Severus Snape, profesor de pociones, y según muchos, el temible vampiro de las mazmorras, se encontraba en el salón de clases sentado en su escritorio, su cabello arreglado en una trenza y atado con una cinta de un verde esmeralda.
En su mano izquierda tenía un pergamino en el que estaba concentrado, mientras, con su mano derecha hacia algunas anotaciones importantes en el pergamino que tenía en su escritorio, estaba preparando su plan de estudio y estaba muy inmerso en eso.
Harry, el pequeño fantasma, miraba con aburrimiento el como trabajaba él maestro cervecero, él estaba tan distraído y hundido en su mundo con pergaminos esparcidos por todos lados, el niño después de haber terminado con el cabello del profesor no encontraba nada más que hacer ¿Quizás intentar con alguna otra poción?, ¡Incluso podía intentar inventar una!, leyó lo suficiente como para hacer un intento.
Con un objetivo en camino y energías renovadas, el fantasma floto hasta el almacén de pociones con una gran idea en mente.
—Potter, sea lo que estés pensando, será mejor que lo olvides —murmuró Snape, su vista no abandonó el pergamino que lo tenía tan inmerso—. Siento que harás un gran desastre...
—Oh, Sev, no tengas ideas equivocadas. Solo haré una poción, después de todo, estoy aburrido. —reveló su intención al profesor que por fin alzo la vista del pergamino para concentrarse en él, eso, puso contentó al fantasmita.
—Un momento —dijo Snape, levantándose y comenzando a ordenar el desastre en su escritorio con un ligero movimiento en su varita, teniendo todo organizado, mira nuevamente al niño.— te vigilare, no quiero que termines volando todo....
En parte, se culpa por la muerte de Potter, no fue lo suficientemente atento como para evitar el gran desastre, sí, son muchos alumnos desastrosos en los que tiene que tener un ojo puesto encima de ellos, pero, como profesor su deber era velar por el bien de cada uno de sus alumnos.
Y sí, quizás no podría haber visto venir que el joven gryffindor torcería toda la poción en algo letal. Y nuevamente sí, quizás, solo quizás estuvo evitando otro desastre antes que Neville, ¡Pero pudo haber sido mucho más rápido!, o bueno, ese es el pensamiento con el que se castigaba en cada noche de sueño.
—Como quieras, Sev, pero dudo hacerlo. Soy todo un profesional en esto —dijo Harry, soltando una risa engreída yendo finalmente al almacén.
—Como desees creer, Potter —
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—Imaginé que estarías aquí, Snape —comento Minerva al ingresar al salón, observando con silencioso asombro el desastre que se encontraba frente ella, habían varios libros esparcidos por el suelo y pergaminos con anotaciones que estaban resaltadas o simplemente tachadas.
—Sev ¿Quién es esta intrusa? —murmuró el pequeño Potter con un tono malhumorado bien marcado en su voz.— ¿No sabe lo que es tocar la puerta?, tsk, la gentuza de aquí no tiene modales...
El fantasma no pudo evitar decir eso entre sus dientes apretados por la molestia, decidió, entonces, que lo mejor sería ignorar la existencia de la mujer y seguir con la poción que estaba cociendosé a fuego lento.
Para sorpresa del profesor de pociones, el fantasmita realmente era bueno con lo que hacía, aunque, hubo dos ocasiones que tuvo que intervenir cuando la poción se estuvo tornando algo peligrosa. Potter era bueno, sí, pero aún le faltaba mucho por aprender.
El director dió aviso a todos los profesores de la presencia del nuevo integrante del castillo en forma fantasmal, hasta ahora nadie, sin contar a Snape, ha intentado tener contacto con el niño.
Tuvieron el suficiente tiempo para poder procesar la noticia, por ello, Mcgonagall no se mostró tan sorprendida.
—Sr. Potter, debe tener más respeto con sus mayores —reprendió ella con un reproche sonando por su voz.— Puede ser un fantasma pero eso no le da derecho a comportarse de esa forma.
—¿Uhmm...?, ¿Importa?, veo que te has dado cuenta, sí, ¡Estoy muerto! —gruño alejando la vista del caldero y flotando en cuestión de segundos hacia ella, aún se le hacia delicado mencionarlo— ¿Realmente importa darle respeto a seres insignificantes que luego de algunos años no veré más nunca en mi eternidad?, sé espera.
Severus pasa una mano por su rostro con algo de exasperación, mira al niño, no entiende al chico tan temperamental, tampoco encuentra forma de enojarse con esa criatura.
—La poción —dijo entre dientes y de esa forma llama la atención del chico.
—Oh, ¡Cierto!, lo siento Sev —murmuró por su distracción, alejándose de la mujer va hacia la poción. Y con esa distracción, el profesor de pociones salió del salón con la profesora de transformaciones.
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—Entonces, ¿Para que te necesitaba la señora gruñona? —preguntó Harry, embotellando la poción que había terminado no hace mucho, el líquido medio transparente de la poción era negro.
Dejando la poción en el escritorio del profesor, se acercó flotando hacia él y lo observo con una curiosa sonrisa.
—La profesora Minerva me informo que el director tiene en mente que te incluya en mi plan de estudio —dijo, pensando la razón del porqué el director no vino él mismo.— Dado que no puedes salir de este salón, yo ya lo había tenido en mente pero hasta ahora es que se me ha dado una confirmación...
—Quieres decir.... ¿¡Qué podré enseñar contigo!? —la emoción no solo se mostraba en su voz, se veía incluso en su expresión y en algunos objetos que flotaban al azar.
Severus sonríe ante la genuina emoción del fantasma de doce años, y, sin más va hasta su escritorio para tomar asiento en su acolchado asiento y tomando el frasco observa con minucioso detalle el contenido.
—Sí, deberíamos empezar ya a planear sobre lo que enseñaremos durante los meses venideros —dijo, repasando por su mente los límites que le tendría que dar al ser muerto que lo acompañaba en ese momento— Dijiste que llamarías está poción muerte súbita ¿No es así?
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