-Está mal tú respuesta- señalo el omega viendo los apuntes del alfa quien alzo la mirada para verlo
Desde que había aceptado la amistad del alfa este comenzó a pegársele como lapa cada vez que tenía tiempo libre por lo que ya no era raro verlos juntos ya sea teniendo amenas platicas, donde hablaban de todo y nada, en los jardines de la universidad o simplemente estudiando en la biblioteca justo como ahora
-¿Disculpa?
-Te equivocaste aquí- señalo con el dedo la libreta- se supone que debes dividir no sumar
No pudo evitar sentirse nervioso por la mirada intensa que el alfa le dedicaba, es como si estuviera analizando sus más oscuros secretos
-¿Qué?- preguntó desviando la mirada ya cansado de tanta atención- soy bueno en todo lo que lleve números
-Vaya....- murmuro antes de tomar las manos al rubio con una mirada brillante- ¡Esto es genial!
Las manos del rubio cosquillearon ante el cálido apretón que recibieron sus manos provocando que se pusiera nervioso e intentara apartarlas haciendo que el agarre fue más fuerte pero sin llegar a lastimarlo
-¿Cómo dices?
-¡Sí!- soltando sus manos se levantó de su silla para poder pasarse y rodear la mesa tomar asiento a un lado del omega- a mí me cuesta entender estas cosas pero a ti no entonces...- en ese momento abrió los ojos como si hubiera hecho un gran descubrimiento- ¡Podrías ser mi tutor!
-¿Y cómo porqué lo haría?
-Porqué somos amigos y me quieres- respondió con una cándida sonrisa haciendo que el omega rodara los ojos- y porqué eres el chico más listo de la universidad que no me dejara reprobar
-No sé si tenga tiempo...
-¡Vamos!- suplico haciendo un puchero- te daré algo a cambio, lo que quieras
Ante esto, el rubio, lo volteo a ver esbozando una media sonrisa
-¿Lo que yo quiera?- preguntó con voz aterciopelada a lo que Remus asintió rápidamente sin dudarlo- bien
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De una colorida dulcería, la cual se encontraba a unas cuadras de la universidad, iban saliendo dos jóvenes de los cuales uno llevaba una bolsa morada con estrellas doradas
-De todas las cosas que pudiste pedirme jamás imagine que pedirías esto
El omega dejo de ver con fascinación su colorida bolsa para girarse hacia el alfa que caminaba a su lado
-Es que yo no las puedo comprar- con tranquilidad comenzó a abrir la bolsa para sacar una de las gomitas azucaradas y meterla en su boca suspirando por tan delicioso sabor
-¿Cómo que no puedes?- preguntó de manera curiosa sin dejar de verlo
-Mi padre me tiene prohibido comer cualquier tipo de dulces desde que soy pequeño
