Capítulo 4

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....cuando me empezaba a dormir el auto frenó en seco haciendo que me despertara, mire a los oficiales, pegue un grito, una especie de tentáculo atravesaba su cabeza, sentí el miedo invadir mi cuerpo.

—¡Te encontré pequeña perra!

El miedo me impedía reaccionar, esto tenía que ser una maldita pesadilla, lentamente mire hacia donde provenía la voz, al frente estaba él, aquella expresión de odio se marcaba en su rostro, quería correr, pero mi cuerpo no me respondía. Me miró y sonrió maliciosamente, empecé a llorar, tenía miedo, sabía que pretendía matarme y que no podría hacer nada para impedirlo, cómo luchar contra él, si como si fuera un vil insecto a matado a estos policías. En un impulso tomé las cosas del oficial, entre ellas venía una linterna, su arma y una véngala, me guarde todo, tome aquella pequeña revolver y salí del auto, pude oír su risa al ver que le apuntaba con el arma, era idiota lo que pretendía hacer, pero no había de otra, tal vez así podría proteger a Sofía, apreté el gatillo varias veces, pero ninguna bala logró tocarle.

—¿Eso es todo? —dijo con una voz burlona.

Solo quedaban dos balas en el arma, era inútil intentar dispararle, no creí que así era cómo moriría; sin pensar ale del gatillo aquellos y pequeños segundos parecieron horas, la bala solo roso la mejilla de él, la risa burlona cesó, su expresión seria se adueñó de su cara, tiré el arma. Mire como el odio se reflejaba en su rostro, una brisa helada paso por todo mi cuerpo, con una voz distorsionada y macabra me dijo "corre". Me eché a correr hacia el bosque, no era la mejor idea, pero el miedo el terror recorría todo mi cuerpo y no me dejaba pensar con claridad, por más que intentaba alejarme mi correr era torpe y me golpeaba con las ramas y las rocas que había en el camino, solo deseaba que esto acabase, no podía más, mi correr se hacía más lento poco a poco, desfallecían mis fuerzas, me dolía como si encajaran cientos de agujas en mis piernas al correr, las heridas de mi cuerpo me ardían, sentía que en cualquier momento caería al suelo, el terror se adueñaba de mí. Empecé a llorar de la desesperación, tenía que encontrar una salida a esto, miré a todos lados buscando un camino, algo donde esconderme.

De la nada apareció él al frente mío, abrí los ojos como plato al verle, solo estaba algunos centímetros de mí.

—¡Boo! — dijo mientras observaba con burla mi expresión. Trate de correr en lado contrario, pero apareció de nuevo al frente mío—¿sabes que me encanta?, —decía observando cómo corría—que me rueguen por su vida. —corrí en dirección contraria a él, pero me detuvo con un golpe que hizo que cayera al suelo adolorida—creo que ya deberías empezar a rogar por la tuya.

Me levanté tambaleante, sostuve la véngala en mí mano, solo tenía una oportunidad de tratar de escapar, sentía un hueco en el estómago, no sabía si sería una buena idea, cerré los ojos y suspire, levante la véngala en dirección a su rostro y la accione para cegarlo, y todo fue como había planeado, cuando él se cubrió yo salí corriendo lo más rápido que pude, mientras oía como maldecía. A lo lejos oía sirenas de policía, solo tenía que distraerlo hasta que llegaran a donde esta Sofía y se irán con ella, así estará a salvo, ya no importaba lo que pase conmigo siempre y cuando ella esté bien. ¿Cuánto más durarían mis fuerzas? ¿cuánto más podría seguir corriendo? Lograre salir viva de esto, todas aquellas preguntas recorrían mi mente, enserio tenía miedo, tenía miedo a morir. Sentí como me tomo por el pelo y me halo hacia atrás, grite por el dolor.

—¿Crees que es así de fácil escapar de mí? —se acercó a mi rostro y me dijo con odio—nadie antes me había causado tantos problemas como tu—dijo azotándome contra el piso, el aire se escapó de mis pulmones a causa del golpe, se colocó arriba de mi aprisionándome—¿Crees que no sé qué pretendes? ¿Me crees tan idiota? ¿Acaso no venía contigo una pequeña niña? Se que tratas de "protegerla" sé que la has dejado en el asiento trasero— me tomo por el mentón y levanto mi cara un poco— ya que no temes por tu vida, veamos—se acercó hasta quedar unos centímetros de mi cara— cuanto temes por la de ella—susurro.

La Prisionera de OffendermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora