Cap. 14: Autoridad.

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Me desperté de golpe, me costaba el tener que dormirme.

Me fijé la hora, apenas eran las cinco de la madrugada. Detesto cuando el insomnio me gana o simplemente me despierto a esas horas.

Me tardé en procesar el mundo real, me di cuenta de que seguía abrazando a Luis.

Me hubiera querido quedar más tiempo ahí, pero recibí un mensaje de mi madre..

Supongo que de esto no me salvo, me levanté con cuidado para no despertarlo y me puse mi sudadera para irme.

Tuve que salir por la ventana de su habitación, no me quedaba otra salida.

Hacía algo de frío en el exterior, hubiese vendido mi alma para quedarme en casa de Luis.

Estuve caminando mucho tiempo, finalmente me encontraba frente a la puerta de mi casa. No quería entrar, no quería volver a ver el interior de esa casa que se hacía llamar mi "hogar".

Tragué saliva y, con mi palma sudando, tomé la manija de la puerta y le di vuelta con cuidado.

La puerta se abrió y yo entré con miedo, mi madre estaba parada frente la puerta, viéndome con una cara de decepción.

-¿Dónde carajos te habías ido, Miguel?.

-Perdón mamá... yo-.. fui a casa de un amigo.

-¿A casa de un amigo? No te di permiso.

Ella me dió una cachetada, creo que mi mejilla estaba roja, fue muy brusca.

-Lo sé, discúlpame por mi imprudencia, no volverá a pasar..

-Claro que no volverá a pasar, te daré una lección para que aprendas a respetar mi autoridad.

Ya sabía lo que iba a hacer, aún así, estaba asustado.

-Ven aquí, Miguel.

Hizo que me quitase mi sudadera y poleron, me acerqué a la pared y la miraba fijamente, esperando a que se acabe pronto lo que ni siquiera había empezado.

Pude escucharla, escucharla acercándose.

-Esto te enseñará a no escaparte de casa como si fueses un rebelde.

Apenas dejo de hablar, comenzó. Me estaba dando latigazos, uno tras otro en mi espalda, como si yo fuese un perro.

Estaba perdiendo la noción del tiempo, me dolía mucho la espalda, sólo quería que acabara pronto, no podía mantenerme de pie, me sentía tan débil.

Caí, ahora sólo me puse de rodillas, ella aún seguía, no me tenía ni una pizca de compasión.

-¿Cuántas veces te haré esto, Miguel? ¿Es esto lo que quieres?.

No podía hablar, estaba intentando retener mis lágrimas, los chicos no lloran, yo no quiero llorar, no quiero mostrar debilidad.

Finalmente había parado y me arrojó mi poleron, me lo puse y también mi sudadera azul.

Ella se acercó y me dió otra cachetada, me jaló del brazo y me tiró fuera de casa.

-Vas a dormir afuera hoy, no sé cómo te las arreglarás y no me importa, ojalá que así aprendas, Miguel.

-Lo haré..

-Oh, Miguel, quiero que entiendas que hago esto porque te quiero.

Me cerró la puerta en la cara, lo hizo con tanta fuerza que ni siquiera se le notaba su "te quiero". A decir verdad, nunca noté que ella me quisiera, yo jamás volveré a caer en sus palabras llenas de mentira.

Me levanté y me quité el polvo, me puse a caminar a paso lento, hacía mucho frío, me dolía la espalda, me ardía, no sabía a dónde ir, no quería volver a casa de Luis, no así.





Estuve caminando tanto tiempo, estaba perdido, no sabía dónde estaba yendo.

Me detuve y decidí dormir en una banca, no podía caminar más, sentía que estaba a punto de desmayarme.

Mis manos estaban completamente frías, de repente di un fuerte estornudo, tal parece que me iba a resfriar. Mi sudadera no es lo suficientemente caliente para mantenerme alejado del frío, tenía que aguantar.

Me recosté en la banca, no pude dormir nada, sólo noté como salía el sol, estaba resfriado, aún me dolía la espalda, sentía que mis manos eran de hielo.

¿Por qué yo? No quiero esta patética vida, quisiera morirme.

Daría todo lo que fuera con tener una verdadera madre, sólo una que me haga sentir el amor maternal..

Ahora tengo más miedo de ella, me duele todo, no volveré a desobedecerla, respetaré su autoridad si eso significa no más golpes.

Estaba decaído, cansado, quería dormir, sólo quería descansar.

A veces me gustaría cerrar los ojos y no abrirlos más, dejar de sentir dolor, dejar de sufrir.

Extrañaba un poco a Luis, me sentía más cómodo en su casa, más seguro entre sus brazos..

Antes de cerrar completamente los ojos, escuché a alguien que al parecer estaba hablando refiriéndose a mí, su voz se me hacía un tanto conocida, creo que se quien era ella.

-"Oh, Dios mío, ¿Miguel? ¿Eres tú, cariño?."

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Se me pasó la sal chikoz???? 

"¡Se supone que soy Hetero!"  Papulince X PanafrescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora