XI: Primera cita.

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Después de los sucesos ocurridos en el departamento de Minho, Junho decidió que lo mejor sería no volver allí hasta encontrar al menos una manera de evitar que su hermano menor sufriese algún daño.

En todo el camino Minho estuvo callado y distante como si de alguna manera su mente ya no estuviera allí. Pasaron el resto del día en un motel que se encontraba a unos pocos kilómetros del departamento. Fue incómodo para ambos la manera en la que los miró la recepcionista pero procuraron no ponerle mucha atención.

Mientras Minho estaba sentado en la orilla de la cama con la mirada pérdida en la nada, Junho tenía el teléfono en la mano, en un intento por encontrar un profesional en el área que Minho necesitaba, las esperanzas eran pocas pero no dejaba de tenerlas.

– ¿Realmente crees que pueda solucionarse? – preguntó Minho dejándose caer en la cama, viendo a su hermano que se hallaba sentado en un sofá individual.

– Espero que sí – respondió en un suspiro, buscando y guardando diferentes números de teléfono y direcciones.

– Yo... – empezó a decir el menor, mirando hacia el techo –. Siento que cada vez tiene más influencia sobre mí, eso me asusta.

Se llevó la mano al collar rojo que no se había quitado desde el momento en que lo compró.

– ¿A qué te refieres con ello? – Junho levantó la mirada del teléfono, y se dirigió a la cama.

– Es qué. Quiero deshacerme de lo que le molesta, no por miedo sino porque se siente bien cuando está tranquilo. No me acerco a mis amigos porque no quiero ponerles en peligro, pero tampoco lo hago porque no le agradan a Hyunjin. No lo dice, pero puedo sentirlo. Los he evitado en la universidad por las últimas semanas – explicó, con palabras interrumpidas por momentáneos silencios en los que buscaba palabras adecuadas para explicarse –. Es una clase de relación enfermiza.

En ese momento recordó al grupo de sus amigos esperándolo en una mesa en la cafetería, pero él prefería escabullirse e ir a otro lugar donde refugiarse en la soledad. Salía más tarde o más temprano que el resto evitando así las propuestas para llevarlo a casa. En más de una ocasión esos días, dejó de contestar llamadas o responder mensajes e incluso mintió para zafarse de invitaciones a reuniones.

Junho mantuvo silencio porque no estaba seguro si Hyunjin estaba con ellos, una extraña sensación y fatiga le embargaban cuándo pensaba que Hyunjin estaba observándolos, escuchando todo lo que decían. Era como un nivel de paranoia alto pero bien justificado, a decir verdad. Minho volvió al silencio, mirando hacia la nada, no sabía de qué hablar y solo podía pensar en sus ganas de que todo terminara de una buena vez.

Al cabo de casi una hora, el hermano mayor de los Lee consiguió un sitio que les iba perfecto con lo que estaban buscando, por lo que pudo leer en el sitio web; el hombre que Ilevaba a cabo las sesiones resultaba ser un médico con buena reputación, lo que le daba más seguridad si por alguna razón pasaba algo no planeado durante la hipnosis.

Minho aún no estaba completamente seguro de querer saber lo que fue en su vida pasada ¿y si terminaba descubriendo que se trató de alguien muy asqueroso y desagradable? ¿o alguien que no merecía seguir viviendo? Temía que su descubrimiento lo afectara más de la cuenta.

Ambos se encaminaron al lugar que Junho encontró tras conseguir los requisitos necesarios, la ansiedad carcomían como consecuencia de la incertidumbre. La fachada del lugar era blanca, con portones de color negro, se notaba elegante. No parecía un lugar en el que ofrecían tales servicios, más bien parecía un consultorio médico y no se equivocaban en ello.

Al entrar en el lugar el característico olor a desinfectante y medicamentos llegó a sus fosas nasales. Todo estaba pintado de turquesa, los muebles blancos con cojines café. Al entrar observaron a varias personas que también esperaban una consulta, pasaron directo al mostrador dónde una chica castaña tecleaba en la computadora.

– ¿En qué les puedo ayudar? – preguntó amablemente poniéndoles atención.

Ninguno de los dos sabía por dónde comenzar. Así que el mayor de los hermanos extrajo su teléfono y le mostró el anuncio que los llevó ahí, en un ámbito menos clínico.

– Pueden tomar un número y sentarse, los atenderán tras terminar con otro paciente. En caso de que estén de pasada o prefieran asistir otro día, pueden hacer una cita previa.

– Nos gustaría que fuese hoy, podemos esperar – dijo amablemente el mayor de los hermanos. Al mirar a su lado vio lo tenso que se encontraba el menor.

A su mente vinieron todas esas veces en las que Minho era solo un niño pequeño escabulléndose en su habitación por las noches, cuándo una pesadilla le quitaba el sueño o el insomnio lo atacaba, entonces Junho le hacía espacio en su cama, lo arrullaba o le contaba alguna historia inventada a último momento para calmar los nervios de un niño de ocho años.

Le pasó el brazo por los hombros, atrayéndolo a su cuerpo. Minho se dejó hacer, necesitaba un abrazo. Junho tomó un número de la máquina para después dictar los datos de Minho a la chica para registrar su asistencia.

Una vez que estuvo listo caminaron hacia la sala de espera para tomar asiento en silencio. El más pequeño de ambos apoyó la cabeza en el hombro del mayor, cerrando los ojos e intentando no pensar en nada mientras la sala se iba vaciando.

– ¿Crees que todo estará bien? – cuestionó el menor de ambos, sujetando el brazo del otro, apretándolo con poca fuerza en una evidente señal de nerviosismo.

– Ahora no lo sé, pero lo estará. Estoy seguro – animó revolviendo el cabello de su menor aunque se encontraba realmente nervioso sin tener la menor idea si sus palabras se harían realidad o solo eran un consuelo vacío para ambos.

– Junho – llamó Minho, mordiéndose el labio inferior.

– ¿Si?

– Hyunjin una vez me llamó "chico que toca el piano”

– ¿Y tú cuándo has tocado el piano? – cuestionó confundido.

– Nunca.

Antes de que pudiese contestar, fueron llamados para entrar a la consulta. Al acudir a la estancia donde se llevaría a cabo, se encontraron con un hombre de no más de unos treinta y tantos años, con el gris de la vejez manchándole el cabello a cada lado de su cabeza. Tenía la mirada puesta en un pedazo de papel.

– ¿Quién de los dos es Minho? – preguntó con tanta seriedad que aumentó el desasosiego.

– Yo – respondió el nombrado, con ambas ambas metidas en los bolsillos. Junho le colocó una mano en el hombro en muestra de apoyo.

– Tenemos que hacer algo contigo, rápido  – declaró con seguridad.

–¿De qué habla? – cuestionó el mayor, empujando sus anteojos con la punta del índice.

– Tras el e-mail que recibí con la explicación de su caso, puedo deducir que el ente que lo persigue no quiere alimentarse de Minho; lo quiere a él.

– Tras el e-mail que recibí con la explicación de su caso, puedo deducir que el ente que lo persigue no quiere alimentarse de Minho; lo quiere a él

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El Amante del Diablo - Hyunho  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora