tus gatos me reconocen, saben que solo soy
un gato más,
quizás con costumbres un poco inusuales.
se adaptan rápido, me reciben.
tus humanos,
tus humanos no sé qué me ven, honestamente
pero puedo con un poco de confusión;
definitivamente la prefiero al rechazo:
ya tuve más que suficiente de eso.
e indudablemente no sé qué me ves vos
(aunque tal vez pienses lo mismo sobre mí),
pero me tratás con una humanidad inmerecida,
con un cariño insospechado.
no sé si sabés que solo soy un ente cósmico menor,
un poco perdido en un mundo que no me es propio.
un hogar es decididamente más que un lugar donde quedarse a dormir,
pero poder quedarse a dormir también ayuda.
no sé si tendré otras formas de agradecerte
más que habitar el lugar que me das,
el hueco que me das rellenarlo.
a los gatos nos gusta hacernos un ovillo.
no digo que ahora ya no me haga falta nada,
pero me das cosas que antes me faltaban,
cosas que no sabía que podía o merecía tener.
y sé que los dos aprendemos el uno del otro.
no todo es indoloro, pero el dolor es poco
y el amor es grande, e incomprensible,
inesperado,
y sencillo, como rascarle la cabeza a un gato,
es un idioma y también las palabras que piden ser dichas,
un trabajo duro y los frutos del mismo,
y también las cosas que aún nos quedan por aprender.
ahora soy parte de tu casa,
como un hongo,
y ya no podrás desprenderme por completo
aunque eche raíces también en otros suelos.
