Jisung acepta un trabajo de niñero pensando que cuidará a un menor, lo que no sabe es que tendría que cuidar a un adolescente y enfrentarse a las consecuencias es algo que no quiere.
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Apagó su auto y bajó de él para poder guardar su teléfono en el bolsillo trasero de sus jeans. Miró la enorme casa frente a el, analizando cada cosa de ella y viendo lo hermosa que es, demasiado hermosa comparado con su pequeño departamento.
Se acercó a la puerta principal e hizo tres leves toques, esperó pacientemente a ser recibido y al la puerta abrirse dibujó una sonrisa en su rostro.
—Buenos días Señora Lee - hizo una reverencia mostrando su respeto hacia la mayor.
—Buenos días Señorito - sonrió la mayor, se hizo de lado para que el menor pasará e hizo.
Al llegar a la sala Jisung vió las maletas de la mujer listas, escuchaba ruido en la cocina pero su atención se fue a la mayor, quien llegó a la sala con una sonrisa radiante.
—Eres incluso más joven de lo que pensé querido, ¿Que edad dijiste que tenía?
—Tengo veinticuatro años, Señora Lee
—De seguro te llevarás bien con mi hijo, el es un amor total - sonrió con emoción, dió unos pasos hacia la cocina. —Cielo, ¿Puedes venir a presentarte?
Jisung esperó paciente en la sala, un tanto emocionado. El ama a los niños, por eso trabajar de niñero no le molesta, pero aún así quisiera dejar el trabajo para poder conseguir uno que le brinde mejor pago.
La emoción de Jisung desvaneció al ver a un adolescente salir de la cocina, con expresión seria, quejándose de que no necesitaba ser cuidado.
—Preséntate, para algo te llame - dijo el mujer seria.
Debían estar jugándole una broma de muy mal gusto, es un hombre ya, no necesita un niñero. Su cejo estaba levemente fruncido, pensando que aún le jugaban una broma y que un niño pequeño saldría corriendo.
—Mamá, te dije que no necesito un niñero - se quejó serio.
La mirada de la Señora fue hacia el niñero y volvió a sonreír. —Lamento su comportamiento, pero no entiende que esto es forma de su castigo - miró a su hijo por un segundo para luego tomar sus maletas. —Minho - volvió a llamarlo seria.
