Capítulo 2: Un Oscuro Deseo (+18)

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Peter tenía todo su cuerpo adormecido.

Por un lado, las intensas y graves heridas que había sufrido la noche anterior, no le generaban ninguna clase de dolor, era como si no existieran. Podía sentir parte de los agujeros de bala que se cerraban lentamente, y las zonas uniéndose donde había recibido cortes, pero nada de dolor, ni ardor, apenas y podía sentir el vendaje que lo cubría, con una agradable sensación de adormecimiento que rodeaba cada una de esas heridas. Y, por otro lado, sus piernas no le respondían, sus brazos tampoco, pero al contrario que las primeras, sus brazos no estaban siendo oprimidos por algo.

Wanda se había acostado en la cama junto a Peter, acariciando su pecho, salvo por las vendas, completamente expuesto, pasando sus largos dedos lentamente por su piel con su mano derecha, mientras la izquierda acariciaba y peinaba el corto cabello castaño del joven Hombre araña. Seguía usando su ropa, pero sus grandes pechos se presionaban gentilmente contra su hombro, y la suave risa de Wanda era escuchada atentamente por los oídos hipersensibles de Peter.

Pero lo más importante no era quien se encontraba a un costado de él, sino quien estaba más abajo en la cama, entre las piernas adoloridas y magulladas del joven de cabello castaño: Úrsula tenía suaves y delgadas manos, sus dedos acariciaban con cuidado los muslos de Peter, que aún estaban heridos, por lo que su toque fue suave y cauteloso. Sus coletas rubias rosaron tenuemente la piel de Peter, con el movimiento suave y corto de su rostro que se frotaba lentamente contra el miembro del joven de cabello castaño. Sus labios, regordetes y suaves, se frotaban con cuidado a lo largo del miembro fálico frente a ella, dándole suaves y cálidos besos, como si aquello fuera un tesoro.

¿Porqué... ella...? – Preguntó Peter, con la voz entrecortada. Podía sentir la cálida respiración de Úrsula contra la base de su miembro.

¿Qué...? ¿No te gusta? – preguntó Wanda, con "genuina" confusión, inclinando ligeramente la cabeza al ver a Peter. – Por que a ella le gustas. ¿No es así, Úrsula?

Wanda preguntó, e inmediatamente, la rubia de coletas doradas asintió, restregando así el miembro de Peter contra su suave rostro, dejando que este pudiera sentir la calidez y suavidad de sus labios, sus mejillas y la rigidez del puente de su nariz, invadida por una sensación única que nunca había experimentado. Peter quiso protestar, quizás darse a entender un poco mejor, pero cuando los labios de Úrsula se abrieron, su saliva comenzó a restregarse a lo largo de su miembro, y la pequeña pero constante sensación de la punta de su lengua sobre su polla hizo imposible al chico decir una palabra.

Peter... ¿Por qué te resistes? – preguntó Wanda, con voz juguetona, inflando suavemente sus mejillas mientras pegaba su cabeza al pecho de Peter, sin apartarle la mirada.

Porqué... la estás... ¿controlando? – la pequeña voz de duda de Peter hizo flaquear su voz, especialmente, después de sentir como la boca de la rubia se abría más, y su lengua comenzó a deslizarse cada vez más lento.

Quizás... pero no estoy haciendo nada contra su voluntad. – murmuró Wanda, sonriendo con calidez, mientras su mano acariciaba dócilmente el cabello de Peter. – Ella desea esto. Es su voluntad lo que la impulsa a complacerte.

Las palabras de Wanda eran suaves, pero contundentes, como si estuvieran cubiertas de una densa capa de verdad, como si fueran la más absoluta de las realidades. Peter, además de percibir la cálida sensación de las manos de Wanda sobre su cuerpo, comprendió sus palabras, dictadas a su oído mientras sentía la boca de la chica rubia descender por toda su longitud, con suaves jadeos provenientes de su boca, y las suaves y pequeñas risas de Wanda en su lóbulo, que no hacían más que aumentar el placer que recorría su cuerpo magullado.

Solitarios - Spider-WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora