CAPITULO 1: LOS NUEVOS

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 - ¡Nicolás! Muchachito levántate se te hará tarde para ir a estudiar -Que horrible despertar con los gritos de mi madre - ¡Levántate! – Lanza un nuevo grito antes de salir de mi habitación dando un fuerte portazo que me deja sentado en mi cama.

- Que loca – Murmuro, mientras me levanto de mi cama, y estiro mis extremidades.

Hoy el primer día de clases y ¿Eso acaso debe importarme? ¡Pues claro que debe importarme! Es más estaba muy entusiasmado por que llegara este día, nuevos estúpidos que golpear, nuevas chicas para follar, mas fiestas y por supuesto más maneras de demostrar por qué era el rey del instituto. Pero anoche salí de fiesta así que tengo un resaca horrorosa, me meto a la ducha lo hago muy rápido, dejo que el agua fría recorra mi cuerpo y termine de quitarme el olor alcohol y cigarrillo, me visto con unos jeans desgastados, mis zapatillas Nike preferidas, una camisa a cuadros y mi chaqueta del equipo de futbol.

Fresco y perfecto, sonrió mientras veo mi imagen reflejada en el gran espejo de mi armario, “Acomodo” Mi cabello y salgo de mi habitación.

Bajo a desayunar mi madre esta con cara de pocos amigos, me miraba de manera reprobatoria y se dé ante mano que se acerca un discurso lleno de reproche y sensatez sobre mi comportamiento, ¿Por qué los padres son tan exagerados?

- Nicolás muy bonitas las horas de llegar anoche - Trata de sonar calmada pero estaba roja de la ira, me guardo una sonrisa burlona, que quiere escapar entre mis labios.

- Lo siento, se me paso en tiempo volando - le digo de una manera convincente, tomando el zumo de naranja que esta sobre la mesa.

- No me digas, ¡Se te paso en tiempo volando, mierda! Nicolás ¿Cuando vas a madurar? – Esta tan irritada así que me levanto, tomo las llaves de mi auto, coloco mi morral sobre mi hombro derecho y salgo de la cocina, mientras mi mama me mira por mi descaro. - ¡Jovencito no hemos terminado de hablar! - Me grita desde la puerta de la casa mientras yo me subo a mi hermoso auto.

- ¿Eso era hablar? – Pregunto sarcásticamente y pongo los ojos en blanco, sin intentar disimular mi fastidio - Solamente se escuchaban tus gritos, hasta luego “Mami” - Dicho esto enciendo el auto y me apresuro a recoger a Emilia a su casa.

Hago sonar la bocina de mi auto, y cuando la veo salir me quedo sin alientos está completamente hermosa con una falda negra corta... demasiado corta que deja nada a la imaginación una blusa ajustada color azul y unos tacones se veía demasiado sexy… Pero así es Emilia una mujer muy sexy.

- ¡Uy! Qué guapa te ves hoy - Le digo mientras la miro con picardía e intento hacerla sentir incomoda, pero con ella no funciona, Emilia se pone la cinta de seguridad y se gira hacia mí con una sonrisita en los labios.

- Lo sé - ríe sarcásticamente - Pero Nico tú no estás nada mal - Y me guiñe un ojo, simplemente le sonrió y pongo nuevamente en marcha el auto.

Todo el trayecto a el instituto se la paso hablando de un tal Miki, que conoció anoche en el bar yo la miraba de reojo se veía tan entusiasmada que me contagio su alegría, yo simplemente rio antes su comentarios y le hice preguntas para que ella notara mi interés. Llegamos a el instituto y como de costumbre todas las miradas se posaron en mi auto.

- ¿Te quieres divertir un rato? - Le pregunto picaron a la rubia y ella me sonríe con la misma picardía que yo.

- ¿Y que tienes en mente? – Pregunta coquetamente, este juego lo hemos tenido siempre, ambos somos igual de coquetos y picaros.

- Sígueme la corriente -

Me bajo del auto mientras todos a nuestro alrededor se detienen a observarme, amo ser el centro de atención, tal vez soy un poco arrogante ¿Pero qué tiene eso de malo?, y simplemente eso hace crecer mi ego y mi superioridad ante todos los demás... Camino tranquilo hasta que rodeo el auto y como todo un caballero abro la puerta del copiloto, y Emilia no para de sonreí, le acerco mi mano y ella la toma ágilmente y baja del auto de la manera más seductora del mundo... Por un momento la vi de otra manera y sentía el inmenso deseo de follármela, pero recordé que era Emilia y se me paso... No le suelto la mano y entrelazo nuestros dedos, ella me da un sutil pero provocativo beso en la mejilla. Todos nos miran boquiabiertos menos Roger que estaba muerto de la risa apoyado sobre su auto.

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