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capítulo uno sirius black


La niña de 13 años se encogió en el suelo del ático. Su cuerpo sufría leves espasmos y temblores a causa del dolor en todas sus extremidades.

Con cierta dificultad, elevó sus piernas para dejarlas cerca de su pecho, pero un jadeo de dolor escapó de sus labios y se detuvo. Tenía una pierna rota. Y estaba casi segura de que algunas costillas estaban fuera de lugar, provocando que hasta su respiración sea dolorosa.

A través de la pequeña ventana del lugar logró ver qué los rayos del sol apenas estaban saliendo, por lo que debía faltar aunque sea media hora para que su madre apareciera y la curara. Tendría que soportar el dolor, a pesar de que cada respiración era como estar poniendo un pie en el infierno.

Cualquier persona normal ya estaría llorando por el dolor, incluso gritando. Pero, claro, Athenea Malfoy no era una persona normal.

No. No había nada de normal en una niña cuyos huesos se rompían y se movían de lugar una vez al mes para convertirla en una bestia que le aullaba a la luna.

Athenea Malfoy era un monstruo. Eso es lo que era.

Tratando de ser fuerte e ignorar como sentía que su piel se quemaba con cada mínimo movimiento, se incorporó para sentarse en su lugar. El ático estaba preparado para sus episodios. Aveces tardaba más en transformarse, algunas veces duraba más tiempo transformada y otras veces menos, por lo que había una cama de una plaza en una esquina del ático, pues había ocasiones donde al volver a su forma humana aún era de noche y podía descansar un poco.

Sus ojos se posaron en la muda de ropa que había dejado la noche anterior. Tomando una profunda respiración, Athenea comenzó a avanzar unos metros. Con una pierna rota le era imposible caminar, así que patéticamente gateó hasta la cama, pero igualmente dolió.

Cuando logró vestirse ( fueron casi diez duros minutos de lucha ) pasaron unos minutos cuando el hechizo que bloqueaba la puerta se abrió y Narcissa se hizo presente.

Su madre hizo una mueca de disgusto, a lo que Athenea bajó la mirada rápidamente. Había visto esa expresión en ella desde que tenía uso de memoria; Narcissa odiaba lo que era. Y Athenea no la culpaba. Ella también se odiaba.

── Pierna y costillas rotas ── informó en un murmuro bajo, sin mirarla.

La mujer asintió y se agachó a su lado con la varita en mano para comenzar a pronuncia hechizos que colocarían sus huesos en su lugar. Eso era común. Al volver a su forma humana, en ocasiones las cosas no quedaban dónde tenían que quedar y se requería hechizos o pociones para regresar a la normalidad.

Madame Pomfrey era mucho mejor para esas cosas. Era probable que tenga algunos dolores durante esos días hasta que regrese a la escuela y la enfermera le diera una poción para terminar el trabajo de su madre.

── Tu padre quiere hablar contigo ── Narcissa habló por primera vez, cuando su pierna ya estaba en su lugar ── Te espera en su oficina. Duchate primero.

El corazón de Athenea dió un vuelco. Su padre nunca la llamaba a su oficina por algo bueno, e inevitablemente su mente comenzó a divagar en sus acciones de toda la semana, tratando de recordar si falló en algo que mereciera la atención de su padre. O un castigo.

Sin decir una sola palabra más, su madre se levantó y abandonó el ático, dejándola sola.

Cuando Athenea se puso de pie, su rostro se contrajo en una mueca de dolor. Su pierna ya estaba arreglada, pero siempre había una molestia que duraba algunos días.

kill your darlings ౨ৎ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora