"¡Ay, ya, oigan!" exclamó Paloma mientras observaba cómo su papá insistía en abrazar a su mamá.
Héctor había vaciado más de media botella de vino y estaba volviéndose cariñoso. Extrañaba desesperadamente el contacto con Fernanda. Desde hacía algunos meses, las cosas no iban tan bien entre ellos. Después de tantos años, habían pasado por estas situaciones en ocasiones anteriores, pero esta vez sentía una extraña sensación de pérdida. Por eso, decidió regalarle flores y sorprenderla cuando su hija menor le informó que la morena estaba teniendo un mal día. Sin embargo, su intento parecía no importarle a Fernanda en absoluto.
Mientras observaba a su esposa, Héctor no pudo evitar preguntarse: ¿Cómo es posible que después de todos estos años, su sonrisa aún tenga este efecto en mí? Es como si cada vez que la veo sonreír, el tiempo se detuviera y volviéramos a ser jóvenes, recién casados, con toda una vida por delante. Sus ojos recorrieron cada línea de su rostro. Me sigo preguntando lo mismo que el día que nos hicimos novios: ¿Qué hice para merecer a alguien tan increíble como ella? ¿Alguna vez entenderá lo mucho que la admiro, lo mucho que la necesito?
Su mente divagó hacia el recuerdo de sus dos hijas. Recordó el día en que nacieron, el pánico y la alegría mezclados. Ahora, eran mujeres independientes, con vidas propias, pero siempre serían sus pequeñas niñas.
Las chicas habían crecido tan rápido. Parecía que fue ayer cuando las llevaban al parque, cuando les enseñaban a andar en bicicleta. Y ahora, verlas convertirse en mujeres fuertes y seguras de sí mismas... Se sintió empcionado al pensar en el papel de Fernanda como madre, en cómo juntos criaron a dos seres humanos maravillosos, de los cuales se sentía orgulloso, no por sus logros, sino por los valores que tenían.
Esperaba haber sido el padre que ellas necesitaban. A veces se preguntaba si habían hecho lo suficiente por ellas, si habían estado a la altura. Pero luego veía lo lejos que habían llegado, lo felices y realizadas que eran, y sabía que lo habían hecho bien.
También esperaba ser el compañero que Fernanda merecía.Sus ojos brillaban con amor y gratitud mientras se sumergía en el recuerdo de su vida juntos. Cada día a su lado ha sido un regalo. Y si pudiera volver atrás en el tiempo, no cambiaría ni un solo momento desde el primer día que la vió. Porque todo lo que eran, todo lo que tenían, incluidas sus pequeñas, lo habían construido juntos. Se acercó a ella, tomó su mano y le sonrió.
"Te amo más de lo que las palabras pueden expresar", le dijo, seguro de querer pasar el resto de sus días con ella.
Fernanda, sonrió y experimentó una profunda angustia al saber que le estaba siendo infiel a ese hombre tan fabuloso. Acarició el rostro de Héctor "Eres el mejor esposo del universo Mijo" dijo la morena.
"No los aguanto más, voy por una Caipirinha" dijo Paloma rodando los ojos mientras se dirigía hacia la barra.
"¡Hola! Por favor, ¿podrías prepararme una Caipirinha?" Paloma acarició la espalda de Mayte, el bartender asintió con una sonrisa en el rostro.
"May, ¿quieres algo?" preguntó.
También quiero una de esas que pediste tú", respondió la rubia arrastrando algunas palabras. "Ella es mi ahijada, ¿no la ves? ¡Que chulada de niña!" indicó al barman mientras sonreía y tomaba el mentón de la joven. "Palomita y él es, ¿cómo dijiste que te llamas?" preguntó con confusión, acercándose al joven y frunciendo el ceño.
"Arturo, me llamo Arturo" dijo el joven mientras hacía las bebidas.
"Tienes un nombre muy lindo. Es un gusto" digiriendo su mirada preocupada a su madrina dijo "¿Arturo te dio demasiadas bebidas May?
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No puedo amarte ❤️🩹
RomanceLuego de una larga amistad, Mayte Lascurain y Fernanda Meade descubren que su amor es más que sólo una amistad ¿Serán capaces de luchar por este nuevo sentimiento cargado de pasión?