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     Luzu era raro. Más que cualquier otro humano que haya conocido. Es muy amable, considerado, y se preocupa. Es estúpido. Y sabía que no era innato, nadie lo haría por simple gusto, menos con alguien como yo. Jschlatt siempre dijo que quienquiera que me viera, intentaria hacerme daño de alguna u otra forma, a pesar de que él también me hacía daño. Su figura volvió a aparecer en mi mente luego de que Luzu descubriera una segunda herida en mi ala que supuestamente estaba sana.
     Su atención era un tanto pesada. Me llevó al primer piso de la casa a pesar de que podía hacerlo sólo. La herida en mi pie dolía, de hecho todo dolía en ese momento, pero no lo suficiente para depender físicamente de alguien.

     La habitación no era muy interesante. Era sombría y monótona, las cortinas se mantenían cerradas y todo estaba lleno de un fino polvo por el tiempo que estuvo en la penumbra. Logré convencer a Luzu de que puedía moverme por mi cuenta, y era un fastidio menos.

──Hay ropa en el armario. Era mía cuando era pequeño, creo que te va a quedar ──dijo él, mientras se acercaba al ropero y buscaba algunas ropas──. Mañana iré al pueblo a buscar algo. Puedes hacerme una lista de cosas que quieras ──sonrió amablemente.

    Eso era muy raro. Que sonriera de forma pura y sin ninguna mala intención. Era tan extraño. O lo era al menos para mí. Jschlatt no sonreía por gusto o cortesía, lo hacía de forma perversa, para intimidar o acompañada de una mirada obscena.

──Está bien ──respondí, obligandome a dejar de pensar──. ¿Te molesta si cambio las cosas de lugar?

     Pregunto. Y no es por placer, la habitación está acomodada igual a la que tenía. La cama a la izquierda, la ventana al centro, el armario a la derecha y un escritorio. Aunque antes no tenía ningún escritorio, ni nada para entretenerme.

──No, está bien. ¿Puedes tú sólo? Quizás yo...

──Descuida, puedo sólo ── Siempre lo hago──. Gracias, Lusu.

     Él soltó una risa, y sé que es por mi pronunciación. Entonces se retira, cerrando la puerta.

     Comienzo a mover los muebles y sí, es más tosco de lo que había imaginado, pero tampoco imposible. Siempre había pensado en tener una buena vista del cielo. Quizás es estúpido. Pero me gusta ver las estrellas. No muchas veces lo había hecho, desde mi cuarto no se veía nada, no había ventanas ni entrada de luz natural.
     Por eso puse la cama justo debajo de la ventana. Era bastante grande, tenía una linda vista del gran patio pintado del blanco puro de la nieve y lograba ver el techo de lo que supuse era un pórtico.

     Todo estaba bien, a excepción de mi ropa.

     La ropa en el armario era toda de color negro, pero tristemente, de mí tamaño. Mis alas estorbaban incluso sin poder moverlas. Bufé, y busqué entre los cajones del armario y escritorio, para mi sorpresa, había unas vendas. ¿Por qué Luzu tendría vendas ahí? En su habitación de niño. Las suposiciones no tardaron en aparecer en mi mente pero como siempre, las callo. Me saqué la camisa blanca manchada con sangre y tierra, y pasé las vendas desde mi pecho hasta por detrás de mí espalda por encima de mis alas, haciendo lo mismo varias veces. El dolor y ardor se plantaban en mi cuerpo con el movimiento, por momentos dejaba de respirar unos segundos por  las punzadas próximas a las lastimaduras, era frustrante. Cuando por fin las alas estaban pegadas a mi espalda, tomo una camiseta y me la pongo con clara dificultad, silenciando chillidos. Luego un pantalón holgado, para que no tocara con los rasguños, el dolor de mi tobillo no cesaba.

      Suspiré. Todavía sin caer en cuenta de que debía quedarme allí, con un desconocido, en su casa. Podrían ir a buscarme, y eso ponía en peligro a Luzu. No quería estar ahí, pero no tenía otro lugar a dónde ir, y como el vampiro ese dijo: hace frío afuera, y estaba terriblemente herido. Ocultarme en el exterior en ese estado era una sentencia de muerte que no quería cumplir aún. Pero en algún momento sabía que lo haría. Ningún organismo puede vivir en soledad, y siempre he estado sólo. Luzu no haría una diferencia, lo mismo que con Jschlatt. Como si fuera un fantasma que se siente en el ambiente pero realmente no hace más que merodear. Nunca dependí de nadie ni voy a hacerlo, esto será temporal, me dije. Porque sé que en algún momento Luzu me apuñalará, como lo haría cualquier otra persona. Él no es diferente a los demás, y no bajaré la guardia con él. Los humanos son todos iguales.

    Miré hacia afuera, y en verdad no sabía cuándo sería el momento correcto para irme, o para que me encuentren. La idea de estar allí no me agradaba en absoluto. Suspiré, uno de los tantos que iba a soltar todo ese tiempo, y salí de la habitación a paso rengo.
    Es una casa grande, y se nota, a pesar de que no había recorrido nada de ella. Por lo que Luzu me dijo, esta debió ser la casa de sus padres, y ahora la suya. Supuse que ellos se mudaron o fallecieron, aunque era de mí incumbencia, ni tampoco estaba en mis planes preguntar, crear una disputa era lo último que deseaba.

    Miré lo que pude sin abrir las puertas cerradas. Algunas entreabiertas me permitían ver una habitación vacía y polvorienta, Luzu no es muy atento a la limpieza de cuartos que no acostumbra usar. Entonces una puerta abierta de par en par, llama por completo a mi curiosidad. El estudio de Luzu. Entré en silencio, hay varios libros tirados alrededor del suelo, una lámpara brinda una pobre iluminación, las cortinas están cerradas y hay un cofre grande de masera oscura con una cerradura de mariposa.

──¿Qué haces? ──oí detrás mío. Automáticamente me dí la vuelta, encontrándome con un Luzu de expresión molesta o de extrañeza.

──Lo siento, estaba explorando.

──La cena está lista ──dice en tono firme.

     Sé cuándo hay que guardar silencio, y es en este momento.

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hola los kiero voten komenten kompartan y chau

r choto el cap, pido mil disculpas, posta

the golden wings ──luckity au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora