Capítulo 2

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Miraba el vapor salir de mi boca, mis manos estaban pálidas y tenían moretones, mire todos aquellos pequeños rasguños que había alrededor de mis brazos, mis ojos se llenaban de lágrimas, reprimía todos mis sentimientos para no soltarme en llanto. No quería estar más aquí, mire aquel chico acostado a lado mío, mire aquella sonrisa maliciosa que se formaba al verme.

—¿Por qué lloras? —se dirigió a mí en tono burlón—fuiste una niña mala, —me tomo del mentón—y las niñas malas merecen ser castigadas.

Tal vez te preguntaras porque estoy aquí, qué es lo que ha pasado, es fácil de explicar.

Flashback

El día era bastante frío, miraba el amanecer desde la ventana, el sol casi no se divisaba por las nubes grisáceas que lo cubrían, podía sentir el frío envolver mi piel, como si fuera un abrazo; me sentía tan tranquila, tomé mi chaqueta y salí a dar un paseo, quería sentir el frío de la mañana, mire la hora 6:15 a.m. tenía bastante tiempo antes de que Sofía se levantara, camine hacia el parque, hace años que este parque está abandonado, a causa de todos los niños que se habían desaparecido, me senté en unas de las bancas, mi padre solía traerme, se quedaba sentado en esta banca y observaba cómo jugaba, suspire, me gustaría revivir aquellos momentos, aquellas veces que solíamos estar juntos, que reía sin preocupación cuando podía sonreír sinceramente y que no tenía que fingir que era feliz. Mire el cielo, empezaba a lloviznar, mas no me importó, quería quedarme aquí, quería que esta tranquilidad que sentía fuera eterna, cerré mis ojos y respire hondo, el olor a tierra húmeda empezaba a inundar el aire, quería detener el tiempo y poder disfrutar de esto más y que jamás se acabara, pero tenía que volver a la realidad, a mi triste y desesperante realidad, abrí los ojos, mire la hora ya eran las ocho de la mañana, sin darme cuenta había estado aquí ya dos horas.

Me levante y camine hacia la casa, la lluvia se volvió más fuerte el cielo tronaba y relampagueaba, Sofía de seguro está asustada ya que le había tomado cierto miedo a los días lluviosos, entre a la casa y Sofía estaba en el sofá acostada, miraba su programa favorito, me acerque a ella y la abrace, sus ojos se empezaron a poner llorosos, no sabía con exactitud qué era lo que le pasaba, solo la abrace hasta que la lluvia se calmó.

—¿Qué quieres que haga para el desayuno?

Podrías hacer waffles.

—Claro.

Me levanté hice algunos waffles para desayunar, después me puse a recoger un poco la casa, Sofía se había ido a jugar con una vecina, me fui a mi cuarto y me acosté en mi cama y puse algo de música miré el techo mientras tarareaba la canción, tome algunos tranquilizantes que el psicólogo me había recetado, quería estar sumergida en esta tranquilidad ya no quería sentir nada más que esa tranquilidad que me hacía conseguir estas pastillas , era como si me drogaran, el sueño empezaba a invadir mi cuerpo, mis ojos se empezaban a cerrar, me empecé a quedar dormida, mire una persona en mi cuarto, pero el sueño no me dejaba verla bien, abría y cerraba mis ojos lentamente, era una chica de cabello color carmesí, se parecía bastante a mí, en cada cerrar de ojos se acercaba más a mí, su piel empezaba a cambiar, hasta convertirse en una especie de catrina, quería moverme pero mi cuerpo no me respondía, se quedaba paralizado, qué significaba esto, solo era parte del sueño; mire los ojos de aquella chica una tristeza palpable se transmitía a través de sus ojos, susurraba palabras que no podía entender, pareciera estar hablando en otro idioma, no podía dejar de ver sus ojos es como ver los míos, sentí que el aire empezaba a faltar, sentía una presión sobre mi cuerpo, será acaso por las pastillas, de un momento tenía aquella chica frente a frente.

—¡Despierta! —­­ aquella chica dio un grito descomunal.

Me levanté de golpe, mis ojos veían borroso, mi cabeza dolía demasiado, era un dolor muy intenso, sostuve mi cabeza con mis manos, sentía que iba vomitar por el dolor, me di cuenta que la música ya no sonaba, alguien había desconectado mi reproductor; me puse de pie tambaleante, caminé torpemente bajando las escaleras, este dolor era insoportable, miré gotas de sangre caer al piso, toque mi nariz, estaba sangrando, empecé a entrar en pánico, que estaba pasando conmigo, caí de rodillas al suelo, sosteniendo mi cabeza, quería que este dolor desapareciera, mis fuerzas se hicieron nulas y no supe más de mí.

Todo a mi alrededor era de un color grisáceo, esa chica que había visto estaba sentada al frente, me acerqué a ella, la mire era igual a mí, solo el color de cabello era diferente al mío, sus manos estaban amarradas por una rosa con muchos espinos, su piel empezaba a llenarse de sangre, sus ojos estaban llorosos, y susurraba algo como si fuera una canción "Hoy un día más se cumple, hoy una alegría más sucumbe ante aquél miedo que surgió, ante aquél miedo que provocaste a mi corazón, las traiciones, las condenas, los engaños, todos se han encerrado en mi corazón" lágrimas negras empezaban a salir y no podía entender esto.

—Es un error que estés aquí— aquella chica decía—¡vete y despierta! Antes de que sea tarde.

—No entiendo qué pasa, quién eres tú.

—Prometí no alterar tu pasado.

Mis ojos se empezaron abrir, estaba acostada en mi cama, mire la hora, solo habían pasado 6 horas eran como las 5 de la tarde aproximadamente, desde que me había acostado, me levanté de mi cama, había sido un simple sueño, mire mi ventana empezaba a oscurecer, me pareció ver algo en la ventana y me acerque, había una rosa en el balcón, era hermosa, quería abrir la ventana y tomar la rosa pero me resistí, le puse seguro a la ventana y caminé hacia la cocina, mi madre había llegado de aquel viaje entre en la cocina, mi madre estaba sentada junto a Sofía.

—Hasta que por fin despiertas. —decía mi madre algo molesta.

—Y qué tal el viaje.

—Bien — decía sin mirarme. —la tía Rosio te mando algo de ropa, la he dejado en tu cuarto.

—Está bien ¿puedo ir a dar un paseo?

Haz lo que quieras.

Tome mi suéter y salí de casa, no me gustaba estar cuando mi madre estaba, suspire y camine hacia el parque, quería estar sola, pero al parecer el destino no lo quería; sentí alguien caminar tras de mí, era de nuevo aquel chico que había visto.

—Hola pequeña.

—Hola —dije entre dudosa.

—Es una hermosa tarde no crees.

—Si—fuese más hermosa si pudiera estar sola— es bastante hermosa.

Aquel chico se acercó bastante a mí, tomó un mechón de cabello, no sé porque no reaccione como ayer solamente seguí viendo el cielo.

Te regalo esta hermosa rosa.

No sigas insistiendo con eso.

Vamos solo es una rosa.

No gracias—se puso en frente de mi

Vamos no me tengas miedo.

—Aléjate—lo hice un lado y seguí caminando.

—A mí nadie me dice que no.

Corrí hacia mi casa, sentía un miedo enorme, entre y solo estaba Sofía en la casa, mi madre se había ido a trabajar de nuevo.

—Vamos a dormir Sofia.

—Si.

Deje a Sofía a en su cuarto y cerré todas las ventanas y todas las puertas, me fui a mi cuarto, me daba incertidumbre lo que me había dicho aquel chico, tenía que calmarme, suspiré y tome miss tranquilizantes; entre a mi cuarto, la ventana estaba abierta, entré lentamente, un escalofrío recorrió mi cuerpo, no podía reaccionar, sentí el miedo paralizar mi cuerpo; cerré los ojos, solo esperaba que lo que yo pensaba fuera falso, me di la vuelta lentamente. Sentí un escalofrió al ver aquel chico tras de mí, solo rogaba porque no fuera real que esto fuera parte de mi imaginación, que los tranquilizantes fueran lo que producían esto.

—A mí nadie me dice que no — me miro maliciosamente...

La Prisionera de OffendermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora