Primera vez

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Mierda, mierda, mierda.

Intentó no gritar, pero no pudo evitar incorporarse rápidamente y cubrir su cuerpo con la fina sábana. Miró asustado el cuerpo a su lado, que al notar movimiento, lo único que hizo fue acurrucarse más cerca de él, incluso apretar el brazo que tenía envuelto en su propia cintura.

¿Qué había hecho anoche para acabar en la cama con Jude Bellingham?

Su corazón iba tan acelerado que tenía miedo que el otro lo escuchase y se despertase. Se mordió el labio inferior, inspeccionando la habitación para intentar identificarla. Recordó, vagamente, que era su habitación de hotel.

Resignado, se dejó caer en el cabezal de la cama, mirando al chico que dormía pacíficamente a su lado. Le miró detalladamente, fijándose primero en su espalda desnuda y en los músculos de sus hombros marcados. Recorrió todo el camino hasta llegar a su pelo, ese pelo rizado que pedía a gritos que fuese estirado por una mano. Sus propias manos hormiguearon, deseando hacerlo, pero se resistió.

Finalmente, miró su cara. Tenía los ojos cerrados y la boca medio abierta, respirando tranquilamente. Un indicio de barba se asomaba alrededor de esta, tan leve que te tenías que fijar para poder notarlo. Dios mío, ¿Gavi se había tirado a este chico? ¿Y ni siquiera lo recordaba?

Pablo sacudió su cabeza al pensar eso, recordando quién era el otro. Era el jodido Jude Bellingham, jugador del Real Madrid. Ese chico era su némesis, era la persona con la que siempre le comparaban, y joder, no iba a negar que era sumamente guapo, pero esto estaba mal. Realmente mal.

Volvió a la realidad cuando el otro, de nuevo, se acurrucó más cerca de él y apretó su agarre, además de soltar un suspiro. Y aunque en el fondo Pablo estaba disfrutando, el pánico le invadió de nuevo. ¿Qué se supone que debía hacer?

Miró la habitación a su alrededor, sin ver nada en realidad, pensando qué hacer. La maleta con los colores blaugrana que estaba justo debajo de la televisión le confirmó al completo lo que ya sospechaba, que esta era realmente su habitación. No podía simplemente huir y hacer como si nada hubiese pasado, como estaba deseando, si no que encima tenía que despertar al otro y afrontar a la realidad.

Decidió probar, tocando con un solo dedo el hombro del otro varias veces. Al ver que no se despertaba, fue un poco más bruto y le sacudió con algo de fuerza.

Jude soltó un quejido, y lo único que hizo fue abrir un solo ojo. No pareció reaccionar cuando su mirada conectó con la de Pablo, simplemente suspiró, para finalmente quitar el brazo de la cintura de Pablo y frotarse sus ojos con ambas manos. Se estiró un poco, soltando otro suspiro.

 —Buenos días.

—¿Buenos días? ¡¿Como que buenos días!?— exclamó Pablo, presa del pánico, completamente contrario a la tranquilidad de Jude.

—¿Qué quieres que diga?— preguntó burlón, con una sonrisa escapándose y la voz grave de recién levantado penetrando la mente del menor.

—¿¡Qué mierda pasó anoche, por ejemplo!?— exclamó, moviendo los brazos exageradamente para darle más énfasis—. ¿Cómo acabamos aquí? ¿Qué hicimos? ¿¡Desde cuando eres gay!?

—Deja de chillar, por Dios— murmuró Jude, mirándole durante varios segundos fijamente antes de volver a cerrar los ojos. Suspiró, pensando que decir—. No sé que pasó anoche, no recuerdo nada. Ni siquiera recuerdo verte a ti en la fiesta.

Pablo soltó un quejido audible, dejándose caer nuevamente en la cabecera. Sintió su cara enrojecerse por el pequeño pinchazo que le dio en la espalda baja, y aunque no dijo nada, eso confirmaba su mayor miedo. Suspiró, cubriéndose más con la sábana.

—¿Eres gay?— repitió en un murmuro su última pregunta, la única que no fue respondida. Jude suspiró por milésima vez, removiéndose y haciendo que el pie de Pablo tocase la pierna desnuda del otro. Ninguno apartó al otro.

—No — habló, sonando bastante seguro de si mismo—. Al menos, hasta anoche, no lo era.

Se sorprendió con su respuesta, mirándole de vuelta y procesando las palabras que había dicho. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral y, sin notarlo, contuvo el aire. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso Jude Bellingham estaba dudando de su sexualidad por despertarse en una cama desnudo con él?

Ante ese pensamiento, su cara volvió a ponerse roja. Se removió un poco, esta vez sí alejándose de la caliente piel de Jude, pensando en qué decir. Y como no se le ocurría nada, simplemente preguntó.

—¿Eso qué significa?

Jude le miró, alzando una ceja y poniendo más nervioso al menor, que se removió aún más. El inglés, al notar que estaba nervioso por él, decidió soltar una carcajada. Gavi frunció el ceño ante eso. 

—No estoy diciendo que sea gay por ti— dijo, en tono burlón, empujando levemente al otro—. Estoy diciendo que si me he acostado con un hombre, puede que no sea tan hetero como creía.

—¡No había pensado eso!— chilló, enrojeciendo aún más y empujando al otro fuera de su cama—. ¡Vete ya! Esto ha sido un error, no volverá a ocurrir y no volveremos a hablar del tema. ¡Ni siquiera volveremos a hablar, somos rivales! 

Jude bufó, negando con la cabeza mientras al fin se sentaba en la cama. Se tomó su tiempo en sentarse, pasando las manos por su cara y al fin levantándose. Pablo intentó no mirar su cuerpo desnudo, pero había sido prácticamente inevitable. Se fijó en cómo su espalda tenía algunos arañazos, y se volvió a sonrojar.

—Así que un error, ¿eh?— preguntó Jude, mirándole por encima del hombro y pillando a Pablo observándole, mientras cogía su ropa interior y se la ponía. Por los nervios, el menor no notó el tono serio del otro.

—¡Fuera!

Jude soltó una pequeña risa entre dientes, vistiéndose con toda la tranquilidad del mundo. Gavi se removió incómodo, subiendo más la sábana para cubrirse y mirando sus propias manos como si fuesen la cosa más interesante del mundo. 

—Bueno...— habló el inglés, ahora pareciendo algo incómodo. Pablo simplemente le miró de reojo, viendo como este se agachaba y recogía algo del suelo—. No diré nada, a nadie, así que no te preocupes. Y espero que todo sea igual que antes, que podamos mantener una relación cordial— dijo, para después carraspear al darse cuenta que estaba hablando de más—. Nos vemos, Gavi.

Dicho esto, tiró algo en la basura y salió de la habitación. Ahí se permitió soltar un largo quejido, tapando su cara con sus manos y removiéndose en la cama, como si fuese un adolescente. Suspiró e hizo una mueca cuando notó otro pinchazo, obligándose a levantarse.

Su mirada cayó en el gran espejo que ocupaba gran parte de la pared, y con curiosidad y miedo, se acercó. Se le revolvió el estómago al ver las grandes marcas de dedos en sus caderas y su pecho y cuello lleno de mordidas. Se tapó la cara de nuevo, sintiendo como la vergüenza le invadía por milésima vez en la mañana.

Se restregó las manos por la cara, para después caminar hacia el baño para tomar una ducha. De reojo vio la papelera, donde Jude había tirado algo antes de irse, así que con curiosidad se acercó. Soltó, una vez más, un quejido audible y notó como su cara se sonrojaba considerablemente cuando observó con el interior de la papelera habían, al menos, tres condones usados.

Al menos parecía que se lo habían pasado bien, ¿no?

Tregua ; jude nd gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora