1, 13 años, hoy

71 10 3
                                    

"Si lo sueñas, lo ves, sí lo ves es porque sucederá".



࿐࿐࿐


"Dan vueltas en el...fondo" -repetía una y otra vez- "se los... come, los traga".

Podía sentir esa desesperación, la angustia inconsciente de estar ahí, sentirse allí, pero no poder hacer nada, y repetía: "se ahogan". Movía los brazos, inquieto en la cama, dándose vuelta como si buscara el oxígeno entre las cobijas, desesperado por salir de esa sensación.

"Despierta, despierta, despierta".

De pronto abrió la boca para tragar, al principio sintió un ardor terrible con sabor a óxido y sal, luego la presión en su pecho aumentó hasta dejarlo lleno y pesado, solo entonces cuando se supo ahogado una vez más en su sueño la realidad lo trajo de vuelta.

Saltó de la cama quedando sentado en el colchón, agitado y con la mano en el cuello aun con aquella sensación de ahogo. No era la primera vez que soñaba así. Suspiró y ahí se quedó abrazándose las piernas hasta que aquella molesta sensación en su pecho se tranquilizó. Mientras afuera el viento mecía las copas de los árboles llevándose de paso la ropa de los tendederos. Pasaban los Tiuques volando y emitiendo su graznido característico. Daba la sensación de que el viento y el agua iban a arrancar el techo de la casa.

Aun se sentía algo somnoliento, pesado y afligido. Miraba las gotas de lluvia resbalar por el marco de las ventanas viejas. Gota a gota cayendo, el agua desempañaba el cristal dejando su rastro sobre el mismo. Afuera debía de estar haciendo mucho frío, uno que conocía muy bien.

-Se mojan las tejuelas -dijo para sí mismo con la mirada perdida.

A veces se imaginaba haciendo las gotitas correr hacia abajo, controlándolas y dándoles dirección en caídas y curvas diferentes. Imaginando que si tuviera algún don de control sobre la naturaleza ese fuera el suyo: mover las gotitas de lluvia a su antojo.

Sonrió un poco. Sueños, solo eso eran: sueños y fantasías.

Estaba ajeno a todo a su alrededor, distraído con su pequeña ensoñación. ¿Qué más haría? era demasiado temprano aun como para pensar en el desayuno o los sueños, pensar en el resto del día o siquiera en levantarse de la cama. Imaginarse tocando la madera del suelo fría contrastaba completamente con la acogedora sensación de calor de quedarse metido en la cama, pero no duran estos placeres para siempre.

Fue así hasta que decidió que había tenido suficiente de estar ahí haciendo nada, hasta que el estómago le gruño pidiendo comida. Al salir de su habitación lo primero que notó con sus pies descalzos fue la humedad del suelo, luego la brisa fresca provenir de la puerta abierta al fondo del pasillo. Alguien se había olvidado de cerrar.

-Otra vez... -Caminó con pereza y cerró. El tope de la puerta alerto a alguien adentro de la casa por lo que al escuchar que lo llamaban se dirigió al saloncito.

-Ahí estas, mi niño. -le saludó con ternura- ¿Te sientes bien? estas pálido. Ven, tendremos que hacer hoy.

-Hola... mamá.

Ella se acercó a abrazarlo. Tenía las manos húmedas al tacto, pero también no ignoro el agujero en el techo y el resto del desastre en la habitación. Ella no tardo en explicarle el incidente de la mañana sorprendida de que él no se hubiese despertado con el ruido de palos cayendo sobre la mesa del comedor, o con sus maldiciones (las que solo decía cuando no podía oírle), ni con todo lo demás.

Lo que el Agua nos Dejó | LevihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora