La gran figura del hombre se hace presente en la casa, el silencio abunda en el lugar y las sirvientas no tardan en acercarse a él para cumplir con sus próximas órdenes. Una de las muchachas retira su capa de cuero mojada por la lluvia y el mayor le dedica una mirada fina e intimidante.
En una esquina de la entrada, se encuentra colgado en el perchero un saco manchado de sangre, que ninguna de las señoritas se ha atrevido a limpiar hasta que Jschlatt lo ordene de forma directa. Los pasos pesados y sonoros se dirigen al estudio, total y completamente en el desastre. El papelerío, cuadernos y libros esparcidos por doquier, algunos rasgados, otros hechos a perder por culpa del líquido rojizo.¿Cómo es posible que un estúpido zephyr causara todo este desastre?
Jschlatt atraviesa el desorden y se sienta en su silla, observa con detenimiento el mapa extendido en el escritorio, sobre todo lo demás, y tacha una de las ubicaciones señaladas en el papel. Suspira fastidiado sintiendo sus párpados pesados a causa de la frustración y falta de sueño. Ha estado buscando por todos los lugares cercanos a donde lo vio por última vez pero no hay caso, no quedan muchos sitios, espera que no haya ido demasiado lejos este tiempo y que sus dones sigan activos.
Lleva investigando, analizando y experimentando con Quackity desde que puede, sabe todo sobre él e incluso algunas cosas más respecto a su especie. Si es bien manipulado, su simple existencia puede generar buenas y vastas sumas de dinero, lo ha aprendido por su cuenta y no está en sus planes que cualquier otro lo tenga bajo su poder.Al menos sabe que podrá mantenerse con vida. Las heridas que le hizo aún son profundas, es algo de admirar, a plena vista parece ser débil y frágil, siempre lo ha sido. Pero no la última vez, para nada. Fue Jschlatt el que terminó más malherido entre ambos.
Va a encontrarlo, por supuesto. Quackity no puede ocultarse por mucho tiempo, volverá a sus sucias manos tarde o temprano. Y la próxima vez, se asegurará de que no vuelva a escapar, ni siquiera volando.
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Con Luzu fuera de casa, y la soledad asentándose en el hogar, Quackity tiene la urgencia de distraerse lo más pronto que fuera posible. Y teniendo todo un edificio para explorar, y sin ninguna autoridad que se lo impida, es claro que no iba a quedarse con la duda de ver qué hay detrás de cada puerta y armario.
La planta baja es lo primero. Ya había visto la sala de estar, es en donde abrió los ojos por primera vez allí. Cruzó a paso rengo una galería con pinturas en donde no se pudo impedir mirarlas. Los colores, los trazos, el sentimiento. Siempre le había gustado el arte. Pocas veces vio la pintura en la pared frente a su antiguo cuarto, pero nunca dejaba de admirarla. La pregunta cada que la veía se repetía en su mente como un mantra: "¿Por qué se siente así?". Odia no tener respuesta a algo, igual que con la bondad proveniente de Luzu.
Más allá de este pasillo, se encontraba el invernadero, que no tenía plantas, sinó libros. Las altas puertas de cristal permitian ver la lluvia cayendo, que creaba un tranquilizante sonido al chocar con la superficie del vidrio. La biblioteca no tenía ni un sólo espacio vacío, era acompañada por una escalera corrediza y la alfombra floreada de color rojo, un pequeño sillón y una mesa de madera tallada muy minuciosamente. Luego de husmear un poco entre los títulos y portadas de algún que otro libro, atravesó un arco de entrada para detenerse estupefacto y duramente, ocasionando una punzada dolorosa en su pierna, que realmente no importó mucho en ese instante; un piano de cola resaltó en medio de la habitación, polvoriento y pobremente iluminado por un pequeño candelabro de cuyas velas casi no quedaba nada.
Quackity desempolva un poco el asiento del piano y sopla las teclas, tocando una por una, encantado con el ruido que no llega a hacer ni siquiera una melodía, pero le sigue gustando. Nunca vio un piano, y cree que se ha convertido en uno de sus objetos favoritos.Oye la puerta de entrada abrirse y sus sentidos se activan al instante, levantándose apresurado incrédulo respecto a sus heridas, jadeando sonoramente ante el dolor plantado en todo su cuerpo. Cae al suelo tenso e incómodo, quejándose continuamente y lanzando insultos en forma de bajos chillidos por los tirones, el escandalo es claramente oído por Luzu, quien no tarda mucho en dejar las compras y abrigo mojado en la entrada para correr por el chico.
──¿Quackity? ¿Estás bien? ──llama en voz alta, buscando por los cuartos a paso apresurado y resonante.
Finalmente se detiene en el cuarto de descanso, con un Quackity adolorido y malhumorado, él suspira y se agacha a su altura viendo las vendas en su pierna, mientras el contrario lo mirada a duras penas sentado en el frío suelo.
──Estoy bien, no te preocupes, sólo perdí el equilibrio. ──dice Quackity entre dientes mientras se levanta con ayuda del contrario.
──Oh, está bien y...
──¿Tocas el piano? ──pregunta, interrumpiendo.
──No demasiado. ── Luzu desvía la mirada sin un rastro de simpatía.
Esa es una de las pocas cosas que su madre le dejó; el poder tocar el piano, además de unas cuantas chucherías y los anillos de boda suyo y de su padre, el cuál guardó cuando él murió, esperanzada de que Luzu iba a casarse antes de que ella falleciera, en lo cuál erró terriblemente.
──Estás todo mojado, puedes resfriarte ──Quackity lo saca de su mente, también recordando que sigue empapado por la lluvia──. Ven, vamos a la chimenea.
Él lo toma de la mano conduciéndolos hacia la sala. Quackity no es de esos a los que les guste el contacto físico (aunque tampoco ha recibido mucho a lo largo de su vida), pero no se siente amenazado por Luzu, entonces no le importa demasiado.
──¡Uh-uh, espera! Tengo algo para ti ──dice el castaño, soltandose del agarre y saliendo disparado hacia las compras, rebuscando entre las bolsas algo entusiasmado.
Quackity lo mira con el ceño arrugado e intrigado por el regalo, da unos pocos pasos hasta que Luzu se levanta de golpe y se da la vuelta ocultando el objeto detrás de su espalda.
──¿Qué crees que es?──pregunta con una sonrisa juguetona.
──No lo sé, ¿comida?
Luzu tiene una expresión de total confusión por la rara respuesta. Él solo niega con la cabeza y le entrega el gorro, Quackity lo toma entre sus manos mirándolo con un sutil encanto y aprecio, pero no lo suficiente como para darse cuenta él mismo. Da una caricia en la tela con el pulgar y se forma una suave sonrisa.
──Habías dicho que tus orejas se congelaban, espero que esto lo resuelva al menos un poco ──menciona con hoyuelos.
──Gracias, Luzu. ── Y él recibe una de esas miradas que son, ciertamente, como la caricia de un ángel.
Quackity se pone con cuidado el gorro, cubriendo sus orejas y acomodando mechones rebeldes que intentan escapar con ayuda de Luzu, quien se toma el atrevimiento de mover uno de los mechones azabaches para poder verlo bien a los ojos. Quackity siente que su corazón late fuerte y logra desconcertarlo, lo adecuado como para desviar la mirada de los rubíes y alejarse del contrario yendo hacia el sillón.
──Este, eh... ¿Qué vamos a comer?──pregunta con toda la intención de cambiar el ambiente, Luzu suelta un par de risas rodando los ojos.
──¿Sólo piensas en comida?──toma las bolsas de compras y camina a paso lento a la cocina──. Ayudame a ordenar y luego te haré la cena.
Él suspira pesadamente y con cansancio, para seguir a paso sonoro al chico por detrás.
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buenas nochess, flz sábado, espero q lo estén pasando tranq
un poquito tarde, pero acá tienen otro cap, espero k les guste, no olviden comentar y darle etrellita
los tkm
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the golden wings ──luckity au.
Fanfictionluzu es un cazador, pero le dispara a algo que no es un animal. > sólo cubitos. > fluff. > aclaración kaejakrbakfbakfn.