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Días habían pasado. Hero seguía en la misma habitación, había perdido la noción del tiempo y parecía haber perdido un poco la cordura. Todos los días aquellas personas lo atormentaban recordándole cómo fue que los mato, recriminándole todas y cada una de sus acciones.

La puerta se abrió y la persona detrás de esta le arrojo una bandeja de comida y la volvió a cerrar.

El hombre se acercó rápidamente y comió desesperadamente, ya que sólo le daban eso en todo el día. Cuando terminó se percató de algo, la puerta estaba entre abierta y no había ni una sola persona, real o falsa, vigilando.

El hombre reunió todas sus fuerzas para pararse y por fin encontrar una salida.

Salió al pasillo sin hacer mucho ruido, en el suelo había lo que parecía ser sangre y recorriendo el pasillo encontró los cuerpos de varias personas, y al ponerle más atención a estos se dio cuenta de donde estaba.

—No puede ser— dijo en una voz apenas audible —¿Qué fue lo que pasó? ¿Quién hizo esto?

—Hero— se escuchó una voz femenina por el oscuro pasillo —¿Dónde te metiste? ¿Intentas escapar? — se oyó su risa —Vamos no te escondas

El hombre busco desesperadamente un lugar para esconderse, camino desesperado. A cada lugar que volteaba veía los cuerpos de los que solían ser trabajadores ahí.

—Hero, vamos ¿no crees que puedes escapar o si?

A lo lejos vio una habitación que estaba aún más destruida que en la que se encontraba, pero le parecía perfecta para esconderse.

—Te encontré— oyó a la chica susurrar en su oído para después empujarlo dentro de la habitación y encerrarlo nuevamente.

—No, no, no— dijo arrastrándose a la puerta —¿Qué quieres de mí? — gritó frustrado. Miró sus manos, mientras lagrimas de frustración caían de sus ojos, y tomo uno de los brazaletes, empezó a jalarlos con la intención de deshacerse de ellos y dar fin a todo ese infierno, pero solo parecía que estos se aferraban más y más a su piel.

—Si sigues haciendo eso lo vas a empeorar— la voz de una niña se oyó al fondo de la habitación. El hombre volteó en su dirección. Aquella niña se encontraba en una cama, sentada, mirando a la pared

—¿Q-quién eres? — titubeo poniéndose de pie

—Tienes las manos llenas de sangre, Hero— todas sus víctimas aparecieron como un parpadeo frente a él y desaparecieron de la misma manera

—¿Qué eres? ¿Qué es lo que quieres?

La niña se dio la vuelta ­—¿No me recuerdas? — su cara no era normal, era borrosa, casi como si no la tuviera

—No eres real— la miro desafiante, no la reconocía y tampoco le importaba. Él quería salir de ahi -No eres real- repetía una y otra vez, con la falsa esperanza de que así desapareciera y pudiera irse

—Pero lo fui

La pequeña se desvaneció y la habitación se reconstruyo en un par de segundos. Todo volvía a ser como 8 años atrás.

...

La puerta se abrió abruptamente, golpeándolo y provocando que se cayera al piso.

—¡No! — la niña fue arrojada a la habitación —Por favor— suplicó al hombre en la puerta —déjeme ir, prometo no decir nada

—Me temo que eso no va ser posible— caminó hacia ella y se agacho a su altura —ahora este es tu nuevo hogar— sonrió con ironía —Bienvenida— el hombre se reincorporo y se dirigió a la puerta

—Por favor— seguía suplicando la niña mientras sostenía las piernas del mayor —no haga esto— él solo la aparto con algo de fuerza y se fue

La pequeña volteo hacia Hero sollozando
—Esto es tu culpa

HeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora