¿Quién eres tu... y dónde está mi V...?

Capítulo 1

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¿Qué es una buena vida?

¿Vivir sin ninguna preocupación?

¿Tener todo lo que siempre quisiste tener?

¿No tenerlo todo, pero tener lo suficiente para ser feliz?

¿No tener nada, más sin embargo contar con la compañía de otras personas?

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Sea cual sea la respuesta, N es feliz con lo que tiene. Así mismo considera que su vida es perfecta.

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¿Qué más podía pedir?

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Tenía una casa que claramente fue una amable donación de sus antiguos inquilinos y no una apropiación forzada porque los habitantes del lugar ahora no respiran.

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Tenía una gran cantidad de amigos. Contaba con la asombrosa amistad de Uzi, Thad y un poco de Lizzy y sumando...

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También era portador una grandioso cantidad de libros super interesantes. Su colección se podía contar con dos dedos de la mano y se trataban de libros para colorear. Aún que si había uno con un poquito más de letras.

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Y por supuesto que tenía lo que él consideraba lo mejor del mundo. Lo único que puede decir que vale la pena vivir. Su pareja sentimental, un perro gold... V. Sí, en algún momento de su vida se armó de valor para comprar un pe... para confesarse a V. Su vida a mejorado considerablemente desde que se decidió por hablar de sus sentimientos a V.

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En resumen, todo era perfecto. N amaba a V y ella hacía lo mismo. Nada podía ir mejor para el dron de cabellos blancos. Por lo que, ahora que su núcleo late por V con aun más fuerza. A él le gustaría sorprenderla.

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N se levantó de un salto del sillón de la sala. Aventó el libro que estaba "leyendo" dónde solo God in their metal form, podía saber. Él se dirigió hacia el comedor y limpio rápidamente la mesa. Retiró todo lo que estaba sobre ella. Cómo un florero, un servilletero, dos vasos e intentó quitar por novena vez una gigantesca mancha negra en medio de la mesa.

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Resulta que una vez, a V le tocó traer la comida. Cabe aclarar que la pareja vive en la misma casa. Y como ya estaba con hambre, aventó el cuerpo chorreante de aceite a la mesa. Dejando una gran rastro del líquido oscuro en la mesa de madera.

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Una vez que N se rindió nuevamente, sumando un nuevo intento a los otros ocho que ya tenía acumulados. Se dirigió al refrigerador, del cual saco el cadáver de un obrero que aún contenía grandes cantidades de aceite en su interior. N partió en partes iguales el cuerpo del dron. Y limpio el líquido azabache de la hoja de su espada con su lengua, no había que desperdiciar ni una gota del sagrado elixir.

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Una vez ya cortado el cuerpo de la pobre alma a la que se le había dado una muerte rápida, cortesía de N. El mismo decidió poner los trozos sobre dos platos y esos mismos ponerlos sobre la mesa. No sin antes poner un mantel color vino sobre la mesa, en un intento de ocultar la mancha sobre ella.