capítulo 5

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A la mañana siguiente

Buenos días Gael —

dijo el inspector López con tono jocoso mientras se hallaba a un lado de la mesa del agente. Este se despertó de un brinco sobre su mesa

— Jesús perdona, solo vine a... —

Gael miro a su mesa, pero no había ni rastro de los papeles que estaba ojeando.

— ven conmigo anda —

Dijo Jesús para que Gael le siguiera, ambos fueron al despacho del inspector

— Jesús perdoname, ayer regresé a terminar unas cosas pendientes y me quedé dormido.

— y por casualidad, ¿esas cosas pendientes no tendrían nada ver con esto verdad?. —

El inspector le tiró a la mesa los papeles que tenía en la mano, en ellos se podía ver un nombre, el de Juan Vicente Espinosa.

— Jesús, por favor, antes de que digas nada dejame explicarte —

Dijo Gael anticipándose a su superior

— pero si no sabes lo que te voy a decir Gael.

— me vas a decir que estoy obsesionado y que no pienso en otra cosa ¿no?.

— te voy a decir que es normal que aquello te haya marcado, pero no puedes dejar que te sobrepase

— esque no paro de darle vueltas a la leyenda urbana, esa en la que se dice que dejó una nota diciendo que ese lugar estába maldito.

— tu lo has dicho es solo eso, una leyenda urbana, ahora lleva esto al lugar de donde lo sacaste y olvidalo ya o me estarás demostrando que algo no va bien.

Gael recogio la carpeta con los documentos y los llevo al registro, pero al bajar el ultimo escalón la carpeta se le cayó, reparo en que había una ultima hoja que no había leído, pero unos pasos le sorprendió, y decidió tomar una foto con el móvil.
Dejo la carpeta en el fichero 147 y se marchó, al salir, apoyado en el marco de la puerta que daba a las escaleras estaba Jesús

— lo siento, solo me quería cerciorar de que lo habías devuelto, otra cosa, Cuadras no ha venido, te importa si...

— si, haré su turno, me vendría bien tener la tarde libre.

Transcurrieron la horas con una jornada bastante aburrida en la que la mayor parte se centro en el papeleo
Gael trabajaba bajo la atenta mirada del inspector mientras observaba el reloj, rezando que pronto dieran las cuatro de la tarde.
Entre cafés y pastas llegó la hora de fichar, Gael recogio sus cosas de la taquilla y salió de la comisaría, al cruzar la calle un hombre le abordó.

— disculpe ¿sería usted tan amable de darme algo de comer? —

Dijo un indigente, Gael miro en la mochila y recordó el bocadillo de chorizo que no se había comido en la mañana

— es todo lo que tengo, trabajo en la comisaría que hay detrás de esta calle, ¿porque no vuelve mañana?, le traeré algo más de comida y ropa de abrigo, en pocas semanas la temperatura bajará —

El indigente agradeció el gesto, y Gael siguió su camino, si había al que no le gustaba, era la llegada del invierno, días más cortos, resfriados, frío, todo eso que odiaba.
Caminó hasta llegar a su casa, entro y dejo las llaves el en el cesto, para acontinuacion dirigirse hasta su portátil y buscar un cable entre los cajones de su escritorio, lo conecto al móvil y al ordenador y todo el contenido de su teléfono se vio reflejado en su portátil. Se levantó y volvió de nuevo a la entrada, reparo en que justo debajo de su abrigo, en el suelo, estaban las llaves que le habia dado su madre.
Las cogió y rápidamente importo los documentos de su móvil al portátil para acto seguido coger el abrigo que se habia quitado hace a penas unos unos insntantes y salir por la puerta.
Después de unos minutos llegó al lugar donde le había indicado su madre, miro las llaves, en ellas había  una etiqueta en la que se podía leer medio difuminado el número 27.
Miro varias veces a los lados ya que tenía la extraña sensación de que alguien le seguía desde hacia varios metros, cuando se dispuso a entrar por el pasillo, se dio la vuelta y apresó a un hombre contra la pared

— ¿Usted otra vez?—

Gael quedó sorprendido al ver de nuevo a aquel indigente.

— Discúlpeme señor, se que es mucho pedir ¿pero si fuera tan amable?, verá, hoy hace mucho frío y no tengo donde dormir, le pido disculpas una vez más, es que como usted me ayudó antes, supuse que... —

El indigente no acabo la frase debido a la verguenza que le producía abusar de la buena bondad de aquella persona

— ¿Podría esperar un momento?, poseo un trastero y quisiera adecentarlo así de paso le haría un hueco para pasar la noche —

El indigente quedó muy agradecido por la buena acción del agente y esperó pacientemente mientras se resguardaba al comienzo del pasillo.
Gael entró al trastero 27 y se topo con toda su infancia, recordaba perfectamente los muebles del despacho de su padre, la estanteria donde tenía todos sus libros de espereologia, observó aquel cofre tan extraño que su padre había rescatado de una de sus exploraciones y donde el se solía esconder para darle un susto. Miro entre unos papeles de carpeta antigua esperando encontrarse alguna anotación de sus investigaciónes. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que casi se olvida de aquel hombre, salió hacia la puerta y le hizo pasar, le ofreció el trastero para pasar la noche y al salir no cerró con llave dando a aquel hombre la libertad de que pudiera marcharse cuando quisiera, con la carpeta bajo el brazo se dirigió hacia su casa con la intención de ojear con detenimiento aquellos documentos.
Cuando entró por la puerta, recordó los archivos que había importado desde su teléfono al portátil en ellos se hablaba de la existencia de un cuaderno de notas donde el dependiente apuntaba algúna que otra cosa, y una nota aparentemente de suicidio, pero el informe policial rezaba que tanto la nota como el cuaderno desaparecieron antes de llegar incluso a la comisaria.
Gael cada vez entendía menos de todo lo que rodeaba aquel caso, pero algo le decía que necesitaba saber más sobre todo aquel asunto, busco en un cajón de uno de los muebles del salón y saco un papel con un número y un nombre al que no dudo en llamar

— ¿Dígame? — contestó una voz algo a desgastada por lo años al otro lado del teléfono

— Buenas noches señor, disculpe que le moleste a estas horas, ¿es usted Romero, antiguo comisario de la comisaría de dos ríos ?

— No se preocupe me suelo quedar hasta tarde viendo la tele, pero si el mismo, ¿con quien tengo el gusto de hablar?.

— Verá me llamo Gael, soy agente de la comisaría de dos ríos, me gustaría saber si recuerda usted el caso del dependiente Juan Vicente —

Un silencio se apoderó de la situación y en unos segundos la desgastaba voz del excomisario respondio al otro lado del teléfono

— Si, naturalmente que lo recuerdo, fue el caso más interesante que hubo en esta mierda de pueblo, y acto seguido me jubilé —

— Disculpe, pero parece que no le gusta mucho recordar aquel caso ¿Me equivoco?.

— No, no sé equivoca agente, es lógico, ese caso supuso una mancha en mi brillante carrera policial ya que nunca se llegó a cerrar del todo —

El corazón de Gael dio un vuelco al escuchar aquella frase pero más le iba a dar al no esperarse la respuesta de la pregunta que estaba apunto de hacerle al excomisario.

— No le molestó más señor romero, pero ¿si fuera usted tan amable de decirme que agente redactó el informe final del caso?.

— Naturalmente, fue el agente Jesús López, el actual inspector de la comisaría de dos ríos

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