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Scaloni volvió. Normalmente no se iría, ni tampoco dejaría a Leo solo, sin embargo a pesar de que no estaba de acuerdo con la llegada de cierto Ángel novato, tomó la decisión de irse para ayudar a otro ángel guardián.

Al llegar notó lo radiante que era su sonrisa y el buen humor que tenía, había dormido todas sus horas, no había tomado - tanto -  y parecía que no había estado con nadie.

- Hola. ¿Cómo estuvo tu día? - El buen humor era algo extraño. Incluso le parecía demasiado bueno para ser verdad.

- Bastante cansado. ¿Cómo estuvo el tuyo?

- Aburrido.

- Al menos dormiste. Eso necesitabas, un buen descanso.

- Sí, más de lo que creía.

- Mañana es la premier, ¿Estás listo?

- No, no quiero ir. Supongo que tendré que ir. Es mi deber. Aunque es solo una campaña, nunca he faltado a ninguna, solo quiero quedarme en casa. ¿Podrías intentar hablar con Anto?

- Podría. Pero es tu trabajo.

- Una premier. Inventa que me intoxique o algo así raro. Por favooor.

- ¿Qué planeas?

- Nada.

- ¿Nada?

- Nada de nada. Te lo juro!

- Bueno, la llamaré más tarde.

- Deberías ir a verla. - sugirió sutilmente, mientras iba a la cocina en busca de un desayuno nutritivo. Cereal y leche.

- Te viste con alguien y te gustó. - Trató de esconder sus verdaderas intenciones, pero soltó una risita y sonrió.

- Déjame la casa sola hoy, por favor. - pidió.

- Leo, creí que ibas a dejar eso de lado.

- Estoy bien. Siento que este chico es todo lo que necesito. - Para divertirme. Pensó.

- ¿Me prometes que estarás bien?

- Claro que sí. Solo por hoy. También te agradecería que le digas a Anto una mentira o algo así.

- Le diré que no puedes ir. Ya después tú le mientes.

- Bueno, otro pecado en mi lista. - dijo mientras escribía en el aire. - Estoy agradecido de no llevar la cuenta.

- Iré con Antonella. Tú. Pórtate bien y llámame cuando pueda volver.

- Graciaaaaas. - Abrazó a Scaloni quien Suspiró, pero la emoción se veía en los ojos dulces de Leo y no podía negarse, hace mucho que no estaba así de emocionado por algo. Suponía que esa persona había sido diferente.

Dejó el edificio con fé de que Guillermo cuidaría de Leo, como se lo había prometido.

Leo.
No dejo de pensar en esa foto.

Guillermo.
No Deberías.

Leo.
¿Puedes venir al departamento?

Guillermo.
No.

Leo.
Entonces vamos a una cafetería.
¿Te parece?

Guillermo.
Dale.
¿Cuál?

Leo.
Ubicación.

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