Capítulo 8

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Afuera en la habitación de Hünkar, Züleyha tocó lentamente la puerta y al no escuchar respuesta de su madre tomó la decisión de abrir un poco la puerta, al principio no logro ver a su madre en la habitación así que abrió un poco más la puerta ¡Sorpresa, no había nadie en la habitación! Lentamente cerró la puerta y su mirada se dirigió a la habitación del señor Fekeli. Una sonrisa de complicidad y a la vez de emoción parece en el rostro de Züleyha, los ojos le brillaron de emoción y alegría. Caminando de puntitas se fue a su habitación, mientras se escabulló como una niña pequeña que había ido a la cocina a ver qué comía en la madrugada.

Hünkar miró a su marido con vergüenza y lentamente unió sus labios con los de él. Ambos parecían dos jóvenes enamorados, esperando su primera noche juntos. Sin dejar de besarse Hünkar empezó a desabotonar los botones de la pijama de Fekeli. La señora Fekeli paso delicadamente sus manos por el amplio pecho de sus esposo, provocando que el lentamente la fuera colocando en medio de la cama y arrojando algunas almohadas al suelo. Los ojos de Hünkar brillaban de deseo y amor, por primera vez quería ser tocada, amada y deseada. La mirada de Fekeli recorrió rápidamente el cuerpo de su amada y noto el camisón que perfectamente se pegaba a la figura de su esposa a parte dejaba al descubierto los hombros y clavícula de Hünkar. Los besos de Fekeli fueron bajando hasta el cabello de Hünkar y provocando un escalofrío en todo el cuerpo de ella. Al sentir los labios de Fekeli quemar su cuello provocó que se le escaparan pequeños jadeos y sin darse cuenta su manos estaba en la cabeza de su esposo, presionando delicadamente ¿Qué clase de sentimientos eran esos? La señora Fekeli sentía mil emociones, amor, deseo y una fuerte necesidad de sentir que su esposo la amara. ¡La noche de bodas acababa de comenzar! Sus manos deseaban desesperadamente recorrer el cuerpo del otro, entregarse por completo a la pasión y a su amor ¡Sus cuerpos se deseaban profundamente! ¿Cómo podían detener este deseo que crecía más y más?

Fekeli se deshizo de la última prenda de su esposa, dejándola al descubierto solo para él ¿Cómo Hünkar podía mantener su belleza intacta durante tantos años? Los besos de Fekeli recorrieron todo el cuerpo de su amada, explorando cada parte de ella. Fekeli trato a Hünkar como una flor de cristal, beso y acarició cada parte del cuerpo se su esposa con respeto, amor y delicadeza. Hünkar estaba sonrojada, avergonzada y a la vez era tímida ¡No tenía porque sentí vergüenza! Él era su esposo, el amor de su vida, su amor prohibido ¡Estaba avergonzada por la situación! Su mente ya no pensaba correctamente, lo único que podía pensar era en cómo su esposo la acariciaba, besaba y miraba ¿Cómo no iba a sentir vergüenza con la mirada de Fekeli recorriendo todo su cuerpo? Ambos empezaron a compartir un intercambio de caricias y besos ardientes. Querían disfrutar el momento, sólo querían sentirse uno al otro, no por el deseo o la necesidad sexual, era algo más, ellos querían entregarse mutuamente. La señora Fekeli era la que quería sentirse querida como mujer ¡Como esposa!

Sus cuerpos se unieron, dejaron el temor atrás o la vergüenza, solo eran ellos dos ahora. Mutuamente se entregaron uno al otro, sus cuerpos reclaman el cuerpo del otro, años y años de añoranza fueron los causantes de esta entrega tan pura, y llena de pasión. En aquella habitación solo se escuchaban los verdaderos votos de amor de estos dos amantes, ahora, en este momento y en ese lugar, dijeron sus votos de amor. Pequeños gemidos y jadeos salían de aquellos amantes. Un grito ahogado salió de los labios de Hünkar, retorciéndose debajo de su esposo, apretando fuertemente la sábana y luego dejó caer la cabeza en la almohada. Hünkar había llegado a su punto máximo. Sin separarse todavía Fekeli beso a su esposa y ella correspondió gustosamente al beso y caricias de su esposo. Agotados por todo lo que habían vivido, la felizmente pareja Fekeli cayeron sobre la cama. Con la respiración acelerada y sus cuerpos exhaustos, estos dos amantes culminaron su unión.

Después de algunos minutos Hünkar y Fekeli pudieron regularizar su respiración. Aún emocionados por la unión, Hünkar permanecía recostada en el pecho de Fekeli, cubierta por unas sábanas blancas como la nieve. Fekeli jugaba con el cabello de ella y ella solo miraba a un punto fijo de la habitación, intentando aclarar sus emociones y pensamientos. Hünkar levantó la cabeza para mirar a su esposo, aún sin saber qué decir o hacer ¿Que podía hacer ahora? Solo estaban ellos dos en aquella habitación oscura donde la única fuente de luz eran los pocos rayos de luz de la luna.

𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑃𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora