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Estoy empezando a entender un poco esto de Apricon, lo que no entendiendo es la parodia de disfraz que intenta hacer Annalis.

—¡Que no te mueves! —grita y me tuve que obligar a estar más recta que una cruz

—¿Que se supone que soy?

—Parece un tigre bebe mezclado con trolls —Nerón torció la cara, buscando algún sentido en mi camuflaje.

—¡Es un Bakeneko! —Defendió a gritos Annalis—. ¡Es lo único que se me ocurrió!

—Pero así no se ve un Bakeneko —opinó Krohonan cruzado de brazos.

—¿¡Y cómo voy a saberlo?! —la arpía tiro al piso las telas—. Yo aún estaba en el huevo cuando se extinguieron.

—Para empezar ¿Que es un Bakeneko? —jale los bigotes y me quite los colmillos de tiburón.

—Un demonio gato, famoso en la Región de Asia —contestó Valian.

Con mucho esfuerzo me quite el montón de basura que Annalis cosió en mi ropa, que ahora está toda echada a perder y agujereada.

Annalis se puso de pie, dejándome claro una sola cosa.

—Y tu historia es que tu familia se quedó atrapada en el mundo humano.

—Hasta ahora que los valientes guardianes de Apricon te fueron a rescatar! —finalizó Nerón con una amplia y orgullosa sonrisa.

—¿Y se supone que esos "valientes guardianes" son ustedes? —mofe.

Krohonan fue el único que entendió el sarcasmo.

Con una sonrisa burlesca dejó de jugar con su serpiente y se apartó de la pared tomando el mando.

—Hay que llevarla al bazar a comprar algo normal.

—No podemos usar los fondos del cuartel en ella —quejó Annalis—. Con esto de las sirenas tenemos que salir a misiones con urgencia.

Krohonan, con una voz más gruesa habló:

—Reformulo: yo la llevare a comprar ropa.

—¡Yo quiero ir! —saltó Nerón

Krohonan lo detuvo.

—No.

Nerón se volvió a su asiento, acojonado.

—Andando.

Krohonan me pasó su abrigo, poniendo la oscura capucha para ocultar mi rostro.

El bazar quedaba un tanto lejos, o bueno, el cuartel general quedaba lejos del pueblo, pero Krohonan hizo que llegáramos en segundos.

—¡Bájame, por favor!

Permanecía con los ojos cerrados la mayor parte del vuelo, pero el vaivén de sus alas me atormentaba.

—¡Ya estamos por llegar! ¡deja de ahogarme!

Efectivamente llegamos en minutos, muy asustada, muy temblorosa, muy mareada.

—¡Vomita lejos de mí!

Todo lo que comí salió de mi sistema y fue a parar al pobre arbolito.

—Sabía que los humanos eras débiles, pero no tanto.

—Vete a la...

Volví a vomitar y cuando vi que todo daba vuelta, mi cuerpo no dio para más. caí en los brazos de Krohonan.

—Supongo que también tendré que gastar esmeraldas para alimentarte.

No tuve ni fuerzas para responder, sus palabras fue lo último que recuerdo antes de perder las fuerzas. Sentí como Krohonan me acomodó en sus brazos y siguió caminando hasta un lugar con mucha bulla, muchos sonidos extraños como gruñidos y rugidos.

El portal a Apricon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora