenerse lejos de lo que no comprendía y no conocía. No quería reunirse con algún espíritu que terminara poseyéndolo como solía verse en las películas de terror. Ya suficiente tenía con la universidad y su trabajo como para tener qué preocuparse por algo más.

– Yo qué tú, guardaría agua bendita en el refrigerador – el tono burlón de Jisung fue percatado por todos, al tiempo que daba suaves y repetitivas palmadas en el hombro de Minho, quién apenas se movió de su lugar. Estaba tenso como la cuerda de un arco a punto de disparar.

– Aprendete la oración de Miguel arcángel, por ahí dicen que funciona. – agregó Changbin con gracia y siguiendo los pasos de Jisung para salir de la casa de Minho.

El partido de fútbol había terminado, con una derrota de “2 - 0” al equipo que Minho apostó. Mientras que el equipo de Felix se llevó dos por delante, Minho aún no podía creerlo.

– No lo olvides, solo funciona si juegas exactamente a las doce y solo sesenta y seis minutos. Nada más que eso. Asegurate de despedirte, no te distraigas y por vida de cristo; no salgas del círculo del sal – le recordó Jeongin enumerando cada una de las cosas que dijo con los dedos. Minho solo giró los ojos, como si le estuviesen diciendo la cosa más estúpida del mundo.

– Sí, sí, como digas, Rufus – Minho estaba tratando de hacerse el valiente. Sentía un nudo en la boca del estómago.

Algo dentro de él le gritaba que fingiera haberlo realizado, es decir, montar todo el escenario pero jamás invocar a nada, pero otra ridícula voz contrarrestaba «¿De verdad serás tan cobarde, Lee Minho? ¡Es un tonto juego para bobos!»

Ése día antes de volver a casa, pasó por una tienda espiritista para comprar lo qué le haría falta para llevar a cabo el ritual.

Quizás estaba más pálido de lo normal, pero tenía que admitir que algo de todo eso no dejaba de atraerlo. Le llamaba, le retaba, le pedía a gritos concretar la sesión.

El Amante del Diablo - Hyunho  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora