☆ ¡Mi nueva mascota es un Oni! 「 AYAITTO 」・。

¡Festival de luces flotantes!

— Señor me temo que no se va a poder hacer eso... — dijo el chico de cabellera rubia y frunció el ceño. — Tiene que decidir usted mismo.

— Lo entiendo. — Respondió Ayato, por alguna razón sentía que no quería que este día llegará, y ahora estaba ahí, tratando de enfrentarse a aquello a lo que no podía ponerle nombre y al mismo tiempo sintiéndose una mierda por no poder decidir entre sus responsabilidades y sus deseos, daba vueltas una y otra vez. ¿Porque estas dos cosas no podían ser lo mismo? — Trae a las chicas mañana.

Thoma asintió y salió de la habitación, dejándolo solo, dándole rienda suelta a sus pensamientos.

Lo sabía, sabía lo arcaico que era el matrimonio arreglado y aun así no podía evitar pensar en que era lo mejor, porque no solo ayudaría al correcto desarrollo de la comisión Yashiro, sino que también ayudaría mucho más al prestigio y descendencia de la casa Kamisato, y así el futuro matrimonio entre su hermana y la persona que ella eligiera (Sea quien sea) se daría sin ninguna complicación, así ella no tendría que pasar por penurias ni tampoco tendría que sentirse triste por no poder casarse con la persona que amaba, esa era la verdad, daría cualquier cosa por que Ayaka fuera feliz, incluso su propia vida, lo estaba demostrando justo ahora, pero carajo, ¿Porque dolía tanto? La respuesta era clara.

Siempre sintió que nunca se enamoraría de nadie, que todo aquello que estaba relacionado con el amor y los sentimientos hermosos que conllevan eran simplemente imposibles, que jamás podría sentirse así y que estaba bien, que podía vivir con ello, que podía ser feliz así, pero luego llego alguien y todo cambio, el gigante que había estado dormido durante tanto tiempo al fin había despertado y había arrasado con aquella aldea de su mente que había decidido llamar "Paz y Tranquilidad", ahora una risa estridente resonaba en sus oídos todo el tiempo, y unos labios apetecibles lo incitaban a dejar de ser un puesto de gobierno y comenzar a ser el mismo, Ayato, un chico de 21 años, débil y con tantos defectos que ni con sus dedos de las manos y pies podría contarlos, y lo peor es que no podía odiarlo, amaba aquellas sensaciones, las amaba y ni con una catana en su cuello podría negarlo.

Itto, él era, era todo lo quería.

Pero ahora no podía ser, "tal vez en otra vida", se dijo, y siguió organizando sus papeles, los papeles para su futura boda con una persona que no conocía, una boda arreglada, una boda vacía, una boda con una mujer, mierda, ¿Porque parecía tan doloroso? Siguió escribiendo, trato de olvidar todo aquello que lo molestaba, porque esas cosas eran demasiado pesadas para cargarlas todo el día en la mente, pero su cuerpo respondía solo, cuando creyó que lo había olvidado Thoma volvió a entrar en escena abriendo la puerta de golpe y por su mirada de horror no pudo adivinar a que se iba a enfrentar a continuación — Mi señor... Usted esta- Usted... Usted... — Palpo su propio rostro y Ayato a tientas imito la acción, enseguida se dio cuenta, había estado llorando, el silencio se hizo dueño de la sala y Ayato pudo notar como Thoma parecía quería decir tantas cosas, pero aun así mantenía su expresión consternada, se mantuvieron así, por varios minutos.

"No preguntes, no preguntes, no preguntes, no preguntes" Repetía en su cabeza una y otra vez, pero sin un claro existo, ya que Thoma, se acercó un poco más donde él estaba, y trato de acercar su mano hacía su rosto.

— No es de tu incumbencia. — Musito cortante y Thoma detuvo su movimiento en seco con cierto remordimiento, fue grosero, lo sabía, y aun así el otro no parecía enojado, más parecía preocupado, Ayato pudo notar como tragaba fuerte, como si tratará de tragarse las palabras que no habían conseguido salir de su boca, y al cabo de unos minutos y sin preguntar nada por fin se dignó a hablar, Ayato lo agradeció en silencio.

— Traje una carta, una carta de... una carta. — Soltó finalmente resignado, se miraron y Thoma supuso que realmente y por más que lo intentará no llegarían a nada con una conversación forzada, así que se despidió haciendo una pequeña reverencia.