Cruel Ambición | 1 | (BORRADOR)

| Crueldad 16 |

Isabelle

Perseguida

La verdad es que no quería irme de la casa de Clara, pero era necesario hacerlo para evitar cualquier escándalo que pudieran armar los cuatro hombres con los que vivo, si me buscaban. Decidí no encender mi celular después de que Matheo me escribiera. No quiero ni siquiera imaginar cuántas llamadas perdidas tengo. Solo estoy tratando de dejar atrás todo lo que sucedió ayer y concentrarme en lo que me espera hoy.
Porque al final, si sigo haciéndome mala sangre, temo morir por un tumor en la cabeza.

Mientras espero a que la luz del semáforo cambie, veo un auto negro con vidrios polarizados que está detrás de mi.
Comienzo a sospechar, vi ese mismo auto ayer mientras estacionaba en el edificio de Clara.
Observo un poco mas hasta poder ver la matrícula. Definitivamente es el mismo auto, recuerdo muy bien la placa del vehículo.

¿Por qué debería de estar siguiéndome? Y si es asi ¿Quién diablos es?

La luz se pone verde y acelero hechándole un vistazo de vez en cuando.

Dos autos más aparecen a lo lejos conduciendo muy rápido, pero estos si se muy bien quienes son.
Resoplo fastidiada.

"Que los jodan"

El vehículo negro sigue detrás de mí. Acelero y tomo el desvío habitual hacia la mansión. Una vez a una distancia segura, reduzco la velocidad. Me detengo para observar por el retrovisor; el auto tenía la intención de seguirme por el mismo camino, pero los otros dos Lamborghini lo acorralan y obligan a retroceder. Los pierdo de vista.

"¿Pero qué diablos...?"

¿De dónde surgieron mis hermanos? ¿Y por qué demonios están siguiéndome también?
Al parecer, estaban al tanto de que ese auto me estaba siguiendo y eso no me gusta nada porque ahora vendrán con el típico "te hicimos un favor" pero esta vez no pienso devolverle el "favor" a nadie.

Continúo conduciendo hasta llegar a casa y esperarlos para pedirles una explicación.

•••••••••••••

Antonio

Las gran avenida estaba casi vacía. La velocidad de nuestros autos aumentaba cada vez más, mientras seguíamos a esos desgraciados.

Todos sabíamos que esto pasaría algún día, y gracias a eso, mi padre está mal. Muy mal.
Solo seguimos sus órdenes, y las vamos a cumplir: "Atrápenlos y no dejen rastro"

Matheo está mas adelantado que yo. Se dedica a acorralarlos mientras los intentamos llevar al callejón oscuro. Ahí no hay nada más que galpones de fábricas abandonadas.
Nadie excepto algún vagabundo, escucharía disparos o gritos agonizantes.

Realizan una maniobra y doblan por uno de los callejones.
Piensan que podrán escapar pero no es así. Ya los tenemos.

Voy tras ellos y el acompañante del conductor se asoma por la ventana y empieza a disparar hacia mí.
No me inmuto e intento esquivar los disparos haciendo zig-zag. Miro hacia el costado, unas ventanas rotas me dejan ver por donde va mi hermano.
El callejón está por terminar y justo cuando tenían intenciones de girar hacia la izquierda, aparece Matheo jugándose la vida. Se pone delante de ellos impidiéndoles la salida y haciendo que frenen. Estos mismos hacen un giro 360° e impactan contra una de las columnas de las fábricas.

El auto se destroza en la parte delantera. Al ver que nadie baja ni hay movimiento, Matheo y yo salimos de nuestros vehículos.