No existe nada, solo un vacío primordial que te envuelve totalmente; arrullandote, meciéndote con ternura, como si hubieras pertenecido allí todo este tiempo. Pero, para tu suerte o desgracia, tu fusión no puede concretarse debido a que tus sentidos te están atando débilmente al plano terrenal; poco a poco, empiezan a hacerse presentes, más presentes que nunca.
¿Cuánto tiempo ha pasado?
¿Segundos?
¿Minutos?
¿Horas?
¿Cuánto rato te has ido?
Lentamente, tu cuerpo comienza a dictarte la situación.Lentamente, comienzas a volver.
La oscuridad se cierne a tu alrededor, empapando hasta el último rincón. Aunque no puedas ver nada, comienzas a recordar a la perfección "que" o "quien" está frente a ti; el solo pensarlo hace que tanto tu aliento como tus latidos se aceleren.
Tu respiración, al agitarse, hace que te des cuenta que tienes la cara cubierta. Producto de esto, tu asfixiante hálito vuelve a ti, a tu rostro, pegajoso producto del sudor que lo recorre. El olor de la sangre y bilis trepa a través de las pequeñas entradas en la jaula de cuero que cubre tu cabeza, tus ojos lagrimean, el líquido estomacal trata de escapar por tu garganta debido a la tan insoportable fetidez que se cola, trepando por tus fosas nasales, calando más y más profundo; como si quisiera que grabes a fuego en tu mente este momento, que tú eres el responsable de estar aquí.
Tu oído se agudiza a modo de buscar distraerte de la insoportable pestilencia que inundaba todo aquel espacio. El único sonido que te acompaña es el ruidoso chirrido del silencio, este era interrumpido por tu aliento chocando contra el cuero y, si prestabas suficiente atención, el agua meciéndose a tu izquierda. Empiezas a ver el panorama completo.
La luz se enciende, acompañada del incesante zumbido del foco y ruido del ventilador, pegado a la ventilación metros sobre el suelo. La palidez baña ahora la sala, haciendo el escenario mucho más claro.
El olor nace de la bañera, llena de agua entintada de aquel rojo escarlata. Junto a esta, yacía la cortina del baño, con la mitad de los ganchos rotos y manchas en forma de manos del mismo color.
A tu derecha una lavadora, testigo de lo acontecido, tenía encima una toalla a punto de caerse; usada desesperadamente en un intento de limpiar el abominable escenario; con escaso o nulo éxito.
Finalmente viste hacia adelante, hacia lo que te esperaba.
Frente a ti, la razón por la que estás en este lugar. Poseía una máscara de cuervo con cristales rojos, profundos cual abismo, como ojos; una capa de tupido pelaje de quien sabe cuántos animales y, debajo de esta, una holgada túnica, oscura como el abismo, que parecía llegar hasta el suelo.
Te gustaría permanecer, aunque sea un segundo más, en tu zona de comfort, pero sabes que lo que se avecina es inminente, es hora.
Tus manos se agitan, tu mentón se mueve de forma rebelde, tus músculos se tensan hasta casi desgarrarse, pero debes volver en ti, es hora.
Las alarmas se oyen fuera en los pasillos, no puedes quedarte viéndote en el espejo. Te acomodaste la máscara, y saliste del baño, es hora.
Es hora de finalmente dar el paso que cambiará tu vida y la de todos, de empezar tu plan para acabar con este aberrante régimen.
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Rechazados -El Cuervo de Ojos Rojos-
General FictionLejos de su hogar, un aparentemente fracasado científico se ve arrastrado a un peligroso atraco junto con antiguos compañeros; mientras, en una sociedad más allá del tiempo y el espacio, "El Cuervo", un líder revolucionario, recluta seguidores para...