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Di vueltas y vueltas por toda la habitación que me habían asignado después de aquella conversación con el príncipe Aemond. No importó si mi respuesta había sido un rotundo "NO", ahora era "propiedad" del Targaryen.

Rápidamente me di la vuelta al escuchar la puerta abrirse.

- Mi príncipe - hice una pequeña reverencia al verlo.

- No hay necesidad de tanta formalidad, seremos esposos después de todo, llámame Aemond - Dijo mientras se acercaba a mí a pasos cortos.

Lo miré sorprendida y un poco incrédula ante lo que mis oídos escucharon. Era absurdo, apenas me acababa de conocer y ya quería casarse conmigo. Parece ser un príncipe un poco tonto.

- ¿Cómo que esposos? Su Alteza, no estoy entendiendo nada. ¿No cree que es muy pronto para una boda? Es un príncipe y yo solo soy una plebeya común y corriente - murmuré aún sorprendida. Sabía que era muy bonita, pero no sabía que lo era tanto para que hasta el propio príncipe se quisiera casar conmigo apenas me conoció.

- Sí, lo sé, soy un príncipe, pero también solo soy el tercer hijo de una segunda esposa, no soy nada más y no seré nada aparte del título que ahora mismo poseo. Así que, no importa tanto lo que haga, te quiero a ti para poseer y hacerte mía, solo a ti, no necesito a nadie más y eso ya me quedó claro desde el primer momento en que te vi - Por cada palabra que salía de sus labios, un paso daba hacia mí hasta que finalmente me agarró de la barbilla y alzó mi cara para que lo viera fijamente a los ojos.

Me cohibí ante la seriedad en la que pronunciaba aquellas palabras, sonaban tan sinceras e imponentes que me hacían sentir tan pequeña a su lado. Por muy extraño que parezca, me gustaba esta sensación, siempre me había gustado.

- Aemond... - no me dejó tan siquiera decir una palabra cuando se acercó a mis labios.

Me besó.

Sus labios eran suaves y aunque el beso fuera un poco torpe por parte mía, lo sentí tan magnífico. Aún no podía creer la situación en la que estaba justamente ahora, el príncipe Aemond, ¡me estaba besando!

Sentí un cosquilleo en mi zona íntima, algo que nunca había sentido, era una sensación nueva y diablos, me encantaba.

Justamente cuando el beso iba subiendo de tono y que yo había aceptado mi realidad, la puerta se abrió y por ahí entró la reina Alicent.

Rápidamente aparté al príncipe de mí y me puse detrás de él.

Había escuchado infamias sobre la reina Alicent, aunque no las creía en lo absoluto, debía mantener precaución, era la Reina.

- Madre... ¿Se te ofrece algo? - preguntó el príncipe mientras me cubría poniéndose en frente de mí evitando la mirada de la reina Alicent.

- ¿Cómo se te ocurre hacer tal deshonra, Aemond? Traer a una plebeya y asignarle aposentos privados como si fuera una persona importante, ¿Qué dirá la gente? ¿Qué todos tienen lugar en la fortaleza? ¿Con la familia real? - se notaba muy furiosa, me sentí un poquito mal al comprobar lo que decían de ella.

La reina Alicent era muy hermosa y joven, pero que piense así de sus propios súbditos me daban ganas de vomitar.

- Ya no es cualquier plebeya, madre. Ahora será mi esposa y no permitiré que opines de ella así, es lamentable ese pensamiento. - Habló Aemond mientras se ponía tenso. La reina solo lo miró y no dijo nada más, pero se notaba muy enojada.

- Déjame verla, apártate Aemond - Se acercó y movió al príncipe a un lado y quedé vulnerable ante ella.

Ella me miró, pude ver cómo su mirada se relajó al verme y sus ojos brillaron.

- Eres muy hermosa... - fue lo único que pronunció en todo el rato que me había estado observando, analizó cada parte de mi cara al igual que yo hice con ella.

Qué pequeña me hacía sentir esta familia, eran totalmente hermosos y me hacían temblar ligeramente en mi lugar.

- Gracias, Su Majestad - respondí con una reverencia, tratando de ocultar mi incomodidad bajo una máscara de cortesía.

La reina Alicent asintió con satisfacción y se volvió hacia su hijo.

- Aemond, necesito hablar contigo en privado. Será mejor que la dejes descansar, ha sido un día largo para ella - dijo con tono autoritario.

El príncipe asintió con resignación y me lanzó una mirada llena de disculpas antes de retirarse junto a su madre.

Me quedé sola en la habitación, sintiendo un torbellino de emociones. ¿Cómo podía haber pasado todo tan rápido? De repente me encontraba comprometida con un príncipe y en medio de una intriga palaciega.

Respiré hondo y me dirigí hacia la ventana, observando el paisaje nocturno. Sabía que mi vida acababa de tomar un giro inesperado y estaba a punto de adentrarme en un mundo completamente desconocido. Pero algo en lo más profundo de mí, me decía que este era solo el principio de una historia mucho más grande que estaba por escribirse.

Y vaya historia que me esperaba.

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⏰ Last updated: Jun 06 ⏰

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La obsesión de los Targaryen | House of the dragón Where stories live. Discover now