Crónicas de Flores

I

Margk
"El cuento de una margarita marchita"
“Era una linda margarita, pero de la nada me marchite.”

La casa era de piedra y madera. Todo era hermoso, humilde pero hermoso, era mi hogar. La luz del día alumbraba nuestra habitación, dormía con mis hermanos pero nos despertamos, no por la luz, sí no por el ruido de la cacerola que mi madre golpeaba con una cuchara de madera.

—¡Hijos míos!— Decía mientras sonreía haciendo ruido. Su cabello era dorado, el sol lo hacía más brillante. Era de contextura alta y delgada.

—¡Ama!— Gritamos fuertemente.
—Su padre hizo jugo de naranja. Vamos levántense, tenemos que ir a leñar, después almorzamos, les hice un pay.

—Deja dormir.— Dijo Tomy con sueño, mientras se volvía a acurrucar, cubriéndose con la cobija azul que contrastaba con su cabello rojo. Mamá se acercó y le quitó su cobija.
—¿Alguien más tiene una queja?— Volvió a sonreír, todos nos negamos.

El desayuno fue divertido, papá había hecho algo rico, estábamos felices. Se habia atado el cabello lacio y negro que tenia.

Sus manos canela habilidosamente hacían malabares con la fruta. Haciéndonos reír debido a que mamá lo molesto acariciando su cabello, haciendo que todo se cayera. Menos Día, Camila estaba usando su blusa favorita sin su permiso, de nuevo. Ellas para ser gemelas eran tan distintas en actitud, el mismo pelo negro y piel blanca pero una era bromista la otra mas caía en el enojo.

Aquel día estaba soleado y estaba jugando con mis hermanos después de ayudar con la leña. Nuestros padres estaban al otro lado, debajo de un roble preparando el dulce almuerzo. Como una bandera mi madre extendió el mantel blanco y lo acomodaba con suavidad.

—¡Niños vengan por favor, vamos a cortar el pay!

—¡El último no come nada!— Gritó Jim, quien era el segundo, de cabello castaño y piel almendra.

—¡El primero se come la mitad!— Respondió Tomy.

—Oigan espérense tantito, esto debe estar bien organizado, ¡Todos pónganse en esta línea!— Dijo Jacob mientras hacía una línea en el suelo con la punta de su pie.— A la cuenta de tres empezaremos a correr, pero lo que quieran decirse diganlo ya—

Todo mundo empezó a insultarse y proclamarse como el ganador del pay.

—Camila y Día no hagan equipo, esto es una competencia todos contra todos— Sentenció Leonardo el tercero, con su cabello oscuro rizado que parecía siempre moverse con sus emociones.

—Calla, la otra vez no supiste perder— Respondió Camila.

—No es nuestra culpa que seas mal perdedor hermanito— dijo complaciente Día.

Siguieron hablando entre sí.

—¿Estás bien?— Preguntó Jacob el mayor.

—Creo que me quedaré sin pay…

—Si eso pasa te invitaré del mío, tranquilo— me guiño un ojo—Pero eres buena corriendo, no abras mucho la boca mientras corres y ya.

—Bueno…

—Mucha plática y poca acción, a la cuenta de tres…— Gritaron las gemelas, contando alegremente.

Corrimos en la delantera estaban Jim y Jacob, en el medio las gemelas y Leo mientras yo estaba atrás con Tomy, respire suavemente pero firme. Corrí con más fuerza, dando grandes saltos. Se sentía increíble, el aire chocaba contra mis mejillas y sentía un frío fresco, miré al cielo; empezaba a nublarse de una forma particular. El aire era igual de rápido que nuestro correr y ahora cálido, para un clima que se veía lluvioso.