Capítulo 1. El Más Suave

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Él soltó un suspiro agotado y puso sus ojos en blanco, su novio no lo dejaba irse.

—Can, te he dicho que solo voy a la tienda, volveré en diez minutos, cariño.

—¡Diez minutos es demasiado, cielo! —. Parecía que el canadiense se había aferrado más al cuerpo de México.

—Lo sé, pero no puedes venir conmigo, la tendera ya está sospechando, llevé dos veces a Cannie y una a Canadá. Creerá que tienes un síndrome de personalidad múltiple o similar—. México se había separado, y tomó con sus manos las mejillas del otro—. Te prometo que no tardaré, ¿okay? Tienes a los demás para hacerte compañía.

—Pero te amo demasiado.

México soltó una risita.

—¿Y eso en qué viene al caso, amor?

—Que no puedo estar sin ti, pastelito.

—Dios mío.

México fué invadido por los labios del canadiense antes de que protestara más, lo rodearon firmes brazos y fué cargado por el tierno hombre.

—Can, Can no empieces. ¡En serio tengo que ir a la tienda, wey! Debo hacer la comida.

—Quiero hacerte el amor.

México sintió su cara arder, sus labios se apretaron mientras se recuperaba de lo que su novio había dicho.
No había nada más que amor y adoración en los ojos de Canadá.

"Te amo. Te amo. Te amo."

—Quédate, Mex—. Soltó un suspiro contra sus labios, antes de reclamarlos de nuevo.

Era tierno, abrazador y dulce.
Una mano tibia acarició su muslo con delicadeza, como si fuera una pieza de porcelana.

—Uhh... Bien, tu ganas, ¡pero no te acostumbres! Le pediré a Cannie que vaya.

El apodado Can le sonrió con dientes brillantes, antes de girarlo en sus brazos y besar más las mejillas del mexicano.

—Fantástico, amor. Ahora vamos al cuarto.

—No, no, Can, acabo de decirte que tengo que hablar con Cannie, suéltame unos segunditos—. Pero sus palabras eran en vano, Canadá ya lo cargaba hacia las escaleras y acariciaba su cuerpo tiernamente.

—Te haré sentir bien, veremos una película y te olvidarás del resto de mi, ¿de acuerdo?

—Ay, Can...

—Por favor...

Can ya lo había bajado, estaban al lado de su habitación.

México miró los ojos del canadiense, eran esperanzados y parecía que iban a desbordarse de corazones en cualquier segundo.

—Le enviaré un mensaje a Cannie... Pero vas a ser ra-

Fué callado por otro beso del pelirrojo, mientras era suavemente empujado hacia atrás y solo escuchó el cierre de la puerta detrás de él.

Mex's canadiansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora