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Llego a la mañana y era hora de volver a Alexandria, Daryl y yo habíamos terminado de arreglar las cosas la noche anterior, me había convencido y asegurado de que todo saldría bien y nosotros seríamos los ganadores al final de esta batalla, y yo elegía creer en él.

— Esto, es la vida acá. — fue lo primero que dijo el rey al vernos llegar a él — Cada día, pero vino con un precio.

Hablaba mientras veía a un par de niñas practicar arco, algo que parecía tan común, no lo era por simple deporte, era para saber mantenerse con vida.

— Y yo quise más de esto. — el rey dio media vuelta y camino hacia nosotros — Quise expandirme, para crear más lugares así.

Ezekiel terminó contándonos lo que les sucedió a las personas que había mandado a pelear, la manera en que quedaron y como eso dejó a varios niños huérfanos.

— Esto es diferente. — le aclaró Rick acercándose al rey.

— No lo es.

— Lo es. — le recalcó — Los muertos no nos gobiernan, el mundo no luce así fuera de tus muros. — continuó hablando — La gente la pasa mal, algunos demasiado mal.

— Yo debo preocuparme por mi gente.

El rey parecía mantenerse en la misma posición, no quería luchar, no quería poner a su comunidad en riesgo de nuevo.

— Tú te haces llamar rey. — el ballestero a mi lado llamó su atención — Pero no actúas como uno.

— Todo esto — comenzó a acercarse a él — tuvo un precio, fueron vidas — señaló a los lugareños — brazos, piernas.

— Nosotros también perdimos algo. — logré que el rey pasara su vista a mí — Gente buena, valiosa, personas que amamos. — tragué con fuerza antes de continuar — Quizá no tantos como ustedes, pero aún así.

Ezekiel me miraba detenidamente, atento a cada palabra que salía de mi boca.

— Y no queremos que vuelva a pasar. — solté con firmeza — No vamos a permitir que nos arrebaten a alguien más, esta es la única forma.

Pase mi vista al viejo alguacil, asintiéndome haciéndome saber que estaba bien lo que hacía. Ezekiel dejó salir aire por la nariz para después dirigirse al líder.

— La paz que tenemos con los Salvadores nos inquieta — admitió frente al líder — pero es paz, debo aferrarme a eso, debo intentarlo.

Ezekiel se giró para ver hacia los demás.

— Aunque el reino no puede proporcionarles la ayuda que desean — admitió — el rey entiende su situación.

Terminó fijando su mirada en el ballestero y en mí antes de continuar.

— Le ofrezco a nuestro amigo Daryl y a su esposa asilo.

Las palabras de Ezekiel me tomaron por sorpresa al igual que al hombre a mi lado, haciendo que me ardieran las mejillas al escuchar tal palabra, no era que me molestara ser llamada de esa forma, Daryl y yo no habíamos llegado a ese punto de considerarnos una pareja casada, creo que ni siquiera lo pensábamos, y aún así parecía que lucíamos como un matrimonio.

LOYAL//The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora