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     Una de las cosas que había descubierto de el extraño ser: era sorprendentemente más liviano de lo que aparenta. Llevarlo a casa fue fácil. Lo dejé recostado junto a la chimenea, para que el frío de su piel cesara. Me fue imposible no quedarme mirándolo. Era extraño, pero a la vez fantástico. Nunca había visto una criatura así y es obvio que despertaba mi curiosidad.
     Creía que era un ángel. Más que nada por la apariencia humanoide y las alas. Pero nunca creí en esas cosas, ni tampoco tenía en plan empezar a hacerlo, es por eso que inconscientemente intentaba encontrar una explicación lógica, aunque fuera inútil.

     Miré la herida de bala en su ala de nuevo, debería vendarla. Luego miré la escopeta a un lado de la puerta. Una parte de mí se sentía decepcionado consigo mismo por no haber cazado nada. Suspiré. La habitación poco a poco se calentaba, pero no lo suficiente. Hice dos tazas de chocolate. Una para él, supongo. Caminé hacia la chimenea de nuevo, sentándome a unos metros de él en el suelo. Dejé la taza de chocolate a un lado suyo. Quizás habrían pasado unos dos minutos desde eso hasta que oí un jadeo provenir de él.

    Las alas se movieron en un temblor. Quizás sentía algo de miedo, o eran sólo nervios, ahora pienso que fué una mezcla de los dos. No pude ver cuando abrió sus ojos ya que estaba de espaldas a mí, pero se apoyó en sus codos de inmediato. Y me vió.
     Podría jurar que nunca había visto tales ojos. Tan oscuros, pero brillantes a la vez.

     Frunció el ceño y arrugó la nariz un instante antes de quedarse con una expresión asustada. Movió sus alas rudamente en un intento de volar, fallando por la herida, lo sé porque se mostró en su rostro, y tiró la taza de chocolate a su lado, solté aire pensando en que luego debería limpiarlo. Volvió a sentarse en el suelo mirándome fijamente con molestia. Yo estaba petrificado. Era un ser hermoso. Lo desconocido no suele causarme temor, pero esta vez sí lo hizo.

──¿Quién eres, o qué?──habló queriendo lucir intimidante, pero sabía que estaba igual de asustado, o incluso más que yo.

──Luzu. Yo te...──mierda. Si le contaba que le había disparado, todo sería peor──. Te encontré en el bosque y te traje a mí casa.

     No había señales de agradecimiento ni mucho menos, se limitaba a mirarme con amargura. Quería hacerle miles de preguntas, pero se sentiría atacado.

──Por qué me trajiste. ── Más que una pregunta fue un reclamo. No le agradaba la idea.

──Estás herido, y afuera nieva.

     Apretó sus labios y rodó los ojos suspirando.

──¿Me permitirías vendarte?──pregunté, ahora no quería hacer ningún movimiento que lo incomodara, o lo hiciera molestar.

──Está bien. ── Su respuesta me sacó un peso de encima.

──¿Cómo te llamas? ── No podía contener más el interés por saber a esa altura.

──¿Importa? ── Iba a seguir quejándose de algo, pero cerró su boca y volvió a suspirar──. Quackity.

     Es un lindo nombre, pensé inmediatamente. Nunca lo había oído, pero a él le quedaba muy bien. Encajaba con su apariencia. Las flores doradas en su piel como tatuajes, el cabello negro hasta por encima de los hombros, los lunares, la voz, los ojos, y...

──Mi tobillo duele. ──interrumpió mis pensamientos. Luego me fije en el lugar indicado, el cuál para mi sorpresa estaba algo hinchado.

──Quizás es un esguince ──dije y comencé a notar algunos rasguños al rededor de sus piernas. Debe ser descuidado, me dije──. Voy a vendarte.

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     Otro dato sobre Quackity: es terriblemente inquieto. No habrán pasado ni siquiera dos segundos desde que me dispuse a vendarlo, y él ya estaba retorciéndose en su lugar.
     Jadea cuando intento acercarme para poner las vendas. Patalea si intento desinfectar las heridas en su pierna. Dios.

──¡Quédate quieto!──exclamó, intentando esquivar una patada. Y él me ignora. Me mantengo quieto al igual que él, y nos miramos en lo que parece una guerra──. Si no te quedas quieto, no puedo ayudarte.

──¡Eres demasiado brusco!──se queja. Y quizás tiene razón, a veces no controlo mi fuerza.

──Bien, entonces. Quédate quieto, y seré suave, ¿Okay?──hablo queriendo sonar más tranquilo.

     Él asiente, y entonces me permite continuar. Tomó con cuidado su pierna, por un momento él intenta alejarla por mero reflejo. Humedezco el pedazo de algodón con alcohol y presiono levemente sobre las heridas. Quackity aguanta el pequeño ardor. Pongo venditas y me alejo un poco.

──Listo. ¿Lo ves? No era para tanto ──digo con una sonrisa, y el rueda sus ojos.

     Luego, me hago cargo de su esguince. Esto será mucho peor.

     Tomo una bolsa de hielo que llevé anteriormente, y la coloco sobre la zona inflamada. Él me da un golpe con la otra pierna.

──Está frío, no me gusta ──declara, serio.

──Pues te aguantas, de lo contrario te seguirá doliendo.

──Haz otra cosa. Está helado.

──No hay otra cosa. Te aguantas ──respondo firmemente, y el chasquea la lengua. Entonces puedo oír cómo murmura "idiota"──. Te escuché.

     Él bufa. Y yo rió, porque es un gesto demasiado bobo y es demasiado propio de un niño pequeño. Retiro el hielo, tomo las vendas elásticas, y comienzo a envolver la lesión. Es un beneficio saber esta clase de cosas. Siempre pensé que eran inútiles, pero ahora agradezco que madre me lo haya enseñado.

──¡Hey, hey, hey! ¡No presiones tanto!── Quackity exclama, frunciendo el ceño.

──Si no lo hago, no sirve. Además no está tan ajustado.

──Eres muy brusco.

──Tú eres quejumbroso.

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holo, buenass, cmo van?? espero q bien, yo empecé el año para el orto pero HEYY, les traje cap

es cortito pero está hecho con amor, ok? ok

voten y comenten q los qro leer, yy bueno, gracias x el apoyo q anduvieron dando, los tkm<33

byebye

the golden wings ──luckity au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora