Quincuagésimo sexto paso

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Todo se había vuelto oscuro después de que Kisaki estuvo a punto de matarlo, no estaba muerto... ojalá pudiera decir lo mismo de Chifuyu... el... oh, por kami seguro que había estado pasándola difícil todo este tiempo, queriendo vengar la muerte de Baji-san e intentando proteger a Sakura de ese mundo en el que se habían metido. Aunque él ni siquiera tenía idea de donde estaba.

Les dejo a Touman en sus manos...

Ese había sido el último deseo de Chifuyu. Antes de que Kisaki lo matara.

Aún había una esperanza de cambiar eso, quiso aferrarse a la idea. Ver a Sakura le había dado un poco de alivio, podían arreglar las cosas siempre y cuando se mantuviera vivo... si su alma gemela no lo mataba por meterse en una banda criminal... al menos en el limbo no se veía tan enojada... ¿eso era bueno o malo?

No voy a dejarte.

Sakura le había recordado eso con amabilidad, para después ser jalada de vuelta a su mundo seguramente. Aún no era tiempo para volver. Tendría que seguir esforzándose por su cuenta.

El dolor en su pierna le hizo soltar una queja, activando sus sentidos hasta ahora nublados. Se había desmayado por el dolor cuando Kisaki casi lo mata pero alguien lo sacó de ahí a tiempo. Es lo último que recordaba.

Lo primero que notó al abrir los ojos fue el techo, los tubos metálicos que mantenían en pie la construcción ya estaban algo viejos, irónicamente se sintió mejor al estar en ese lugar descuidado, maloliente y lleno de grafittis en vez del lujoso edificio de Kisaki. Con algo de dificultades por su pierna herida intentó reincorporarse, soltando maldiciones, la adrenalina se le había pasado hace mucho.

— te di primeros auxilios.

Dejó de aferrarse a su pierna, hasta ahora notaba que la tenía vendada.

— eh...

Al levantar la cabeza, Takemichi se dio cuenta de que su salvador estaba de espaldas, la melena oscura se ondeaba con el viento de la madrugada, y quizás fue la emoción de seguir vivo, o la tristeza de la pérdida de su compañero... o tal vez el dolor lo hacía alucinar pero por un instante pensó que se trataba de cierto capitán de la primera división de Touman.

— ¿Baji...kun?

Pero no, conforme su salvador fue volteándose hacia el dos mechones rubios resaltaron entre la cabellera oscura y un par de ojos dorados lo miraron con indiferencia.

— ¿Kazutora-kun...? — preguntó con sorpresa. Pues para él hace poco que el chico había sido encarcelado.

Pero Kazutora ya no era un chico, y habían pasado doce años desde que eso pasó. Así que su sentencia ya había sido cumplida.

— ha pasado tiempo — fue lo único que Takemichi alcanzó a decir entre su estupor.

Sin embargo, no había espacio para bienvenidas cálidas o charlas casuales en las que se pondrían al día después de todos esos años. No. Kazutora, y en particular la mayoría de los pandilleros que Takemichi había conocido preferían irse por otro camino.

El de los golpes.

Ni siquiera le permitió decir una sola palabra, el antiguo fundador de Touman lo golpeó y lo golpeó, hasta que un momento de lucidez de Takemichi pudo detener el puño que iba dirigido de nuevo a su cara. Ah, el entrenamiento de Sakura sí servía... aunque sea pudo detener un golpe... Sakura estaría feliz...

Fue ahí cuando Kazutora pareció recobrar la consciencia y se apartó de él bufando. Eso le permitió a Takemichi desplomarse en el suelo y toser un poco de sangre, no había detenido los otros golpes o patadas.

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