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El "tap, tap" de unas uñas chocando con alguna superficie se escuchaba por toda la habitación.

—Y bien, ¿Cómo te fue? —la castaña sentada en su escritorio donde escribía habló, sin la necesidad de mirar al que estaba parado detrás de ella.

Se escuchó el sonido de una silla siendo arrastrada.

Ugh, tan bien como es poder hablar con Utahime —señaló con un tono enojado en broma.

El de cabello blanco comenzó a buscar algo en su bolsillo.

—Utahime es agradable... Pero si yo también hablara contigo siendo más insoportable de lo normal haría lo mismo.

—Booh, Utahime solo es amable contigo porque te ama. Todavía puedo escuchar sus "¡Shoko! El estúpido, bello y hermoso de Gojo está siendo molesto de nuevo. Por favor, nunca seas como él" —habló con voz aguda, tratando de imitar la voz de la mujer de manera burlesca.

—Je, parecido. Pero Utahime preferiría ahorcarse antes de llamarte así —puso los ojos en blanco, pero con una sonrisa ladeada en su rostro.

—Sabes que, aunque nunca lo vaya a admitir, ella sabe que soy hermoso, solo los ciegos pueden negar eso. Y aun así me llamarían hermoso por mi increíble y preciosa personalidad.

—Lo que te haga dormir por la noche. ¿A qué vienes, Gojo? —levanto su vista del escrito—. Aunque estoy encantada con tu presencia, tus visitas no son muy comunes por aquí, ¿Sabes?

Shoko con su mirada cansada contempló curiosa al hechicero, este haciendo pucheros por ser descubierto tan fácil.

—Que grosera eres, Shoko-chan —la mujer volvió a voltear los ojos—. Pero sí, he de decir que tienes razón. Y no tenemos suficiente tiempo con la reunión de Yaga-sensei —siguió ansioso tratando de encontrar algo en su pantalón.

La mujer prestó atención a eso y abrió un cajón, sacando de él dos dulces, un caramelo pequeño junto a una paleta. Aventó el caramelo hacia Gojo y abrió la paleta para ponérselo en la boca.

—Siempre tan considerada, Shoko —Satoru sonrió y abrió el dulce—. Bien, ¿Descubriste algo? —el semblante amigable de Gojo cambió a uno serio en segundos.

Shoko consideró la pregunta por un momento hasta que habló, con la paleta de nuevo en su mano.

—Mm, no —ignoró la caída de hombros decepcionado del mayor—. No encontré algo diferente en Yuuji. Solo lo que tú ya sabes, sus reservas de energía maldita aumentaron de una manera irreal. Pera ya sabes, de por si el ser hechicero es algo irreal —habló con un tono aburrido mientras el hechicero se derretía resignado en su silla—. Aún más sabiendo que él es el primer recipiente del rey de las maldiciones después de siglos. No hay algún tipo de registro sobre el cómo actúa el recipiente de un objeto maldito tan poderoso. Esto podría ser algo normal, pero nunca lo sabríamos. Y mucho menos después de no poder observar su cuerpo en la autopsia luego de que reviviera frente a nosotros...

Con un tono triste murmuró lo último.

Aburrido, eso ya lo sé. ¿No hay ni un indicio de algo? —se quejó frustrado mientras se tallaba la frente, tratando de evitar un posible dolor de cabeza.

—Nop, absolutamente nada. Pero —la mirada oculta esperanzada hizo doler algo en Shoko—, hubo un detalle raro cuando Aoi lo trajo de vuelta. Me pidió que le revisara el pie a Yuuji-kun, así que lo hice, aunque no veía nada raro. Y sí, no había nada fuera de lo normal, algo un poco curioso después de pelear al aire libre y no tener zapato. Si estas peleando por tu vida en un bosque esperas tener como mínimo algún rasguño en la planta de tu pie, ¿Sabes? Pero no había nada más que un pequeño corte muy superficial y un poco de tierra.

Fallar y Tratar, Tratar y Fallar -Jujutsu Kaisen-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora