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Kai salió de la habitación del hostal, caminando con paso decidido por las escaleras del edificio hasta adentrarse en las calles empedradas, dejando que sus instintos lo guiaran por los distintos barrios de la ciudad mientras la luz del sol comenzaba a filtrarse entre las callejuelas del pueblo, pintando el paisaje con tonos dorados.

A medida que avanzaba, el ruido proveniente del mercado comenzó a inundar sus sentidos ya que era un hervidero de actividad, lleno de colores, olores y sonidos que recordaban a Kai su propia ciudad natal.

Aunque ahora estaba lejos de su hogar, el ambiente acogedor del lugar le recordaba a los días en la ciudad donde estuvo  sobreviviendo y aprendiendo a cuidarse por sí solo. La energía del lugar lo envolvía, trayendo consigo una sensación de familiaridad y nostalgia que lo reconfortaba en medio de la incertidumbre de su situación actual.

Un pequeño Kai llegó a su mente, vestido con ropa hecha jirones debido al desgaste de las telas y la piel oscura manchada de polvo, corriendo de un lado a otro entre puestos de venta y personas, huyendo de vendedores al haberles robado un trozo de pan para poder comer. Después visualizó a un moreno más juvenil metiéndose entre callejones para terminar ciertos trabajos ilegales para poder meter un par de monedas plateadas en sus bolsillos, con un aspecto más sano. Y finalmente, un intento fallido de escape de un Kai físicamente mejorado, siendo raptado por quién iba a ser el sujeto que le daría la vida a cambio de poco.

Esbozó una sonrisa al recordarle nuevamente, era imposible no hacerlo si lo iba a tener en frente en poco tiempo. ¿Cómo estará? ¿Tendrá un aspecto diferente? ¿Tendrá tantas ganas de verme como yo a él? Eran las preguntas más comunes que merodeaban su mente al pensar en el rubio de ojos grisáceos que un día consiguió ganarse su corazón. La atmósfera animada de su alrededor lo envolvía, pero en su mente solo podía pensar en una cosa: Sigurd.

Centrarse en los miles de murmullos y atravesar tanta gente hizo que acabase al final del mercado, topándose con un puesto bastante en mal estado pero firme, el cual expone diferentes figuras de madera y el artesano que, a diferencia que muchos de los anteriores vendedores, ya contaba con una edad avanzada, logró captar la atención del moreno gracias a cómo sus manos tallaban una figura en un trozo de madera, de la misma forma que hacía aquel vikingo.

—¿Te gusta? —

Preguntó el artesano, levantando la vista y sonriendo, haciendo que Kai volviese en sí.

—Sí, es impresionante. ¿Qué es? —

Respondió Kai, acercándose para ver mejor.

—Es una representación de un dragón, un símbolo de fuerza y protección —

Dijo con simpleza el artesano, pasando unas últimas veces la cuchilla por la madera antes entregarle la figura terminada.

Kai al principió se negó pero debido a su insistencia aceptó la figura del dragón con gratitud, sintiendo una conexión especial con el objeto. Mientras lo sostenía, recordó la figura rubia sentada frente al fuego de la cabaña, cortando con precisión mientras él estaba siendo obligado a aprender un idioma extranjero. 

[ . . . ]

La tarde avanzaba cuando Kai se dirigió hacia el inicio del mercado, yendo direccionado al hostal con la pequeña figura del dragón de madera encerrado en su puño. Las luces de las calles comenzaban a encenderse a ambos lados de la calle, creando un ambiente cálido y acogedor que le hizo detenerse un momento para observar la escena a su alrededor.

Al llegar al hostal, encontró al cura en la recepción, hablando en voz baja con la dueña del lugar evitando que nadie se enterase de la conversación, quien simplemente le lanzó una mirada fugaz pero no dijo nada, volviendo rápidamente a hablar con la mujer.

Subió las escaleras hacia su habitación, donde la tranquilidad lo envolvió de nuevo. Aprovechó que finalmente no tenía ruido a su alrededor como en el barco en el que vinieron y se sentó en la cama y miró a detalle el trozo manipulado de madera. No era muy grande, poco menos que su palma y además no era el típico dragón que se podría ver en cuadros y libros, sino uno más pequeño, sin cuernos pero con unas alas enormes.

El moreno se tumbó en la cama, sosteniendo el dragón en su mano, y cerró los ojos. Los sonidos del mercado, las voces, las risas y la música todavía resonaban en su mente como si lo estuviera presenciando de nuevo. Finalmente, con una sonrisa en los labios, se dejó llevar por el sueño y cayó rendido en aquella habitación.

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Por fin el nuevo capítulo, he intentado que quede lo mejor posible para recompensar estos meses sin subir nada

Terminados los estudios, intentemos darle más vida a esto

Como siempre, muchas gracias por la paciencia <3



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