Capítulo 2

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Breathe

La puerta del departamento se abrió delante de Lucy. Entramos y tiramos nuestras botas por el salón y nos sentamos en el sofá del balcón. Toda la casa seguía la estética luminosa y con muebles claros al igual que las paredes. Era bonito pero mi parte favorita es el balcón, allí se puede ver toda la costa y, debido a la altura, no había ruidos de coches. Por instinto, las tres nos sentamos juntas y miramos al mar. Ninguna de mis amigas me presiono con preguntas, solo esperaban a que yo decida hablar.

—Siento haberlas asustado—dije cuando Liv regreso con dos tazas de té y otra de café, yo tome esta última infusión antes de seguir.—Estábamos bailando con Liv y un chico se nos acercó y empezó a hablarnos, al pasar el rato decidí ir al baño para darles espacio a ellos. Todo estaba bien hasta que volví a ver toda la gente que había en la fiesta; cuando empecé a cruzar la multitud, me costaba respirar y todos me miraban molestos o me empujaban, me faltaba el aire y me temblaban las manos. Cuando logré salir de allí me maree y, como pude, entré en el baño y me moje la  cara pero no funciono— había explicado todo muy rápido sin darme cuenta, respire una bocanada de aire y seguí— Fuí al muelle, trate de tranquilizarme pero...

—Te encontro este chico Johnny— terminó Liv por mi.

—Sí y al verlo me puse nerviosa— dije algo avergonzada. Pasamos unos minutos sin decir nada.

—¿A él lo vimos alguna vez?— preguntó Lucy antes de beber de su té—Cuando lo vi contigo me pareció reconocer su cara de algún lado.

—Estaba en la playa hoy a la mañana— imite a mi amiga y termine mi café— tal vez lo viste cuando estaban llegando al muelle.— Lucy pareció quedarse pensando.

—Fue muy amable de su parte haberse ofrecido a acompañarte hasta la fiesta.— dijo Liv mirándome de reojo.—¿no?— me miró con cara picara.

—Si, supongo que si.— me volví para mirarla— saca esa cara Liv.

—No tengo ninguna cara Maia— volvió a hacer esa cara otra vez. La golpeé con el codo y comenzó a reírse y logró que nos riamos también. Liv es de esas personas que se ríen y contagian su alegría y terminas riéndote con ella.

—Tal vez él sea el indicado— me dijo Lucy.

—Lu, lo vi dos veces en mi vida y me ayudó por amabilidad.—dije con voz baja mientras me atravesó un leve escalofrío.

—Nunca se sabe— Terminó Liv, quien se dio cuenta de mi actitud y cambió de tema.
No tardamos mucho en volver a entrar porque decidimos descansar antes de volar a Nueva York mañana en la tarde.

*

“Qué lindo es” pensaba cada vez que lo veía en los pasillos de el colegio o en el receso entre clases. “Es imposible que se fije en ti, Maia, es dos años mayor”.

Él pasaba por mi lado y yo era invisible a sus ojos.

Para mí, él estaba en un pedestal y no había nada que lo baje de allí.

Nunca tome la iniciativa por miedo al rechazo pero un día todo fue diferente; el respondí una historia de instagram donde estaba con su mascota, “Son muy lindos, ambos”.

En el momento en que escribí eso, mi mente borró las inseguridades con mi cuerpo o por mis cachetes o mi estatura. Al apretar el botón de enviar y, a medida que los minutos pasaban, todas esos pensamientos me atacaron. “¿Por qué le escribiste eso si sabes que no te va a responder? ¿No ves lo que sos? jamas se va afijar en alguien como vos”

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⏰ Última actualización: Apr 07 ⏰

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