Donde la vida de Khyra y su familia se comienza a desmoronar tras la muerte de su padre
o
Donde Sandor se asegura de que no se apague el brillo en los cálidos ojos de la joven Stark.
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Recién llegaban a Kings Landing, tras varios dias incómodos entre todos por lo sucedido.
Sandor había sido algo cortante con la joven tras la noche en la que asesino al amigo de su pequeña hermana; extrañamente avergonzado de que lo viera finalmente con miedo, su sorpresa fue grande cuando Khyra se quejó con el por tratarla diferente, aun observándolo con sus brillosos ojos y sin una pizca de miedo.
"—¿me evitas por haber asesinado a Myca?- pregunto la joven recargándose en un árbol tras el hombre, tomándolo por sorpresa.
—niña, estoy orinando, carajo.- renegó el hombre, terminando para voltear hacia la chica, sorprendido de que lo observara con una de sus ya, típicas sonrisas.
—eso no responde mi pregunta. lo justo sería que yo te evitara, pero no lo hago.
—¿no me tienes miedo?- pregunto el hombre sin más, algo brusco, Khyra frunció el ceño confundida.- niña, ¿sabes lo que soy?, un puto perro asesino que sigue órdenes.
—no eres un perro, y si, sigues ordenes, eres leal; es todo.- respondió Khyra sin más, acercándose al hombre, ahora Sandor la miró confundido.-... pero no me das miedo.
—¿y si me ordenaran asesinarte?- pregunto el hombre, viendo a la joven frente a él fijamente. Khyra tembló levemente hacia la idea de esto, pero no cambió su postura, también observándolo fijamente.
—no lo harías.- soltó Khyra sin más, alzándose de hombros.
Sandor soltó una risa ronca, observándola con una sonrisa burlona.
—¿por que no lo haría?
—porque serías leal; a mi."
Ahora, la castaña se encontraba junto a sus hermanas en el extremo del castillo que sería para ellas y su padre.
Su padre había sido llamado a una junta del consejo en cuanto llegaron, por lo que estaban solas con Jory y la septa.
Al ya tener 17, la joven no necesitaba tomar más clases con la septa a comparación de sus hermanas, por lo que pensándolo bien, tendría mucho tiempo libre para ella sola.
El castillo era hermoso, y gigante obviamente. Se les tenía permitido andar por donde quisieran, o al menos a la mayor de las Stark eso se le dijo.
La castaña estaba recargada en el balcón de su habitación, maravillada por la vista hacia parte de los bellos jardines y del pueblo.
