One Shots, One Piece

Rob Lucci¹

—Vendra un barco del gobierno mundial para terminar de sanjar este asunto, no sabemos cuánto durará la expedición o los parlamentos, pero por favor, necesito que no causen problemas.

El padre hablaba con ambas de sus hijas, la mayor mimada, caprichosa y egoísta como su madre le había enseñado a ser, pero obediente en cuanto se trataba de seguir las ordenes de su progenitor, asintió confirmeza.

Mientras que la menor, hija de la segunda esposa siendo solo un año menor que su hermana asintió más lento.

Ambas hermanas no soportaban verse a la cara, mucho menos podían convivir si quiera en la misna casa. Su padre era un hombre hambriento al poder, según palabras de su difunta madre, antes no era de esta forma, era tan alegre, vivaz y gentil.

Estaban pronto a casarse, pero, bien dicen que el fin justifica los medios.  A pesar de que sus padres se "amaban" en tiempos de juventud. Su progenitor tuvo que casarse con la mamá de su hermana, no fue hasta un año después de tener el control total, eligió a su madre como su segunda esposa siendo la primera concubina del hogar.

Fueron días de infierno, ninguna de las dos mujeres se soportaba, hasta que llegaron más y más siendo una larga fila de al rededor de 10 mujeres con las que se casó su padre.

Por ser la segunda hija le tocaban finos vestidos, una cama y comida caliente, claro, a costa de tener que encargarse de los deberes del reino ya que, ninguno en su amarga familia se ocupaba.

La larga lista de mujeres a las que su padre desposó no tardaron en señalar a su querida y dulce madre como la oveja negra.

Siendo todas temidas por la primera esposa, hicieron la vida un infierno a la joven dama, que era incluso mucho más hermosa que todas ellas hasta el borde del suicidio. Al menos eso fue lo que hicieron creer.

___________ sabía muy bien que su primera madrastra la mató, esa mujer es capaz de cualquier cosa, incluso asesinar si es menos querida que el resto si hace falta.

— ¿Alguien rico vendrá padre? —Preguntó su hermana sacándola de sus pensamientos.

—Ya que lo preguntas mi adorada florecilla —el hombre se giró con una sonrisa—. Uno de los reinos vecinos vendrá aquí, dice que tienen una propuesta para nosotros.

—Oh —sonrio con malicia—, espero que sea una propuesta de matrimonio.

—De eso no tengo duda —le acompañó su padre—, pero debemos estar alerta, cualquier cosa podría pasar.

__________ se mantenía serena en su posición, no decía nada, pero tampoco es como si importase mucho su opinión. Con el paso de los años fue aprendiendo que en este castillo no había lugar para ella.

—Pueden irse, mañana será un día importante.

—Como ordene.

—Como ordene.

Saliendo de la cómoda del rey, ambas hermanas una vez afuera se separaron sin decir otra cosa, si pasaban otro sentimetro juntas muy probablemente saldrían peleando siendo la menor de estas castigada.

Una vez en su habitación, la castaña se deja deslizar por la puerta mirando el techo de su habitación el que le costó mucho pintar con un cielo estrellado marcando las constelaciones, sobre todo la estrella que apunta siempre en el norte que guía a los navegantes perdidos cuando no tienen brújula.

Aunque bueno, lo cierto es que aquí en la gran ruta ha escuchado historias de que el clima es demasiado mortal y solo aquellos valientes en busca de aventura lo cruzan por completo.

Cuando era niña su querida madre siempre se encargaba de contarle las grandes hazañas de los piratas o exploradores que se embarcaban dispuestos a zarpar en busca de peligro y aventura.