1

2.6K 275 23
                                    

Gojo estaba emocionado, no, emocionado era por decir lo menos, estaba extasiado.

Había tenido un día maravilloso, hoy con una charla espectacular con Nanami (la charla era sobre Nanami sermoneándole sobre por qué no debía hacer que Yuuji saliera de la caja) y ayer junto con su querido alumno habían hecho una lluvia de ideas sobre cómo podría aparecer Yuuji frente a sus compañeros después de hacerles creer (en contra de su voluntad) que había muerto.

Al final Gojo escogió una idea sin decírselo hasta esta mañana, la cual había obligado al pelirosa a meterse en una caja grande y encerrarlo solo diciendo "cuando sea el momento solo grita «opapi»" con un pulgar hacia arriba y dejándolo a él en total oscuridad.

A medio camino había tenido una pequeña charla con Yuuji dentro de la caja, quejándose de que prefería la idea de verlo caer en un paracaídas con fuegos artificiales a su alrededor, pero desafortunadamente no hubo tiempo.

En el momento en que el hombre vio las escaleras que conducían a Jujutsu Tech, silenció a Yuuji.

Yendo lo más rápido que pudo subió las escaleras, con cuidado de no dejar caer los pequeños amuletos de la suerte que había recogido para los chicos de Kyoto.

Con un saludo y su hermosa sonrisa llego y saludo a todos

"¡Me alegro de verlos a todos juntos! Estaba en un viaje de negocios al extranjero. Compartiré los recuerdos que les traje".

"Qué inesperado" "¿Será por el jet lag?" Panda y Nobara jugaban de fondo mientras él repartía los amuletos y explicaba de dónde venían, junto con un burlón "a ti no te traje, Utahime".

Dándose la vuelta e ignorando el grito enojado de Utahime, miró a los chicos de Tokio.

"¡Y para los chicos de Tokio, les traje esto!"

Él sonrió mientras giraba emocionado.

"Los adultos escandalosos son muy desagradables" Nobara ni siquiera se molestó en susurrar.

Pasaron varios segundos en silencio, Gojo esperando que Yuuji saliera y los niños de Tokio esperando ver qué tonterías les había traído su excéntrico maestro como recuerdo.

"Oh." Gojo miró desde la caja a los de Tokio varias veces, tocando para ver si Yuuji había perdido la señal o algo así.

Los de Tokio solo seguían observando las tonterías de su maestro esperando a ver cuando abría la caja.
Suspirando por haber arruinado la sorpresa, Gojo se resignó a abrir él mismo la caja.

Mirando dentro de la caja por unos segundos para notar que Yuuji no se mueve.

"¿Se quedó dormido?" Miró con escepticismo al adolescente. Suspiró y comenzó a moverlo. "Oye oye oye oye."

Los hechiceros de Tokio solo lo miraron con más cansancio y se acercaron a la caja, llamando así un poco la atención de los chicos de Kioto que habían quedado fascinados con los amuletos.

Los dos de primer año se quedaron sin aliento y miraron a su maestra.

"¡¿Esto es una broma?!" Nobara miró enojada, a punto de sacar su martillo para intentar clavar unos buenos clavos en su flacucho maestro, aún sabiendo que sería inútil. Sin dejarlo hablar continuó "¿Crees que es gracioso...?" Su voz tembló un poco con sus ojos húmedos. Megumi solo miró a su maestro en shock, lo conocía desde hacía mucho tiempo, sabía que era egoísta y a veces se excedía un poco con sus bromas, pero no creía que él fuera capaz de esto, pero aun así él no podía entender lo que estaba pasando.

Los chicos de segundo año, así como los de Kioto, miraron a los demás confundidos. Los chicos de Tokio se alejaron cuando vieron que incluso Megumi se estaba enojando.

El pelinegro apretó los puños, cada vez más enojado al no recibir respuesta alguna por parte del mayor.

"Sensei... ¿tú-" cayó mientras sentía que todo el aire de su cuerpo salía corriendo de él y un puño se estrellaba contra su estómago.

La energía maldita se drenó por todo el lugar, ahogando a varios por la presión de lo oscuro y denso que se sentía.

Varios se pusieron a la defensiva, los de Kyoto preparando sus técnicas y armas para cualquier cosa que pudiera moverse y protegiendo a sus compañeros que bajo presión algunos ni siquiera podían moverse, Utahime se paró frente a sus alumnos. Yaga y Gakuganji rodearon el punto más denso de la energía maldita, la persona que había surgido de la caja que Gojo había traído.

Panda agarró a Kugisaki y la puso detrás los 3 de 2do, Inumaki se bajó el uniforme para soltar su maldito discurso en cualquier momento y Maki sacó su bastón frente a su primo que acababa de ser golpeada.

"¿Qué significa esto, Gojo?" Preguntó Utahime. Los directores de sus respectivas escuelas secundarias se quedaron sin aliento al reconocer quién había salido de la caja.

"Yo... ¿Yuuji?" Le susurró al de pelo blanco antes de agarrarlo, sin estar seguro de cómo reaccionaría el adolescente ante su toque.
Se detuvo al ver cómo se estremecía ante su voz y, lentamente, se dio la vuelta.

Gojo realmente no sabía qué esperar cuando sacó a Yuuji de la caja con la que había venido al Evento de Buena Voluntad de Kyoto, tal vez un deseo asesino de sus otros dos estudiantes hacia él o hacia Yuuji, o un poco de llanto.

Pero entre todas las posibilidades previstas, no esperaba encontrar a un yuuji completamente cambiado, mirándolo como si hubiera visto un fantasma.

Un pequeño ciervo atrapado bajo una farola.

"¿Gojo-sensei?" Un susurro entrecortado sonó junto a un par de ojos que empezaban a cristalizarse más con cada segundo que pasaba.

Un par de ojos que parecían haber visto más de lo que debería, alguien que, aunque no había signos de cansancio en su apariencia, todavía parecía de alguna manera como si no hubiera descansado en meses.

Con un pequeño suspiro, Gojo sonrió y dijo un pequeño "¿Sí, Yuuji?"

Las lágrimas cayeron al mismo tiempo que su cuerpo.

Fallar y Tratar, Tratar y Fallar -Jujutsu Kaisen-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora