Debo de admitir mi equivocación con respecto a esta perra, porque no está loca. Su demencia va más allá de mi capacidad de entender, mucha más de la tolerancia y paciencia.
Pero, pese a tener una boca bastante floja que te incita a darle unos buenos golpes, puedo llegar a comprender en profundidad el deseo que mi hermano siente por ella.
Sí, Jules no es como las otras chicas que traíamos para satisfacer nuestros deseos.
Ella no es obediente, pese a las advertencias que constantemente le damos. No sucumbe al miedo, mucho menos se deja manipular por nosotros.Me enferma que sea así, no entiendo cómo puede ser tan desobediente, teniendo a dos leones sedientos frente a ella. Admito el deseo que siento por esta perfecta silueta y admito que este placer que me hace sentir es fantástico.
Aun admitiendo todo esto, me sigue enfadando su actitud tan irrespetuosa. Más cuando es ella quien está arriba mío dándome placer. Dejándome como espectador de todo el arte de su cuerpo.
Ni siquiera puedo refutar sus palabras. La osadía con las que les dijo, el cómo tomó el control sin mi consentimiento me ha dejado helado.
O más bien, rendido a ella.
—¡O Dios, es tan grande!
No sé si es un gemido de gozo o de dolor, pues sus facciones se contraen y da una mueca de incomodidad, pero su húmeda abertura se abre más a mí, incluso puedo sentirlo más caliente.
Tomo su cintura, queriendo que se mueva más para gozar de lo caliente de su interior, pero al hacerlo sus ojos verdes se abren para lanzarme una mala mirada. Casi olvidando la lascivia que se trae.
—No—afirma, moviendo sus caderas en círculos, haciéndome temblar debajo de ella mientras me toma de los hombros para clavarme sus uñas—. Hoy te follaré.
No respondo debido a que empieza a moverse de arriba hacia abajo con fuerza, rebotando en mi miembro erecto, creando un sonido majestuoso de sus jugos rebosando con una especie de sinfonía de aplausos creando por la piel que choca.
Trago saliva y me aferro a su cintura, soltando gemidos temblorosos por el placer, suspirando su nombre a la vez que admiro sus grandes pechos en el momento que rebotan.
«¿Por qué carajos hago lo que ella me dice?». Cuestiono en mi mente al caer en cuenta en la posición, en la sumisión que siento que estoy teniendo.
Jules es el diablo personificado, de eso no tengo dudas, por ende, debo de tener cuidado con ella. Un paso falso y terminaré en sus pies.
Aunque no es una misión fácil, mucho menos cuando me toma del cuello para pasar su lengua, sin dejar de follarme, marcando un territorio prohibido. Dejando un hormigueo en todo mi cuerpo.
Me tenso cuando me muerde, más cuando succiona. Tiemblo bajo su mando y siento el orgasmo en mi parte baja.
—Ah, Jules…—me estremezco, esta vez poniendo algo de fuerza en su cintura para apresurar su ritmo—. Sigue así, por Dios…
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Obedéceme, Jules | LIBRO #1 (+21)
Ficção AdolescenteJules no es de las que se quedan calladas, siempre tuvo una boca muy suelta y tal vez eso fue lo que la llevó a ser la nueva perra de los hermanos Volkov. Ella; una prostituta comprada por dos rusos con fetiches turbios y moralidad dudosa. Ellos; m...