IV

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He pecado con tu nombre

Debo hacerte una confesión.
He pecado con tu nombre.

Pienso en ti durante las noches y un calor asfixiante hace que mi cuerpo arda.
Mis manos se vuelven desconocidas y me acarició lentamente mientras pienso en ti.

De mi boca brotan gemidos desesperados que suplican por ti, me entumezco desde la punta de los dedos hasta llegar a mi pecho.

Mis labios tiemblan mientras el sudor frío cae por mi espalda baja y mis piernas se estiran.

Cierro los ojos y siento que toco el paraíso, imagino tu aliento caliente junto a mi y siento tus manos tocando cada parte de mi.

Siento mi cuerpo estirarse y contraerse una y otra vez a causa de los dedos que lo acarician en lugares prohibidos.

Por favor acaríciame un poco más.

Nuevamente de mis labios brota tu nombre como una súplica. Una súplica desesperada.
Imagino tu cuerpo desnudo junto al mío y mis piernas se abren casi por instinto.

Aquel líquido caliente se escurre de entre mis piernas y un último grito se hace presente en la habitación vacía.

He pecado con tu nombre, pero no me arrepiento de ello.

Amantes Nocturnos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora