Οκτώ

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Abrió los ojos aún sintiendo el dolor apabullante en todo su cuerpo, miró el cielo nublado, era de día, parpadeó perplejo, antes de recordar lo que había sucedido antes de caer inconsciente ¿Estaba muerto? Fue lo primero que pensó, pero, si lo estuviera ¿Por qué sentía frío y dolor? Se sentó de golpe, estaba sobre arena gruesa y oscura, a la orilla del mar grisáceo, recordaba ese lugar aunque jamás había estado ahí, eso, debido a que lo vio en la visión de Alexander. Se puso de pie a pesar del dolor y miró alrededor, ¿Dónde estaba su hijo? ¿Seguía siendo aquel ser espeluznante con un poder inimaginable? ¿Por qué tenía miedo de encontrarlo? Negó un par de veces para despejar su mente antes de comenzar a caminar, cojeaba, su pierna derecha dolía como el infierno, siseo.

—¡Alexander! ¿Dónde estás?

Era una isla de piedra grande, le era difícil caminar sin que el dolor en su pierna le detuviera, siguió caminando hasta que lo vio, recargado en una roca de gran tamaño, abrazando sus piernas, su cabeza estaba entre estás, y sollozaba con fuerza, suspiró aliviado al darse cuenta que era un niño de nuevo. Se acercó hincandose a su lado.

—Alexander ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

El niño, elevó su cabeza y lo miró, sus ojos violeta estaban llenos de lágrimas, al verlo sollozó con mayor fuerza, lo que asustó a Taehyung.

—¿Qué pasa? ¿Estás herido? ¡Habla!

—Creí...que...que estabas... muerto—hipeaba.

—No, estoy bien, deja de llorar, Lex, basta.

Pero, por más que le decía que debía parar, el pequeño seguía llorando.

—Lo siento, perdóname, yo no quería...lo siento.

Taehyung suspiró, miró alrededor, tenían que salir de ahí, pero parecía imposible, por lo que sabía no estaban en un lugar real, sino dentro del mundo de las ilusiones, sólo alguien experimentando podía sacarlos o si bien, Alexander podría hacerlo, pero al verlo tan asustado y destrozado, dudaba que lo logrará. Se levantó, apretando la mandíbula debido al dolor, no era normal que sintiera todo tan real, caminó alrededor, pero, no había indicios de una salida cerca, Alexander lo seguía, sin dejar de llorar, su llanto sólo lo desesperó.

—Ya basta, tienes que parar de llorar—se volvió para mirarlo.

Su ropa estaba destrozada, ni siquiera quedaba gran parte de sus pantalones y ni hablar de su playera, Taehyung se desabotonó su camisa y se la puso, quedando él al descubierto, hacia mucho frío. Era gracioso como le quedaba su ropa al pequeño niño, pero, era mejor a que pasará frío.

—Ya cálmate.

—Estás enojado conmigo, ya no me quieres.

—No estoy enojado.

—Sí lo estás, estás enojado conmigo.

Taehyung estaba perdiendo la paciencia, por lo que había visto en la visión, ese lugar estaba pagado por criaturas, no tenía la fuerza y el poder necesario para defenderse y proteger a Lex.

—No, no estoy molesto, debo pensar como sacarnos de aquí. ¿Entiendes eso? Estamos en peligro.

—Lo siento, papá lo siento mucho. Perdóname.

Observó las lágrimas desesperadas del pequeño, su hijo, y se agachó, limpió sus mejillas y le sonrió como pudo.

—No estoy enojado, no llores más, vamos a encontrar un lugar seguro.

Tomó su mano y siguió caminando, podía ver las nubes del cielo, se acercaba una gran tormenta, mordió su labio inferior, no era el mejor lugar para protegerse, estaban en medio del mar, dónde sabía había criaturas peligrosas, no entendía que tenían que ver ellas con su hijo, miró al niño de reojo, había dejado de llorar, estaba ahora muy pegado a él, tenía miedo, podía verlo en sus ojos, ese pequeño niño, no tenía idea de lo que había hecho, no sabía el alcance que tenía su poder, permanecía ignorante ante todo, dentro de él algo lo confundió ¿De verdad era la misma persona? Recordó cuando estuvo cerca de aquel ser poderoso, no se parecía nada a su hijo, su aura era oscura y tenebrosa, trató de ignorar sus sentimientos encontrados y buscar un lugar para refugiarse.

La Profecía del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora