treinta y dos

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"Arriesgate" pidió Cristian una vez más, entonces los labios del colorado se estrellaron con los suyos, besándolos con fuerza y hambre. Ambos pasaron a la casa y cayeron de espalda al gran sillón de la sala de estar del sueco. Cristián estaba entre las piernas del Omega cuyo aroma empezó a emanar a borbotones, inundando la habitación de su esencia dulce, y se sacó su remera a un rincón del espacio.

Desde abajo la vista era caliente, su respiración se volvió irregular y lo único que pensaba era pasar sus manos por la piel morena del Alfa sobre él, delinear sin ningún tapujo los tatuajes pintados como había hecho en alguno de sus encuentros cuando las cosas eran menos complicadas.

Cuánto tiempo había añorado las caricias del mayor, la forma en que este sabía con maestría qué botones presionar para volverlo loco, para que sus inhibiciones se desarmen para llamar a su nombre por más atención de esas grandes manos sobre su piel.

Los besos comenzaron a bajar por su cuello dejando varias mordidas superficiales, mientras que los gemidos se escapaban por la boca del Omega al verse a merced de sus instintos más bajos, deseando terminar con aquella tortura.

Entonces, de pronto, un estruendoso ruido, un bocinazo, lo devolvieron a la realidad.

Deki abrió sus ojos de repente y miró a su alrededor, estaba en el auto de Cuti. Seguramente se había quedado dormido en el camino. Miró por la ventana para evitar que Cristian viera su creciente sonrojo por las imágenes del sueño que tuvo.

"¿Linda siesta?" Preguntó el Alfa doblando en una esquina.

"Eh..." cómo explicarlo... "Sí, sí" 

La mano de Cristian se posó sobre su frente cuando el semáforo se puso en rojo. 

"Parece que tenés fiebre" murmuró.

"¿Qué decís?"

"Sí, tu frente está caliente y estás rojito" Repitió. "Podemos pasar por una farmacia y..."

"Estoy bien, Cuti. Tranquilo" Tomó la mano y la apartó, pero el calor en sus mejillas persistía.

Un par de cuadras y ya estaban en casa, el auto se estacionó y Dejan se estiró a los asientos traseros para tomar su bolso de entrenamiento. El argentino le ayudó alegando su estado delicado de ese día, desoyendo las quejas del menor y le acompañó hasta la puerta cargando sus pertenencias.

Dejan le dijo que de ahí él se encargaba y que se podía ir yendo. Cristian extrañado, le hizo caso y no le insistió mucho. Desde ahí se acercó a dejarle un beso al pelirrojo en el cachete, pero este le corrió el rostro metiéndose a la viviendo rápidamente, dejando recalculando al cordobés que no entendía el por qué de la actitud si habían avanzado en su relación. 

Tras cerrar la puerta, Dejan se deslizó al piso apoyando su espalda contra la madera pensando en lo mucho que Cristian podía revolucionar sus hormonas. Ese sueño se sintió tan real que no quería imaginar qué hubiese sucedido si ese bocinazo no lo hubiera despertado. 

Tampoco se veía seguro en dejarlo pasar a su casa después de ese sueño, lo hubiese cumplido ante la mínima insinuación del argentino. Y eso no era lo peor, a este punto en el caótico enredo en el que se encontraban, le daba miedo lo inamovible que era Cristian en su vida y en su corazón, su latidos eran para él con sus sonrisas y amabilidad, por la forma en que lo quería proteger de hasta lo más absurdo.

Además que era estúpidamente caliente cuando se enojaba y se mostraba posesivo. 

¿Debió haberlo dejado pasar y que sea lo que la luna quiera?

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⏰ Última actualización: May 31 ⏰

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PAUSADA| You Belong with Me [sonny&cuti/deki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora